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La irregularidad, es decir, lo inesperado, la sorpresa o el estupor son elementos esenciales y característicos de la belleza.
-Charles Baudelaire.
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Samantha.
Evan cierra la puerta tras su entrada y se dirige por el pasillo frontal hacia el sitio vacante del otro extremo de la clase. Arrastra consigo una notable cara de sueño y carga su mochila con tanta apatía que se le caerá si el asa pierde el punto de apoyo sobre su hombro.
Vino tan atrasado que no pudo pasar por la taquilla a dejar sus cosas. No sé por qué, pero no me resulta raro que llegara tarde el primer día de clase y no creo que sea el único ni tampoco el último. Seguro que va a ser algo habitual en él. Aunque no lo conozca a fondo ya lo conozco lo suficiente.
Lo sonámbulo que va hace que me pregunte si acaso se dio cuenta de que ha entrado en una clase o si quiera de que llegó al instituto. Sea lo que sea que haya estado haciendo anoche le pasó factura. A saber lo que habrá hecho, cualquier cosa menos dedicarse a descansar. Dudo mucho que estuviera jugando a videojuegos como Jake, Evan no da el típico perfil de jugador.
Evan ignora a todos a su paso, incluso a Matusalén, que se pone en pie mirándolo con fijeza en lo alto de la tarima y carraspea, pero Evan no se da por aludido. Con la cara de dormido que tiene estoy convencida de que ni lo escuchó y Matusalén pasa a la siguiente medida.
—Alto ahí, señorito —ordena a la vez que alarga el bastón cerrándole el paso.
Evan se va a dar contra la caña, estoy segura, y observo atenta mientras paso a paso avanza directo a la colisión sin si quiera percatarse, desoyendo la orden de Matusalén. Los demás tampoco le quitan ojo de encima a la espera del choque, todos lo desean, pero nadie tanto como yo.
Estoy preparada para reírme de Evan sin contención, aunque eso me cueste una posible advertencia de Matusalén, pero al menos me quedaré a gusto y habrá valido la pena. Con suerte incitaré a todos y se me unirán una veintena de carcajadas para ridiculizarle como venganza por el mal rato que me hizo pasar ayer.
Segundos después Evan chafa todos mis planes frenando en seco justo a tiempo. Tuerzo los labios con disgusto. Queda a tan pocos centímetros de la improvisada barrera que la distancia entre su cuerpo y el bastón es imperceptible desde mi posición.
<<¡Por que poco!>>
Evan recorre con mirada de sorpresa la barra de madera ante él y sube la vista hasta dar con el rostro arrugado de Matusalén. Sus ojos claros cobran vida dejando vislumbrar su desconcierto porque no le permita seguir el camino y los ojos de Matusalén le devuelven la mirada con supremacía.
Quizá pueda tener el gusto de gozar con una riña, aunque a Evan no le debe importar que lo regañe un profesor.
—¿Qué pasa? —le pregunta desorientado.
¿De verdad no se dio cuenta aún del problema o se hace el tonto para suavizar a Matusalén con su candor artificial?
—Que no puedes entrar sin avisar como si esto fuera tu casa —le recrimina manteniendo el bastón alzado frente a Evan —Se pica y se pide permiso.
—Ah... Sí... —dice tocándose el puente de la nariz como si acabara de caer en la cuenta de ello —Se me olvidó —se excusa bajando la mano.
Su voz sonó serena, pero yo que Evan no estaría tan tranquila, puede acabar mal y lo cierto es que disfrutaría de ello. Quiero que Matusalén lo castigue sin recreo, que lo mande al despacho del director o, mejor aún, que sea expulsado, así el problema sería zanjado de raíz. Por un momento me siento mala persona por querer todo ese mal para él, pero desecho el remordimiento al pensar que Evan debe ser peor.
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Always 1 - Destinos Cruzados #PGP2017 #BLAwards2017
Teen Fiction"CUANDO DOS DESTINOS SE CRUZAN ES IMPOSIBLE SEPARARLOS" Hace años que Samantha MacAuliffe vive en un suburbio de Los Ángeles, pero todavía no se adaptó a la gran ciudad. A pesar de vivir en la capital mundial de la fama, la moda y la diversión, su d...