Capitulo 52: Un rayo de esperanza

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No podía dejar de quejarme, el dolor era insoportable, clavaba mis uñas en los brazos de Kendall, pero este ignoraba aquello, y solo seguía causándome más daño, cerraba los ojos y apretaba los dientes, como forma de resistir aquella penuria, pero nada.

─Ya por favor... ─gimotee.

Pero ni caso me hizo. Se podía escuchar el movimiento acelerado del agua junto con las salvajes envestidas de Kendall, agarro mi cara fuertemente, y me hizo mirarle, en sus ojos podía ver la excitación desenfrenada que le causaba lo que hacia.

Me beso con una fuerza brutal, tanto así que pensé que me sacaría sangre de los labios, apretaba los dedos de mis pies, Kendall estaba siendo un completo salvaje. Trataba de hacer que mi mente se llevara a otro lugar, pero no podía, aquel momento tan doloroso se apodero de mi mente, y solo pensaba en eso.

─No sabes lo bien que se siente... ─susurró con los dientes apretados.

Después de decir eso, solo aceleró las envestidas, ahora agudizo el dolor al doble.

Se acercó a mi cuello y empezó a besarlo con desesperación, lloraba como una desquiciada, pero lastima que a Kendall eso no le importa. De repente el cuerpo de Kendall empezó a temblar y a descontrolarse, algo me decía que ya llegaría al éxtasis, y eso quería que pronto acabara.

Sus manos me sostuvieron fuertes, como obligándome a mantenerme quieta, para llenarme de él, pero antes de que pudiera correrse, recuperé fuerzas de donde no las tenía y le di un fuerte empujón, obligandolo a salir de mi interior, de su parte escuche una maldición, y tuvo que acabar él mismo para llegar a su punto máximo, lo cual aproveche para salir de la tina y tomar la toalla.

─¿A dónde... crees que vas...? ─Kendall murmuró cuando ya estaba corriéndose.

Pude presenciar aquella escena, pero no me quede ahí para ver que pasaba luego, abrí la puerta del baño y salí disparada. No me importaba si cuando doblara el pasillo habrían montones de guardias dispuestos a dispararme, prefiero eso mil veces, que volver a pasar lo que acababa de pasar, pero no podía correr de prisa, ya que mi parte intima me dolía y las piernas me temblaban.

Antes de doblar la esquina del pasillo apareció uno de los guardias armados, lo cual me hizo detenerme y resbalarme al mismo tiempo, cayendo sentada al piso, la toalla se desprendió de mi cuerpo, dejándome semis desnuda para él.

Mis ojos brillaron al ver que era el joven, que apareció cuando aquel hombre extraño de lentes oscuros quiso llevarme en su auto una vez. Aquel joven se sorprendió al verme, mirando a todos lados para luego verme.

─Señorita Lady Di... pero, ¿qué hace en esas fachas? ─solo atinó a decir eso.

─¡Ayúdeme! ¡sácame de aquí por favor!

Él tomó la toalla y me cubrió con ella. Sus mejillas tuvieron un ligero sonrojo.

─No puedo hacer eso señorita, si Kendall te ve afuera de tu habitación, y por cierto, ¿cómo salió de allí? ─me miró curioso.

─¡No me pida explicación solo ayúdeme!

Me ayudo a levantarme.

─Señorita ─me miró─. Dígame ¿qué le paso?

Abrí la boca para decir algo, pero en ese momento alguien me dio un fuerte jalón que casi me voy de bruces al piso si no me sostuvieran. Pude ver la cara enfadada de Kendall, llevaba sus pantalones puestos solo eso.

Cuando me repuse completamente, me miró con furia.

─¿Cómo te atreves a salir así? ─pregunta con mucha frialdad.

Aléjate De Mí (En Correcciones)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora