30. Descuidos

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Aclaración: Gabriel Agreste y Hawkmoth NO son la misma persona en este fanfic.
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Un barco a la distancia, medio borroso, divisaba la peliazul. Era una noche tranquila, sin embargo, los gritos provenientes de aquel navío le causaban escalofríos. Como si una masacra estuviese ocurriendo. Sintió miedo. Vió a alguien lanzarse de allí, lanzando el grito más agudo.

Se levantó de golpe sudando. Se puso una mano en el pecho calmando su agitada respiración. Tragó duro. Estaba en su habitación. Nino y Alya habían dicho que dormirían en el barco. Allá ellos. Por otro lado, el rubio se había quedado con ella. Miró al suelo, allí estaba él, observándola con sus ojos bien abiertos.

- ¿Acaso no duermes?- preguntó limpiándose la cara.

- Últimamente no- respondió arrodillándose. - ¿Una pesadilla?- ella asintió.

- Es la misma de siempre- suspiró poniéndose de pie. - Voy a servirme agua- dijo llendo a la sala seguida del joven.

- Hablabas en tus sueños- mencionó Adrien arrimándose a una pared. Ella alzó una ceja.

- ¿Qué decía?-

- Lo único que entendí fue "papá"- silencio. Antes de que la joven decidiese volver a su cuarto el rubio la detuvo. - Escucha... Gabriel Agreste era mi padre-

- Oh- respondió.

- ¿No te sorprendes?-

- Lo sospeché cuando empezaste a ponerte tenso cada vez que lo mencionaba-

- ¿No estás enojada conmigo?-

- ¿Por lo que hizo tu padre?- él asintió. - Lo que halla ocurrido entre nuestros padres no tiene nada que ver con nosotros. Desde luego que estoy furiosa por lo que le hizo a mi familia pero eso no tiene que ver contigo. Fuiste una víctima más de él- dijo poniendo una mano en su rostro. Él la apretó contra su rostro.

- Tenía trece años cuando huí de casa. Antes de irme, puse veneno en todas las botellas de mi padre- confesó. - Debí haberlo hecho mucho antes, de otra forma mi madre seguiría viva-

- Adrien. Eras un niño, hiciste lo que pudiste. No tenías idea de lo que planeaba tu padre; la muerte de tu madre no es tu culpa, ¿de acuerdo?-

- Lo pude evitar...-

- Hiciste lo que pudiste- respondió abrazándolo. Habían pasado ya una semana en París y las cosas parecían empeorar.

- Me pregunto que sabía mi madre de las sirenas- murmuró el rubio.abos subieron, tratando de reconciliar el sueño hasta el amanecer.

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A la mañana siguiente, se reunieron con sus amigos en la playa. Alya había vuelto a sus ropas algo reveladoras para los humanos. Pero a ella no le importaba.

- Hemos estado averiguando todo en el mundo humano. ¿Y si preguntamos a las sirenas? Puede funcionar- los chicos se miraron.

- Vayan ustedes- dijo Adrien, teniendo en mente ir a un bar.

- Nos vemos, tengan cuidado- se despidió el moreno.

Marinette se quitó el vestido holgado que llevaba puesto y se metió en el agua. Alya solo se zambulló. Nadaron por un largo rato, ya que la civilización de su especie quedaba lo más lejos posible de los humanos. Al estar en medio del océano, fueron a lo más profundo.

Navío al Rumbo /ADRINETTE/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora