Capítulo 34: Daniel me enseña un anillo de compromiso

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Narra Briana:

Cuando salí de casa de García todavía brillaba el sol. No duraría mucho, pero no me importaba hacer esto de noche. Es más, puede que incluso fuese mejor, pero no podía perder tiempo.

Había cogido el autobús para ir a casa de García, y ahora no me quedaba otra opción que volver a cogerlo. En la parada había una mujer con un niño de un par de meses. Pensé en lo que me aprendí en clase de filosofía en el bachillerato: todos llevamos un psicópata dentro de nosotros, pero no sale a la luz si no lo alimentamos. Como la historia de los dos lobos que hay dentro de cada uno, uno simboliza el bien y otro el mal, siempre luchando pero nosotros decidimos cual alimentar.

El autobús llegó con un par de minutos de retraso, pero no me importaba mucho.

La parada de autobús estaba delante de la casa abandonada donde Daniel malvivía. Espere en la parada a que el autobús y la gente que se bajaba allí se marcharan mientras miraba en dirección a la casa. Cuando todo el mundo desapareció, el cielo se teñía de naranja dando entrada a la noche mientras yo entraba en casa de Daniel.

-¡Daniel!- Le llamé.

-Oh, hola Bri.

-Daniel, ¿¡Tu estás loco!?

-¿Que? No.

-El otro día estuviste en casa de Shopie, y también en la escena del crimen del cuarto cadáver.

-Eso es mentira.

-¿A si? García te tiene grabado en vídeo en ambas ocasiones. Daniel eras tú.

-Pareces increíble que a estas alturas del caso no te creas que hay alguien que intenta colgarme el muerto.

-Lo se, pero parecía tan real. Si conseguimos más pruebas como esa, no tendrás ninguna oportunidad si te dan caza.

-No me animas. Intenta convencer a la tal García de que no muestre el vídeo.

-Se lo dije, pero si nos pillan sería obstrucción a la justicia.

-Eso no es bueno.

-Intento arreglarlo como puedo.

-¿Se le veía la cara al chico del vídeo?

-No del todo, pero era rubio, de tu estatura y con la misma sudadera que la tuya.

-Podrían identificarme fácilmente.

-Confía en mi. No lo harán.

-Créeme, tengo fe ciega en ti.- Me miró.- Eres lo único que tengo.

Daniel me miro y a pesar de todo el sufrimiento que cargaba sobre su espalda, me pareció distinguir una pequeña sonrisa.

-¿Como esta Shopie?- Pregunto de repente.

-Bueno, como cabría de esperar. Casi tan asusta como tú y esperando desesperadamente a que vuelvas.

-La echo muchísimo de menos.- Dijo metiéndose las manos en los bolsillos.- La noche que me marché, iba a hacerle un regalo muy importante.

Acto seguido, sacó una pequeña caja de terciopelo blanco. Sonrió al verla y después la abrió.

 Sonrió al verla y después la abrió

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-¿Un anillo de compromiso?

-Iba a pedirle que se casara conmigo, pero entonces, recibí la primera foto. Me asuste, cogí el libro de Poe y salí corriendo sin darme cuenta de que lo llevaba encima.

-No sabes cuánto lo siento.

-En cuanto todo se arregle, el momento en el que se lo pida será el mejor de mi vida.

-Si te sirve de consuelo, el anillo es precioso.

-Shopie vio el anillo hace tiempo y le encantó. Ahorré durante mucho tiempo y por fin, hace un par de meses decidí dar el paso.

-No todos los hombres están preparados para dar un paso así.-Daniel sonrió.- Tengo que irme ya.

Salí de casa de Daniel y nada más salir, vi de frente a la persona que menos esperaba ver.

-Tyler.- Dije sorprendida.

-Hola Bri. ¿Que hacías aquí?

-Yo eh... pues...

En ese momento, Daniel debió chocarse con algo y se escucho desde fuera.

-Ahí hay alguien.- Dijo sacando una pistola y dispuesto a entrar.

-¡Eh, eh, eh! ¿A dónde vas?

-Aquí encontramos la pintada con la sangre de Austin. Si hay alguien ahí, me apuesto a que es el asesino.-Dijo entrando.

Entramos en la casa y yo no sabía qué hacer. ¡Tyler iba a pillar a Daniel! Entonces, se me ocurrió algo, me tropecé a posta con un montón de cajas y tablones creando aun más ruido​ del que hizo Daniel.

-¿Estas bien?- Dijo Tyler ayudando a levantarme.

-Si.

Esperaba que Daniel hubiera entendido la señal. Subimos a la planta donde estaba Daniel y Tyler la registro por completo.

-No hay nadie.- Dijo al acabar.

-¿Ves? todo está bien.

-Habrá sido algún vagabundo o algo

-Claro. Ahora venga, vámonos que mañana tenemos que trabajar.

Salimos de la habitación y antes de irme, Daniel salió de su escondite y sonrió satisfecho.

¡No fui yo!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora