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El mundo no está en peligro por las malas personas, sino por aquellas que permiten la maldad.
-Albert Einstein.
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Samantha.
Cuando entro al vestíbulo le entrego la mochila en un saludo silencioso a uno de los dos vigilantes que están sentados a una mesa alargada hablando animadamente sobre sus vacaciones. Ellos la abren mientras siguen su conversación y revisan que no llevo ningún arma o cualquier objeto peligroso.
Cruzo el arco del detector de metales desapercibida. El silencio indica que voy limpia. En el instituto de Searles Valley no era necesario esta seguridad y cuando puse los pies aquí por primera vez me pareció chocante esta inspección de entrada, pero en las grandes ciudades lo tienen todo muy controlado y después de tantos años ya lo veo normal.
Hecho un vistazo alrededor mientras espero frente a la mesa a que los guardias acaben la revisión. Todo en el hall permanece igual desde junio, en realidad desde los últimos cinco años. Las paredes blancas que han adquirido un tono tostado desde su última mano de pintura están repletas letreros y carteles de prohibición haciendo campaña en contra de armas y drogas.
Banderines de todos los países cuelgan de los techos en representación a la comunidad multicultural y multirracial que compone este instituto. En Woodrow los estadounidenses somos un grupo minoritario, la mayoría del alumnado procede de países latinos y gracias a ello mi nivel de español ha mejorado, aunque aún no es muy bueno.
Vuelvo a mirar a los vigilantes al ver que la charla entre ellos sobre sus viajes se aviva en un debate de qué destino es el mejor mientras registran los interiores de mi mochila flemáticos y sin prestar mucha atención a su contenido. Podría tener una pistola escondida y la pasarían por alto.
—¿Y tú qué piensas? —pregunta de repente el más mayor.
Tardo unos segundos en darme cuenta de que se dirige a mí y lo miro sin saber a qué se refiere. No estaba prestando mucha atención a su cháchara vacacional.
—¿Cancún o Hawái? —me pregunta señalando a su compañero con la mano y después a sí mismo.
Sopeso la respuesta mientras me miran expectantes y deseosos de que diga el lugar que le corresponde a cada uno ¿De verdad les importa mi opinión?
—Hawái —contesto sin pensármelo mucho.
Ninguno de los dos destinos me gustan, prefiero los lugares clásicos, pero entre esos opto por Hawái porque se habla el mismo idioma.
—No tiene nada que ver —rebate el joven a su compañero —Es como comparar a Obama con Trump. Hawái son playas y paisajes y Cancún es cultura y ruinas.
—Tú mismo lo has dicho, ruinas ¿Y para qué quiero ver yo un montón de rocas medio cayendo? Igual se me cae una encima—su tono gracioso me hace reír —Además, Hawái también tiene su cultura hawaiana.
—Vale, sí, Hawái también tiene cultura —le da la razón —Pero la cultura maya es mucho más antigua e interesante porque... Espera... —se interrumpe a sí mismo al ver algo que le llama la atención dentro de mi mochila.
Lo miro confundida. Que yo sepa no guardé nada extraño.
—¿Y esto? —pregunta sacando mi Walkman.
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Always 1 - Destinos Cruzados #PGP2017 #BLAwards2017
Teen Fiction"CUANDO DOS DESTINOS SE CRUZAN ES IMPOSIBLE SEPARARLOS" Hace años que Samantha MacAuliffe vive en un suburbio de Los Ángeles, pero todavía no se adaptó a la gran ciudad. A pesar de vivir en la capital mundial de la fama, la moda y la diversión, su d...