El comienzo

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                   🌨Capítulo 2
   ¿Qué hacíamos? Nada ¿Qué esperábamos? Un cambio. El inconformismo generalizado era mudo en Eddwingood. Enojados internamente y en pequeños círculos cerrados como sectas. Culpando al sistema de todos nuestros sufrimientos. Pronosticándonos a un destino interminable de desgracia. Una vista amarga del futuro sin cambio. Sempiterno odio a todo. Odio, solo algunos sentían eso.
      A la semana de la muerte de Edd, el cuerpo de Bridgette Friggy fue encontrado al lado del lago. Friggy no era de las más santas y estudiosas de todas las mujeres. Disfrutaba del alcohol y las fiestas. No fue casual, según la gran mayoría ignorante, que haya muerto de sobredosis. Ella podía ser un poco rebelde en cuanto a su forma de festejar la vida, pero no era de la clase de personas que derrochaba todo su ser y que odiaba a el mundo. Friggy era una chica mediática, siempre lucía bien y le importaba mucho su apariencia. Era de andar con muchos chicos y de salir a bailar. Aunque, si bien la gente la prejuzgaba, para a mi, Friggy no era tan desmedida como para caer en las drogas y morir a causa de ellas. En fin, su muerte significó otro funeral y otras palabras más. Bridgette y su belleza, incluso muerta, atrajeron a los medios. Fuimos entrevistados. Pasamos a ser tendencia. Todos hablaban de nosotros, pero, al acercarnos se callaban. Todos nos miraban, pero nadie nos observaba del todo. Pensaban en nosotros pero de una forma superficial. Nadie se interesó lo suficiente como para sentirnos contenidos. Fuimos nosotros mismos quienes pudimos, a partir de una cooperación mutua, salir adelante. De todos modos, siempre había sido así. Nunca nadie presta atención en los alumnos de secundaria. Porque ni si quiera se sabía qué éramos : ¿niños o adultos? Ninguna de las dos era correcta.
       Pero la vida siguió. Otra compañera muerta de Sexto B no la iba a parar. El curso cada vez estaba más vacío. Los chistes de Hooligan se escuchaban cada vez más, las risas de Sally y Gigy retumbaban aún más fuerte y los comentarios de Fargo se hacían más presentes. Nos mirábamos las caras preguntándonos qué hacíamos ahí. Las miradas empezaron a ser palabras y de las palabras surgieron las inquietudes y los planes. Un grupo compañeros comenzamos con el principio de una larga lucha. Empezamos a ver lo que nadie quería ver.
      Recuerdo que ese grupo estaba conformado por las mentes más distintas de todas. Mentes estigmatizadas con falacias. Personas que parecían ser otra cosa. Gente que no era lo que se denominaba como: pensante, disconforme y revolucionario. Chicos y chicas mediáticos, con bellos cuerpos y vidas de lujo; como así también personas que aparentaban ser eso; y al mismo tiempo gente de un perfil más bajo y de pensamientos más liberales. Una mezcla potente de diferentes realidades que se unían para combatir contra la más grande injusticia: la mentira. Los lindos y reconocidos, los revolucionarios y vencidos, los filósofos y disconformes, todos bajo un mismo techo.       Doce chicos. Seis mujeres y seis hombres. Seis de esos doce eran cercanos a mi. Con una de las chicas tenía una buena relación. Con otra de ellas podía hablar bien y compartir, pero teníamos nuestras peleas. Uno de los chicos me quería y yo lo quería, pero ninguno sabía bien por qué. Los otros dos eran más desconocidos que conocidos, pero entre esos últimos tres que nombré se llevaban bien.
    Otras personas como Daria Kent, la gótica y, sorprendentemente, extrovertida,  Juliet Weslinton, una genio sin percibir, y Dakota Volderof, la chica más distinguida de la Sección A, se nos unían de vez en cuando en nuestra lucha por la verdad.
      Y así fue cómo empezó todo. Cómo cada día fuimos excavando la realidad que nos rodeaba. Unidos ante la desgracia más grande que azotaba al pueblo de Eddwingood. Un fenómeno que dejaba a padres sin sus hijos, a hermanos sin sus pares, a amigos sin sus pilares y a Santa Victoria sin sus alumnos.

La teoría de "Los 12"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora