6. Pasos

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La peliazul se paró de un salto juntando las manos. Al fin sería testigo de las hazañas que un pirata, especialmente alguien como Chat Noir, es capaz de realizar.

- No es de noche Adrien, ¿por qué vamos en el día?- le preguntó Nino colocando su espada a un costado de su cintura.

- Quiero zarpar lo más pronto posible a ese Nuevo Continente del que todo el mundo habla, y conseguir muchas cosas de por allá. Y necesitamos más comida y más municiones-

- Está bien- dijo no tan convencido el moreno.

- Muy bien, ya todos saben lo que hay que hacer- sonrió Adrien. - Kim e Ivan, buscarán la comida, yo iré por armas y el resto, ya saben... roben lo que quieran. Nathaniel, cuida el barco- todos respondieron al unísono mientras bajaban los botes.

- ¡Claro!- contestó Marinette.

Adrien de volteó mirándola extrañado.

- Disculpa, ¿quién dijo que tu podías ir?- la sonrisa de Marinette se esfumó.

- ¿qué? Yo quiero ir, tengo que aprender-

- Niña, mejor es que te quedes con Nathaniel y no te involucres en esto-

- Pero yo voy, puedo arreglármelas si me meto en problemas, no osy una niña pequeña-

- Aquí se hace lo que yo digo- plantó no dándole tiempo para hablar. Bajó en un bote con Max y se aproximaron a la playa.

Para su desgracia, vió a Marinette riendo con Nino. Se frotó los ojos exasperado.

- ¡Nino!- gritó conteniendo la rabia. - ¡No le quites los ojos de encima!- ordenó.

Al llegar, cada uno se quitó ropas innecesarias para no llamar la atención, y escondieron sus armas donde no quedaran a la vista. Marinette tomó apuntes mentales.

Caminaron hasta llegar a la ciudad, que estaba muy movida. Cada uno se dispersó para concentrarse en cumplir sus roles.

- Marinette, lo mejor es al principio robar todo lo que puedas sin que te vean. Si te descubren, es cuando utilizas todo lo que llevas- susurró Nino. Ella asintió procesando esa información.

- ¿Qué harás tu?-

- Lo que más me encanta es verificar los diamantes, joyas y esas cosas. Puedo saber cuanto pesan y que tanto valen-

- ¿Y qué hago yo?- preguntó neutra, no quería estar en ese lugar si no era por algo. Su amigo pareció pensarlo.

- ¿Sabes coser?- ella asintió confundida. - Busca telas, o ropa que podríamos usar todos. También aguja, ya que no creo que tengamos- respondió.

- ¡Gracias Nino!- contestó abrazándolo. Él rió divertido.

- Ahora formas parte del grupo, y nuestro punto de encuentro será...- giró su cabeza por todos lados. Señaló uma fuente cerca de una carreta con paja. - Esa fuente- sus ojos claros memorizaron el lugar y salió para cumplir su deber. 

Por otro lado, mientras Kim e Ivan metían en grandes bolsas, toda la comida que se podía, Adrien fue donde se encontraba su persona favorita.

Se acercó donde estaba un herrero y a su lado apareció una señora de tercera edad sonriente. Habían indicios de que fue rubia, y sus ojos eran marrones.

- Adrien, cuanto tiempo- saludó con su acento español, abrazándolo.

- Hola Carmen, ¿cómo estás?- devolvió la sonrisa.

- Extrañándote, y tienes suerte, muchos hombres dejaron sus armas de fuego con las que matan a los pobres indígenas allá dentro- contestó guiándolo en el interior de la tienda.

Navío al Rumbo /ADRINETTE/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora