42: Crisis.

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THEA:


-¿Cómo te sientes?. –pregunto mi madre mirándome de reojo para no perder la vista de la carretera. 



-Bien.. –respondí sin más. No estaba con ganas de hablar.


Las cosas en el hospital habían sido demasiados frustrantes después de que mi cuerpo empezó a reaccionar. Los Doctores me habían hecho diferentes tipos de chequeos y análisis para verificar que todo se encontraba en orden, y luego de comprobar que lo estaba me dejaron volver, por fin, a mi hogar.


Me sorprendía la cantidad de familiares que hacía rato no había visto, ahora habían ocupado casi toda la sala para luego al verme abrazarme con lastima haciéndome recordar el hecho de porque no los veía tan a menudo.
Todos querían saber que había vivido allí dentro, que había sido lo que me había hecho pasar el desquiciado, y ahora muerto, padre que me había tocado. 



Todos metían sus narices donde no les correspondía. 



Hubiera sido lógico que al enterarme de la muerte de mi padre me habría afectado, pero el sentimiento que tenia era todo lo contrario. Luego de todo lo que me hizo sufrir, la palabra ''padre'' no correspondía a él. Un padre no hubiera lastimado a su hija de esa manera, un padre normal hubiera impedido todo lo malo. 



Me abandono cuando más lo había necesitado. Para mi madre había sido un alivio, para mí fue como hundirme en medio del océano. La relación que habíamos tenido era mágica, yo era su niña preferida y el era mi héroe.


Que ilusa fui al creer en sus palabras que el viento luego se llevo.


Sabía que hubiera sido diferente si quizás el nunca me hubiese abandonado, o quizás, hubiera regresado por mí para tenerme nuevamente en su vida. No iba a ser fácil, no era fácil que luego de siete años que me había abandonado vuelva para regresar a mi vida, pero quizás con el tiempo las cosas podrían haberse arreglado y todo estaría bien.
Pero él no decidió eso, el no lo quiso así. Prefirió dejarse llevar por el orgullo y el resentimiento.


Y al final, ¿qué podía sentir? Nada. El hecho ya estaba hecho, ya había destruido mi vida. Lo único que deseaba era que se pudriera en el infierno como siempre había querido.


Las psicólogas y terapeutas del centro médico me habían batallado de preguntas que para ellos me harían bien, pero no. Las odiaba tanto que cuando apenas ponían un pie en el cuarto me enmudecía hasta que volvían a irse haciendo que algunas casi rompieran el suelo con sus tacones de punta porque su trabajo no funcionaba en mi.


No estaba preparada para hablar y mucho menos con ellos.


Roce con mis dedos inconscientemente donde tenía esa extraña cicatriz roja bajo el abdomen que había visto en el baño luego de ducharme. Había preguntado qué era lo que había pasado para tener eso ahí pero ningún había respondido, haciéndome saber que algo me estaban ocultando. 

Mi mundo dado vuelta ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora