2. Oportunidad

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A Marinette le encantaba como el agua refrescaba sus pies. Esa era otra razón por la que alejarse del puerto y de tanta muchedumbre la hacía sonreír. Se subió los pantalones hasta por arriba de la rodilla para que no se mojara.

A pesar de que el mar no era cristalino, sabía que ningún animal la mordería. Aquel pensamiento la hizo reír. La arena entre sus dedos le provocaba cosquillas, y el ruido de las gaviotas conpletaba la atmósfera del momento.

Cuando supo que ya debía volver, salió del mar y se secó los pies con la toalla que había llevado. Se puso las medias y sus botas de trabajo y corrió al puerto.

Roger, junto con otros hombres, se encontraba bajando el cargamento de un Galeón que había arrivado. Sin que nadie le ordenara, la peliazul se apresuró a ayudar con aquel trabajo.

Al terminar, mientras todos suspiraban cansados y peleaban por beber agua, Marinette se acercó a su jefe.

- ¿De dónde viene este barco?-

- De Portugal. Pero el capitán me dijo que fueron atacados por piratas- la azabache abrió los ojos como platos.

- ¿En serio? ¿mientras venían para acá? ¿Por quién? ¿Hawkmoth?- Roger la calló al instante. Miró a su alrededor y al asegurarse que nadie los observaba, prosiguió.

- Si Hawkmoth los hubiera atacado no hubieran salido vivos, dicen que fue Chat Noir- Marinette jadeó de sorpresa y puso una mano en su boca.

- ¿Alguien resultó herido?- el no tan viejo señor no pudo evitar soltar una carcajada.

- ¡Que va! Todos menos el capitán se desmallaron al verse rodeados de la tripulación de él. Y el capitán tuvo que darles una gran parte de sus cosas. Pobre hombre, muy valiente en mi opinión, les sostuvo la mirada a esos malditos rufianes ladrones- dijo en tono serio y bromista.

- ¿Usted cree que son malos? Me refiero... a todos los piratas, no solo ellos-

- ¡Por supuesto! Viven en mar ya que todos quieren encerrarlos- Marinette se mordió el labio.

- ¿Y el capitán vió como era Chat Noir físicamente?-

- Dijo que usaba una máscara, y un gran sombrero ya que era el capitán. Estaba demasiado asustado para verlo bien, no lo culpo. Y tu, Marinette, mejor vuelve a casa. Ya has terminado con todo. Toma- le entregó su paga y tras agradecerle, corrió sin descanso hasta su hogar.

Ya en la calle de su casa, frenó y respiró profundo. Al llegar, se metió en el baño y se duchó. Luego de vestirse, bajó a hacer la merienda.

Esperando a Fu, se puso a razonar. ¿Por qué le tenía aprecio a los piratas? No se lo merecían. Robaban, lastimaban, y mataban. ¿Qué tenían de bueno? Y lo peor de todo... ¿por qué quería ser uno?

Su respiración paró por un segundo. Probablemente la idea de vivir en el mar le atraía, pero no quería herir a nadie. Quería probar esa vida aventurera, aunque desconociera sobre lo que había más allá de lo que sus ojos pudiera ver.

No obstante, todo ese extraño sueño era imposible. No podía dejar a Fu solo. Ella era un sustento, trabajaba por él. Y der una pirata... no sonaba muy seguro.

- ¿Qué te preocupa?- la voz de su tutor la interrumpió. Ella enfocó la vista en él.

- ¿eh?-

- No estás comiendo, ¿sucede algo?-

- Solo pensaba..-

- ¿En?- ella dudó si decírselo.

- El futuro- el viejo rió.

- Ya te lo he dicho, no tienes que vivir atada a este lugar toda tu vida. Se que quieres explorar el mundo-

- Pero no podría dejarte. En especial con los piratas atacando estos lugares tan seguido-

- No hay mucho de valor en la tienda y lo sabes. No te preocupes por mi, soy capaz de dar la cara ante esos ladrones- ambos soltaron una carcajada y Marinette fue la primera en cesarla.

- Lo que pasa es que lo que yo quiero es algo... no tan normal-

- Quieres unirte a una banda pirata- ella lo miró con los ojos saltándole de la cara.

- Mari, lo has estado diciendo desde que tienes cinco años, los admiras por alguna razón. En especial, por el hecho de que viven en el mar-

- Técnicamente no a un grupo pirata. Llendo al grano, ¿no estás molesto? - el asiático sonrió.

- Es tu decisión-

Cuando cada uno terminó con sus labores, fueron a dormir para prepararse con el trabajo al día siguiente.

Sin embargo, la joven de cabellos azabaches no lograba dormirse, por lo que miraba por su ventana el océano siendo iluminado por la luna. Luego, otro suceso captó su atención.

Habían varias siluetas por las calles, y parecían tener un duelo de espadas. Esto la sorprendió y prestó más atención. No usaban uniformes ni eran soldados.

Piratas.

La vida que curiosamente había soñado llevar. Era ahora o nunca. Casi cayendo de la cama, corrió a cambiarse y guardar toda la ropa que le entrara en una bolsa.

Tenía en mente la posibilidad de perder su vida. Podrían matarla y arrojar su cuerpo al mar al ser tan despidiados, pero valía la pena conservar la esperanza.

Al salir por cuarto fue al de Fu, y lo vió encendiendo una vela. Se volteó con los brazos abiertos. Ella lo abrazó con fuerza.

- Cuídate- ella se despegó.

- Volveré, no lo olvides- salió de la habitación, bajó las escaleras y salió del local.

- Se que lo harás- susurró Fu.

Marinette se ocultaba entre las sombras, para que no la vieran. Habían varias que se insultaban, al parecer, iban a robar en la misma casa.

De pronto, se escucharon galopes y ella supo que eran los corsarios.

Los piratas huyeron devuelta a sus barcos y ella les siguió el tramo. El sudor caía por su frente, no quería ser atrapada por los defensores de su ciudad.

Unas cuerdas caían a los costados de la nave de mar a la que se iba a subir. El otro barco ya no estaba a la vista. Saltó y trepó con esfuerzo.

Al llegar a la cubierta, vió que uno de ellos estaba en el... ¿volante? Dió un paso cuando el barco se movió soltando un chillido.

Se voltearon a verla y hubo un sepulcral silencio. Marinette tragó duro.

Navío al Rumbo /ADRINETTE/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora