14.

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Capítulo 14.

Tomaba un selfie de como quedaron mis cejas luego de depilarlas, se la mandé a mi grupo de amigas y empecé a deambular por mi habitación.

Luego de dar mil vueltas y al final quedarme sentada en mi cama viendo mi teléfono, decido ir a la cocina a tomar un vaso de agua, al salir de la habitación, siento una diferente aura en todo el pasillo, como que ahora todo es diferente.

La puerta de la habitación de Elliot me hacía curiosear, nunca había entrado y me gustaría ver su desorden para quejarme por quinta vez de lo desordenado que es.

Me acerqué a la puerta e intenté escuchar lo que estaba haciendo, delicadamente coloqué mi oreja en la puerta para escuchar mejor.

Un jadeo se escuchó adentro de la habitación.

Abrí los ojos como platos y decidí pegarme más a la puerta, para escuchar mejor e intentar no pensar en lo que creo que es.

Un gruñido, ¿Qué?, al segundo sonó otro jadeo. Abrí mi boca en grande por lo que acabo de escuchar, me separé de la puerta con mucha delicadeza, decidí ir a tomar agua de una vez toda esta situación me hacía emocionar.

Al salir de la cocina para dirigirme a mi habitación, había escuchado un gemido.

Okey, debe de parar​ o si no me empiezo calentar.

Toqué la puerta de su habitación.

No me había dado cuenta de lo que había hecho hasta que Elliot me gritó un "Quién es?" y yo respondí como idiota un "yo".

Tardó unos segundos en abrirme la puerta, pero no me quejo, estaba hace unos segundos con su mejor amiga Manuela.

-¿Qué sucede?- preguntó al abrir la puerta, viéndome a mí.

El tenía su cabello desordenado, no traía camiseta alguna, su short mal acomodado me hacía pensar que estaba en lo correcto.

-¿Qué sucede contigo? Tus gemidos se escuchan hasta la esquina.- exageré y un atrevido sonrojo se pasó por sus mejillas.

Nunca había visto a Elliot sonrojado, es más me sorprendía, Elliot es tan extrovertido y no le importa nada, pero ahora actuaba tan tímido.

-Tú... ¿Me escuchaste? ¿Por qué lo hacías?- volvió a ser él.

-Yo solo estaba pasando, escuché un gemido y ahora te estoy preguntando: ¿Qué estabas haciendo?- al preguntar vira los ojos, lo que me hace confirmar lo que estaba haciendo.

-Pues ¿Qué crees tú? Es más te invito a que me ayudes a lo que estaba haciendo.- invitó a lo que me negué rotundamente.

-No gracias, yo no sé hacer eso.- dije cansada.

Por lo que ví, tenía varios videojuegos​ tirados en el piso, entre ellos el juego de Batman se hizo presente, lo cual me hizo acercarme a sus juegos tomándolo en mis manos.

-¿Lo puedo usar? Gracias.- dije llevándome el juego de Playstation 3 a mi habitación, colocándolo en mi repisa de juegos.

-Pensaba que tú habitación era más rosa.- criticó y le lancé una mirada de que me estaba jodiendo.

El se quedó mirando un afiche del baile, era uno de los que promocionaba el baile de primaveras.

-¿Qué es esto? ¿Un baile?- preguntó curioso mi compañero.

-Si, es el baile de primavera, este año me toca otra vez prepararlo.- rodé los ojos.

-Uhh, y ¿Quién es tu pareja?- preguntó Elliot hacia mi.

-Iré sola, yo debo tomar fotos y vigilar que no lleven alcohol los chicos.- dije de forma aburrida.

-Aburrida.- tarareó Elliot.

-Pero puedes ir conmigo, por mi no hay problema.- una carcajada se salió de mis labios, sus ojos se fijaron en mis labios.

-¿Y tú crees que yo te diré que sí?- pregunté sarcástica.

No me había dado cuenta, pero Elliot estaba en mi habitación, pero luego de haber dicho eso último, se salió de la misma.

-Elliot, espera.- llamé y él se giró hacia mí.

Había quedado en silencio, el estaba esperando a que hablara de una vez por todas, lo cual me hacía desesperar odiaba estar en presión por los demás, y eso que siempre estaba en presión por lo del baile. De todos modos, las personas tienen un lado masoquista.

Y ese lado masoquista había salido al exterior.

-Si.- dije fastidiada.

-¿Si qué?- preguntó, realmente el no captó lo que dije.

-El baile.- nombré y él frunció el ceño.

Dios, no puedo, me va a desesperar este chico.

-Que si quiero ir al baile contigo, Elliot.- rodé los ojos.

Al ver su rostro, se formó una sonrisa en sus labios que me dejó embobada. Que envidia, tiene dientes perfectos.

-Caes a mis pies, Per.- creído habló.

-No creas, yo estoy muy lejos de amarte.

Lejos de Amarte Donde viven las historias. Descúbrelo ahora