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Era muy tarde cuando llegué a casa, pero Lucas decidió no irse a dormir todavía. Estaba sentado en su cuarto, a la mesa, mirando unos cuantos papeles. Su novia Sara dormía plácidamente en la cama cuando entré. Tan pronto como puse un pie dentro de la habitación sus ojos se encontraron con los míos.

—Al fin —murmuró, volviendo a su trabajo de de una vez.

—¿Lucas? —pregunté, y él gimió—. ¿Está todo bien?

Estaba preocupada por él. Me había acostumbrado a que él estuviera despierto hasta tarde, pero ahora eran casi las cinco de la mañana, y podía decir, por su cara, que había algo que le revolvía el estómago.

—Sí. ¿Cómo estuvo tu noche fuera? —replicó en breve e intentó cambiar el tema, pero yo no le iba a conceder aquello.

—Te hice una pregunta, y quiero que la respondas con honestidad —siseé, caminando hacia donde estaba.

Volteó la cabeza con rapidez hacia la cama, donde Sara se revolvía en su sueño, y me regañó por ser tan ruidosa.

—Sal de aquí, hablaremos luego. Quiero dormir un poco —habló, y me empujó fuera del cuarto, cerrándome la puerta justo en el rostro.

Suspiré, decidiendo dejarlo y no montar una escena.

—¿Qué te pasó anoche, Lukey? —arrullé cuando entré a la cocina, viéndolo con Sara sentados a la mesa y tomando café—. ¿Qué? ¿No hay café para mí? —Hice un puchero, y Lucas rodó los ojos.

—Prepáratelo tú —escupió; ahora era mi turno de rodar los ojos.

Vi que todavía quedaba algo de café en el recipiente y lo serví en una taza, sentándome junto a mi hermano.

—Dime —insistí, consciente de que él sabía a lo que me estaba refiriendo.

—Recibí unas noticias ayer, y no me gustaron —murmuró.

Sabía que le incomodaba hablar sobre esto frente a Sara, ella era de las que se preocupaban demasiado. Y a él nunca le gustó molestarla, por eso se guardaba un montón de cosas y prefería contármelas a mí.

—Oh, ¿y eso qué sería? —pregunté, intentando sacarle más.

—Bueno, por lo visto, Justin Bieber estuvo en el club nocturno anoche —dijo y le dio un sorbo a su café, entonces levantó la mano para pasársela por el cabello.

Mis ojos se agrandaron y una sensación repentina me invadió. No tenía idea de por qué mi estómago comenzó a dar vuelcos, pero de inmediato sentí náuseas.

—¿Qué? —jadeé, sin creerle.

Antes de ir allí, yo bromeaba acerca de cómo un hombre así nunca iría a un club nocturno, sería muy peligroso para él. Pero ahora que Lucas dijo eso me sentía culpable hasta por haber ido, era muy probable que se estaba muriendo de preocupación.

—Sí. No podía dormir sabiendo que estabas allí y que él también lo estaba. —Meneó la cabeza y Sara puso su mano en su hombro para calmarlo un poco.

—Te preocupas demasiado. Soy una chica grande, puedo cuidarme sola —me reí y con ligereza golpeé su hombro con el puño, pero a él no le hizo gracia.

En su lugar solo me miró, haciéndome casi huir de él.

—Hunter, él te pudo haber encontrado.

—Pero no fue así, estoy aquí ahora, ¿verdad? Y, de cualquier manera, ¿por qué habría de saber cómo luzco?

—Desconozco si él sabe quien eres. Eso es lo que me hace difícil saber si estás a salvo o no —masculló Lucas, pero yo sacudí la cabeza.

—No soy nadie importante en la pandilla ni una amenaza para nadie. Estoy segura casi por completo de que ni siquiera sabe que tienes una hermana —le aseguré, colocando mi mano en su hombro tenso.

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