19. Pistas Inciertas

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Adrien fue el primero en despertar, y estuvo muchas veces cerca de levantar a la azabache. La razón de que no podía irse del cuarto era porque Marinette lo tenía abrazado del pecho, y su pierna se enredaba con la de él, haciéndolo sonrojar y sufrir porque el rubio solo había estado en esa posición cuando se había encamado con alguna mujer.

Se culpaba por proponer la idea de dormir con Marinette, y en realidad, anoche estaba cansado y sí dudaba de Kim en aquel estado ebrio. Suspiró mordiéndose el labio inferior. Si quería dejar atrás sus pensamientos lujuriosos debía irse. Cogió los brazos de Marinette y se separó. Sin embargo, como la cama no era tan grande, se cayó al piso.

Se levantó, se puso otros pantalones que estaban guardados en un viejo armario y se abrochó la camisa blanca que dejó sobre la silla anoche. Miró a Marinette.

Algunos de sus oscuros cabellos le caían en el rostro, sus labios escarlata estaban apenas abiertos, y el blanco de su piel la hacía sobresalir de la manta oscura. Salió de la habitación al mismo tiempo que Nino salía de la de ambas mujeres.

- Vaya vaya, ¿cómo te fue anoche?- rió Adrien. El moreno se quedó neutral.

- La gracia le falta a tu comentario. Lo nuestro es algo sencillo, no todo es a tu manera Adrien, de andar tirándote a cada mujer que te encuentres- el rubio puso una mano en el pomo de su espada mientras caminaba junto a Nino hacia la cubierta. - Eres muy superficial, pero Marinette no lo es-

- ¿Y a qué viene eso?-

- Dime por favor que no hiciste nada con ella anoche- ambos detuvieron sus pasos.

- ¿Piensas tan mal de mi? Yo nunca tocaría a una mujer sin su consentimiento. ¿De acuerdo?- dijo. Él no le daría explicaciones a su mejor amigo, y esa vez no sería excepción. Lo de Kim no sería necesario contar si Nino confiaba en él, como siempre lo ha hecho.

- De acuerdo, perdón- dijo el moreno pasando las manos por detrás de su cuello. - Supongo que haber amanecido y no verla en su habitación me hizo dudar un poco-

- A mi me hizo dudar verte con Alya en la cama- sonrió el ojiverde.

- Ya corta con eso- dijo Nino antes de retirarse hacia la cofa más alta.

Adrien salió con él a la cubierta y vió a Kim babeando en el piso. Le dió pequeñas patadas en la espalda para levantarlo. Tardó un rato pero terminó lográndolo.

- Levántate, que el piso no es tu cama- el castaño se estiró, murmurando varias maldiciones ya que al dormir allí sentía varios dolores.

- La próxima vez que te emborraches lárgate a tu hamaca- le dijo antes de que Kim bajara por las escaleras. Claramente no se acordaba nada de lo de anoche. Mejor. No quería ningún incoveniente. Fue al timón y chequeó su brújula.

Llegar a América tardaría tanto. Solo deseaba llegar de una buena vez. Probablemente Alya y Marinette se irían al terminar aquel viaje. No tendría que volverse a preocupar. Estaba seguro que ambas mujeres tomarían otro rumbo.

Vió la cabeza peliazul de la chica. Llevaba el pelo suelto, y al voltearse, lo llevaba en la cara. Rió al ver el aspecto de Marinette. Se acercó y le quitó los mechones de la cara.

- Deberías irte a desayunar- le dijo.

- En un momento. Quería agradecerte por lo de anoche- Adrien giró su cabeza evitando contacto visual.

- Ah sí. Digo, no me gusta que los hombres abusen de las mujeres. Es lo único que me parece repugnante- mencionó antes de acomodarse el pelo.

- Bueno, Kim estaba embriagado. No lo culpo del todo- contestó Marinette buscando el brillo esmeralda del rubio.

Navío al Rumbo /ADRINETTE/Donde viven las historias. Descúbrelo ahora