La vida cambia cuando nosotros cambiamos.
-Andrew Matthews.
Samantha.
Esta mañana mi padre y yo acompañamos a mamá al aeropuerto para despedirnos de ella. Se va unos días por asuntos de trabajo a Sacramento, la capital de California. Su ascensión en la empresa la hace viajar bastante.
Mis padres hablan entre ellos, pero no los oigo, voy escuchando música con el Walkman. En mis auriculares suena la voz del legendario Kurt Cobain cantando Come As You Are mientras miro distraídamente el paisaje pasando a través de la ventanilla. Casas y palmeras. Aún no hemos salido de El Sereno.
Por primera vez en mucho tiempo hay nubes en el cielo. Blancas, redondeadas y algodonosas. Casi había olvidado el aspecto que tenían de tanto tiempo que pasé sin verlas. No hay bastantes para impedir el paso del sol, que cubran todo el cielo ya es misión imposible, solo está parcialmente nublado, la mayor parte está azul y las nubes dispersas tapan el sol de forma pasajera en su lento desplazamiento.
La luz en Los Ángeles es diferente a Searles Valley, más tenue a pesar de hacer sol. Es la contaminación, esa capa de partículas que flota sobre nuestras cabezas. Aun así se nota el calor, puede que hasta con más fuerza a causa del ambiente sobrecargado. Cuando me mudé a la ciudad lo noté hasta en el aire que respiraba, olía diferente, pero ya me acostumbré.
De camino vemos al vecino. Está hablando por su teléfono móvil apoyado contra un muro grafiteado ¿Pero cuánto fuma al día? Más de una cajetilla, seguro. Las pocas veces que lo he visto siempre ha sido con el cigarro en la mano, es como una extensión más de su cuerpo, una parte esencial de él.
Parece estar esperando algo o alguien. Resoplo y me doy con la mano en la frente cerrando los ojos. Otra vez lo tengo que ver. Desde que llegó al barrio no he pasado ni un solo día sin verlo. Con otros vecinos no coincido tanto...
Su vista pasa casualmente por el coche y al distinguirnos saluda con la mano y una sonrisa mientras sigue hablando al móvil, aunque su saludo parece ir dirigido expresamente a mí por la forma en la que su mirada se detiene dónde estoy. Mis padres lo reconocen y le corresponden al saludo.
Cruzo los dedos porque pasemos rápido y su encuentro sea fugaz, pero el semáforo se burla de mí y se pone el rojo.
<<Mierda.>>
Maldigo al semáforo para mis adentros y lo fulmino con la mirada deseando que desaparezca, pero ahí sigue de pie riéndose de mí.
El coche frena frente al paso de cebra y quedo a la misma altura a la que está el chico, solo separados por pocos metros y la fina pared de carrocería. Nunca estuvimos tan cerca y no entiendo por qué eso hace que se me acelere el corazón.
No lo quiero ver y mucho menos después de lo del día anterior. Me hundo en el asiento en un acto inconsciente de protección. Apoyo el codo contra la ventanilla, me llevo una mano a la frente bajando la mirada y giro la cabeza con sutileza hacia el otro lado para eludirlo. Tengo la infantil creencia de que si yo no lo veo, él tampoco me verá a mí, pero sé que no es cierto.
Escucho la risa amortiguada del chico. No sé si se ríe de mi estúpido método de evadirlo o de algo que le han dicho al otro lado de la línea... No me atrevo a mirar para descubrirlo.
Una vez más el calor invade mis mejillas. Quiero ser invisible... La capa de invisibilidad de Harry Potter no me vendría mal, tengo que pedirla para el siguiente cumpleaños o para Navidad que está más cerca ¡Qué pena que no exista! Sería todo un éxito.
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Always 1 - Destinos Cruzados #PGP2017 #BLAwards2017
Teen Fiction"CUANDO DOS DESTINOS SE CRUZAN ES IMPOSIBLE SEPARARLOS" Hace años que Samantha MacAuliffe vive en un suburbio de Los Ángeles, pero todavía no se adaptó a la gran ciudad. A pesar de vivir en la capital mundial de la fama, la moda y la diversión, su d...