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Capítulo 2.

Perséfone.

Me distraje con las hojas del suelo y una que otra fruta. El camino del instituto hacía mi casa no es largo, son como dos cuadras.

Había mucha brisa, la brisa de primavera, era caliente y fría a la vez, era un clima muy agradable.

Al llegar a la casa azul rey, con detalles blancos y algunas pérgolas, lo único que hice fue sacar la llave de la entrada.

Al entrar noté una pequeña panza en el vientre de una morena mujer; mi madre. También noté un cuerpo corpulento con traje negro y poco cabello; mi padre.

Por otro lado, lo único que llamaba la atención era mamá sentada en la mesa, y papá yendo de aquí para allá.

Lo mismo de siempre.

Cerré la puerta para ya acercarme hacía la mujer que me dió la vida sentada.

-Creo que tenemos que hablar.- susurré y ella frunció el ceño.

Supongo que ella se preguntaba "Wow, ¿Mi hija tiene que hablar de algo conmigo?" Por que sinceramente, no soy muy unida con mis padres, soy de ese 47% que ama más el internet que sus padres.

Y con tantas cosas materiales, no hay nada más que hacer que usarlo.

-Cuentame querida, Telephone.- dijo mamá mi apodo.

-¿Cuando me ibas a contar de qué Elliot vendría a la ciudad?- pregunté enfadada.

Digo, solo por decir, yo amo a Elliot, –nótese el sarcasmo– simplemente el es muy lindo.

No.

Es un desastre, nunca hace nada, no ayuda a los demás y me desespera conocer a alguien así

Mamá blanqueó los ojos con confusión. Se debe estar diciendo "¿Cómo lo sabes?".

-Eh..., Perdón por no decirte pero Elliot viene. Se cambió de universidad por unos problemas que tuvo en su casa.- dijo de buena forma mamá.

Pestañe varias veces sin poder creerlo.

-Bueno, lo intentaré tolerar, por lo menos no va a vivir aquí.- dije viendo el lado bueno.

Mamá abrió los ojos como platos como si no pudiera creer lo que dije.

Ya estoy muy mayor como para no tolerarlo. De pequeña cada vez que iba a casa de Grace, él estaba allí, siempre me escupía, me jalaba el cabello y me daba golpes en el hombro.

Y lo odiaba, no toleraba a las personas que no tienen respeto hacía mí.

Y aparte, ¿Por qué el vendría? ¿Qué clase de problemas tuvo?. Él es un desastre de persona, siempre piensa en el mismo, la razón por la que el viene debe ser con sus padres, el no piensa en su madre al parecer.

Digo, sólo por decir.

¿Por qué se cambió de universidad? ¿Por qué en todos los lugares de los malditos Estados unidos, el eligió específicamente Washington?.

No pudo elegir Texas, California, o no lo sé.

-Se me pasó por alto, pero él... Se quedará a vivir aquí.- dijo mamá como si nada.

Hasta yo quedé con una gran reacción, me sorprendí demasiado de mí reacción.

Sin darme cuenta el vaso que estaba a mi lado –que era de mamá–, lo había tumbado al piso.

Derramando el jugo de uva de mamá, y rompiéndose el vaso de vidrio que mamá tenía.

Me quedé viendo el vaso roto en el suelo, mamá se sorprendió por mi reacción y no la juzgo, yo también me sorprendí por lo que acabo de hacer.

-Perdón mamá...- dije con cara de pocos amigos.

-No te disculpes conmigo, házlo con el vaso; a ver que dice.- la ironía se apoderó de mamá.

Me pueden explicar como es que le hablo a un vaso, y el mismo me vaya a responder.

Bufé con fastidio, sé muy bien que mamá me va a decir que vaya al súper mercado a comprar un vaso de vidrio.

Y yo sé que me va a dar mucha flojera ir al súper mercado y tendré que tomar agua y refresco con el vaso de plástico.

-Si quieres ser una dama y tomar con vaso de vidrio, pues ve a comprarlo.- dijo mamá de buena forma.

-¿Qué sucedió?- preguntó papá entrando en el comedor viendo el vaso roto.

-Tú hija con problemas mentales. Tumbó el vaso por que Elliot se quedará a vivir en casa.- dijo mamá burlándose de mí.

Rodé los ojos por su forma de amarme.

-Bueno, tampoco te alteres mi amor. No es como si fuera un huracán.- animó papá.

Ese es el problema, él es un huracán.

Trae problemas, como cuando era pequeño. Siempre con sus chicles sin sabor, me los pegaba en el cabello, tuve que cortarme el cabello por su culpa.

Tengo el cabello muy largo como para que vuelva a pasar.

-Bueno, solo debes esperar dos días para que llegue, no es nada malo.

La tensión en la habitación se sintió, o por lo menos yo sentí un balde de agua fría cayó en mi.

-¿Y cuándo esperaban contarmelo?- pregunté exagerando.

Lejos de Amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora