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Una mujer, sin sentido de la vergüenza, entra al metropolitano con un bulto en brazos

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Una mujer, sin sentido de la vergüenza, entra al metropolitano con un bulto en brazos. Debe hacer un viaje al otro lado de la ciudad.

Las estaciones pasan, la gente sube y baja, los vendedores gritan los precios de sus mercancías por sobre el bullicio. Después ella sale con los brazos vacíos, habiéndo dejado detrás una carga molesta.

A su lado, pasa un hombre de edad, harapiento, llevando consigo un estuche que cubre un instrumento. Su única forma de sustento, de trabajo, de vida

Aborda, y camina buscándo un lugar dónde sentarse y descansar. La gente se hace a un lado al olerlo y al verlo. Él les provoca inseguridad, lo sabe. Le da tristeza hacerlo

Finalmente, encuentra un asiento, lo suficientemente alejado de todo el público para no ser una molestia. Se sostiene del tuvo con fuerza cuando el transporte se menea al dar una vuelta y se prepara para sentarse, mira el asiento. Hay un objeto allí

Levanta la cabeza y busca por alguien que parezca haberlo perdido; sin embargo, nadie parece reclamarlo. 

El hombre se inclina de hombros y se sienta a su lado, sin moverlo o tocarlo. Ya que no era suyo

Las estaciones pasan, queda una más para que deba abandonar el vagón. La gente ha ido saliendo igualmente, hasta dejarlo en solitario. Casi nadie llegaba tan lejos en la ruta del metropolitano como el. Se dirigía a una parte malgastada de la ciudad, el único lugar donde podía vivir

De un momento a otro, el bulto a lado suyo parece hacer un ruido. El hombre voltea a verlo, atento a que lo repita, y lo hace, se mueve con mayor fuerza hasta lograr destaparse

Una carita se asoma entre la tela que le cubre y abre sus grandes ojos, mirándolo a él sin prejuicios. Es un bebé

El pobre hombre lo mira con impacto, asustado de la situación en la que lo habían claramente abandonado. Buscó ayuda con algún otro pasajero, pero ya nadie lo acompañaba en el vagón. Limpió sus viejas manos lo mejor que pudo con sus ropas y con cuidado lo tomó; el bebé se removió balbuceando 

Era tan pequeño, tan indefenso y estaba solo. Con aflicción, recorrió sus rasgos aún no definidos, su piel tan tersa y suave, con las mejillas sonrrojadas por el calor. 

Lo destapó un poco y al hacerlo, un trozo de papel cayó al suelo. Él lo recogió, parecía ser un acta de nacimiento, no era ni la mitad, era sólo un pedazo donde se leía, un nombre. 

 Kwon Ji Yong  

~

-¡apresúrate niño! ¡el último camión está por salir! -gritó el anciano, cargando como siempre el estuche de su violín. Tan viejo casi como él

-¡ya voy abuelo! -contestó el infante, correteando tras él, viéndo a lo lejos el camión al que debían alcanzar. Casa quedaba muy lejos para ir caminando

My Bad Boy 2 [Eunhae +18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora