My Bad Boy 2 [Eunhae +18]

Arranque

La ceniza cayó al suelo con elegante lentitud, manchando también los zapatos negros, cubriéndolos con calcinadas motas de los restos del puro que descansaba entre los dedos del peliazúl, en silencio abrumante oculto tras su escritorio, con el seguro impidiendo la entrada indeseada que le hiciera compañía 

Los sonidos de la ciudad le habían hecho fondo desde hacía un par de horas. Aspiró el aroma contaminado en el aire >eso era lo que llenaba sus pulmones<. Las ambulancias lejanas y el tráfico, le sofocaban incluso allí, en su silla. La lámpara no quedaba a más de estirar la mano, sin embargo, había preferido no hacerlo, no por pereza, si no por elección; ya habian sido varias noches que al igual que ésta, se sentaba a recordar, inundado por la necesidad de revivir una y otra vez las sensaciones que ahora sólo hormigueaban en la punta de sus dedos 

Cerró los ojos, normalizando su respiración, aislándose efímeramente de todo lo que le rodeaba y le vió, con los párpados cerrados, respirándo con tranquilidad recostado sobre un montón de ropa en una habitación vacía, le sintió. Apretó las manos. Tan cálido y con pulso seguro, le olió. No lo había notado de inmediato, pero su aroma había cambiado, ahora tenía un toque irrelevante de café.

Apenas entreabrió los ojos en la oscuridad y su cabeza se ladeó sin fuerza. Había deseado permanecer a su lado unos instantes más, cuidar su respiración en silencio, acariciar su cabello y la piel suave de sus mejillas. Tragó saliva. Besarlo aún más

Había logrado sostenerle por un momento, besarle por un instante, ahora tenía flashes que golpeaban su mente con lo que había pasado después; él mismo huyendo como un cobarde, tropezando en las escaleras y esa fotografía.... !esa maldita fotografía suya pegada en el techo¡, ¿Porqué Eunhyuk insistía en mantenerle vivo cuando él ya había muerto?. Apretó los ojos para alejar las lágrimas. Si no le hubiese invadido el pánico, hubiera pasado mas tiempo a su lado, una última vez

Era lo que se había reclamado a si mismo aquella noche, sentado en el pasillo que separaba el elevador de las habitaciones, sintiéndose arrinconado y falto de aire. Sus ojos pardos miraron lentos hacia el puro, entonces de manera mecánica lo colocó sobre sus labios, dándo una calada más, enveneándose a voluntad propia. 

Por poco no había sido capaz de manejar de regreso al hotel, sus manos habian temblado incontrolables todo el camino, todo él y sus ojos no paraban de inundarse, impidiendo que mirara los coches que había frente a él adecuadamente, siendo cegado por las luces que le apuntaban y sus oídos martilleados por los pitidos y, cuando había estado de vuelta, apenas fue consciente de apretar el botón dentro del elevador, antes de dejarse caer sobre la alfombra del pasillo y arrastrarse hasta la pared para sentir un apoyo 

Se había roto. Tenerle cerca nuevamente habia excabado tanto en el, en sus sentimientos que ese lazo, esa conexió invisible que le apegaba a él, se había reforzado después de mucho tiempo en tinieblas y le estaba ahogando 

La sensación era alarmantemente similar a la de hacía un año y medio atrás, la necesidad desgarradora de mantenerle a salvo, de todos, de él y de sí mismo >¿habría pasado algo si le hubiese despertado? ¿si hubiesa permanecido toda la noche con él hasta el amanecer? <

Le imaginó, como muchas otras ocasiones, despertando con los rayos de sol golpeándole el rostro, despeinado, adormecido y sonriendole contra la almohada, seguro, felíz, con él

Negó. Hubiera sido una tontería, habría echado al caño todos sus esfuerzos por mantenerlo alejado y seguro. Él estaba muerto y así debía continuar, para que él tuviese la vida que no había podido tener, la misma que él había trabajado por conseguir a cualquier costo 

Unos golpes resonaron contra la puerta, llamando su atención y haciéndole perder por un instante el hilo de sus tortuosos pensamientos. Descruzó las piernas y al levantarse y caminar, dejó el puro humeante sobre el cenicero en medio del escritorio. Abrió la puerta aguantando el aire en sus pulmones, saboreando el tabaco en su garganta