10. Realidades Míticas

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Marinette se acostó en el palo grueso de madera y la punta de su cabeza tocó el mástil. Uno de sus pies estaba al aire, sus brazos descansaban sobre su barriga, mientras que sus ojos cerrados sentían la luz del sol iluminarle.

Otro mástil le daba mucha sombra, no le cubría del todo, pero estaba conforme. A fin de cuentas, si nunca se quejó al vivir en una clase muy baja con pocos recursos, jamás se quejaría en aquel barco.

Varios días habían pasado desde el incidente del ataque, y parecía que se habían dado unas vacaciones, ya que la mayoría estaba en el mar nadando.

Hasta ahora, sus experiencias habían sido muy interesantes, y algo... movidas, pero sentía alivio indescriptible al poder vivir en el barco. Estaba feliz. Extrañaba a los que quería, pero era feliz.

Desde muy pequeña, prácticamente desde que nació, había soportado los momentos más duros de su vida. Había crecido acompañada de actitudes dulces, pero muchas otras severas. Tuvo la suerte de tener que afrontar problemas y valerse de sí misma para solucionarlos, por lo que fue extremadamente independiente a una edad muy temprana.

Varias anécdotas y recuerdos turbios no la dejaban razonar con exactitud, sin embargo, recordaba varios problemas que en su infancia y niñez confrontó. Y los inicios en su vida fueron difíciles, pero eso la ayudó a tener una mejor perspectiva de como sería la vida, y a poder hallar soluciones si estaba sola.

El sudor le interrumpía los juicios, y su pañuelo de la cabeza ya estaba empapado, pero se negó a bajar. La comodida que sentía en ese lugar peculiar le impedía acomodarse. Sería mejor si pasara ahí toda la noche.

Y casi lo hizo, pero al levantarse, le dolió la espalda. Y fue Nino quien la ayudó a bajar. Bajaron el ancla y fueron al comedor. No podían irse a dormir con el estómago vacío.

Los que seguían ahí habían terminado de comer, y no se iban a la cama por los chistes que contaban, pero justo cuando Marinette se iba a retirar, el pelirrojo entró corriendo como si llevara dentro al diablo.

Nino, Ivan, y Kim se levantaron y fueron a su lado.

- ¿qué paso Nathaniel?- cuestionaron preocupados. El pobre pelirrojo temblaba, sus pupilas estaba dilatadas, y no podía respirar adecuadamente.

- E-e-e-est-tamos en...-

- ¡Dilo!- Nino sabía que Nathaniel era capaz de desmayarse si no lo decía.

- ¡Estamos en la Voz del Mar!- gritó y corrió asustado a su habitación que compartía con Ivan y se hizo un ovillo en su hamaca.

Los demás suspiraron. Nino subió una mano a su frente pensando que hacer. La expresión se Ivan era neutral.

- Umm, ¿qué es la voz del mar?- preguntó tímida la peliazul.

- Uno de los lugares más peligrosos del mundo. Voy a decirle a Adrien- el moreno salió con paso firme, dejando en duda a Marinette.

- El lado bueno es que ninguna podrá con mi belleza- sonrió Kim peinándose. Ivan le golpeó en el brazo.

- Idiota, es al revés- Marinette subió y vió a Adrien con un telescopio y Nino a su lado.

- No hay otra opción, manda a alistar las velas, voy a levantar el ancla- guardó su telescopio. - No se ve nada, mejor irnos ahorita-
se volteó y sus ojos chocaron com los de Marinette.

- Adrien, ¿qué es la voz del mar?- el rubio no le contestó. Fue a levantar el ancla con ayuda de Ivan, Kim y Max.

- Estamos en un lugar donde muchos marinos o piratas mueren en las profundidades- inició. Fue al timón para tratar de alejarse cuando el ancla estuviera arriba.

Navío al Rumbo /ADRINETTE/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora