∞Capítulo 1∞

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El tiempo es activo, produce. ¿Qué produce? Produce el cambio. El ahora no es el entonces, el aquí no es el allí, pues entre ambas cosas existe siempre el movimiento.

-Thomas Mann.

Samantha.

Cuando abro los ojos lo primero que veo es la blancura del techo sobre mí. Amodorrada, lo miro fijamente con los ojos entreabiertos y sin moverme de mi posición bocarriba mientras los pájaros cantan fuera la misma melodía de todas las mañanas.

La luz se cuela por la ventana alumbrando mi cuarto, pero sigo acostada dejando pasar largos segundos hasta que el sueño se desvanece lo suficiente para moverme. Me incorporo y desvío la mirada al reloj digital de la mesita de noche. Cuando veo la hora me sorprendo. Creía que sería más tarde, pero son poco más de las nueve de la mañana.

Resoplo poniendo los ojos en blanco y me dejo caer echada en la cama como si me desmayara. El colchón rechina a modo de queja.

Hace mucho que no me despierto tan temprano. Lo cierto es que no recuerdo la última vez que me desperté tan pronto sin tener que madrugar obligada para ir al instituto. Soy muy dormilona, siempre duermo hasta las tantas, pero hoy, por alguna extraña razón, mi reloj interno se adelantó unas horas.

Me vuelvo a acomodar para reconciliar el sueño. Le doy la espalda a la ventana echándome de costado y cierro los ojos tapándome la cabeza para que no me moleste la claridad.

Estos son los últimos días de las vacaciones de verano, falta menos de una semana para que comiencen las clases y tengo que aprovechar la oportunidad para dormir todo lo posible. Necesito coger fuerzas para soportar los madrugones que se avecinan con el depósito de sueños bien lleno.

Los minutos pasan. Quiero recuperar el sueño y no soy capaz. Me aburro, pero por muy perezosa que sea no tengo ganas de quedarme en la cama sin hacer nada. Me destapo gruñendo frustrada y me levanto.

<<¡Jo! ¿Por qué me desperté? No quería...>>

Espabilo y lo primero que hago es ir a la ventana. El Sereno es un barrio del Este de Los Ángeles con vistas privilegiadas a la ciudad. Desde aquí se ven los altos rascacielos del centro brillando en la distancia bajo un cielo azul totalmente despejado. Hoy es un día limpio, no se ve la habitual capa de contaminación nublando el horizonte.

Cuando otra persona sonreiría contagiada de la felicidad de un día luminoso, yo hago un mohín de disgusto al ver el brillo del sol en lo alto. Ya debería de estar acostumbrada a él viviendo desde que nací en El Estado Dorado, pero no me gustan los días soleados, de hecho el sol está entre los primeros puestos de mi lista de cosas que más odio. Amo cuando no lo puedo ver, cuando una capa de nubes se encarga de esconderlo, lo cual viviendo en la radiante California ocurre pocas veces, así que lo soporto con resignación.

Abro la ventana para tomar aire fresco. Una gran equivocación.

<<¿Aire fresco? ¿¡Fresco!? ¿¡Pero en qué estoy pensando, Dios!? Eso no existe en Los Ángeles y mucho menos en agosto.>>

Al instante me recibe una sofocante ráfaga de aire golpeando mi cara a modo de saludo y creo morir. Casi me arrebata el oxígeno de los pulmones. Hace tanto calor que hasta la escasa brisa que hay es cálida.

Los veranos del sur de California son bastante calientes y totalmente secos. Calor y sequedad no son buena combinación hacen del verano una estación inaguantable y asfixiante.

Todos mis actos son maquinales e inconscientes. Se nota que acabo de despertar y mi mente medio adormilada aún no funciona correctamente, aunque nunca suele funcionar muy bien...

Always 1 - Destinos Cruzados #PGP2017 #BLAwards2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora