Empecé abrir los ojos poco a poco, una luz blanca daba de lleno en mi cara, intente mover mi mano para tapar mi cara, pero algo pesado me lo impidió, un dolor jamas sentido por mi cuerpo me atravesó por completo obligándome a soltar un alarido quejido, abrí mis ojos por completo y no sabia donde rayos me encontraba, ni siquiera sabia que rayos había pasado, estaba intentando recordar algo, pero nada.
Veía un techo pintado de blanco con la bombilla que transmitía esa fuerte luz blanca, me percaté que estaba acostada en una suave cama, levante mi cabeza un poco, y mi corazón se aceleró cuando me di cuenta que estaba en ropa interior, pero lo peor era ver que unos grilletes estaban alrededor de mis muñecas y tobillos, era prisionera de aquella cama.
─Dios mío... ─susurré.
No podía moverme, no por los grilletes sino por aquel insoportable dolor, mi cabeza me dolía un poco.
─¿Dónde rayos estoy? ─dije con un hilo de voz.
Volví a recostar la cabeza en la cama. Una desesperación inminente me agolpaba, quería tener super fuerza para romper esos grilletes y tomar cualquier cosa para taparme y salir de aquella habitación en la que me encontraba, me estaba dando cuenta que la habitación en realidad era blanca, no era que mi vista me estaba dando fallos. Estaba aterrada porque alguien me tenía su prisionera, y al parecer era alguien muy depravado para aprisionarme en ropa interior.
─¿Quién rayos haría esto? ─pregunté en voz baja.
Enseguida la puerta que estaba al lado mío fue abierta. giré hasta donde el dolor que me poseía me lo permitió, un hombre robusto y alto entró a la habitación, su cara estaba demasiada seria, y usaba unos lentes oscuros al igual que toda su ropa, me miraba con aire de indiferencia, aunque después cuando su miraba protegida por aquellos lentes se posaron en mi cuerpo semis desnudo sonrió solo un poco.
─¡Señor ya despertó! ─gritó aquel intimidante hombre.
Aquel sujeto salió, no se cuantos segundos pasaron para que un hombre con capucha gris entrara; el miedo, el pánico y la desesperación me mataban. Aquel hombre misterioso cerró la puerta con seguro, y comenzó acercarse a mí, un extraño escalofrío se apoderó de mi cuerpo.
Aquel hombre con capucha se arregló sus jeans para luego ponerse de cuclillas frente a la cama, y poner su rostro cerca del mío, colocó una de sus manos en mi vientre y con la otra acarició mi cabeza, aquellas caricias se sentían pesadas y molestas, al parecer tenía una herida en mi cien izquierda.
Tenía una inmensa curiosidad por saber quién es ese hombre, pero al mismo tiempo tenía miedo.
─¿Quién es usted?
─No puedo creer que por una simple capucha no me reconozcas.
Todo vello de mi cuerpo se erizó, tragué duro.
─Kendall... ─dije con un ligero temblor.
Se quitó la capucha dejando ver sus ojos rojos, al parecer había llorado mucho, la coloración en la parte blanca de sus ojos era tal, que la parte gris resaltaba mucho, lo hacia ver como un demonio asechando a su próxima victima para poseer.
─Creíste que se iban a salir con la suya? ─dijo con voz ronca.
─¿De que hablas? ─pregunté.
Y como si todo fuera un flashback, los recuerdos de lo que pasó antes de perder el conocimiento vinieron a mí; cuando venía con Javier en su auto, una luz blanca dando en lleno en la cara, el auto dando vueltas y por ultimo una aterradora imagen de Javier con el cráneo chorreante de sangre pegado al vidrio.
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Aléjate De Mí (En Correcciones)
Novela JuvenilMoría por estar en tu vida... Ahora muero por salir de ella.