Love Letter

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Como todos los días, desde hacía casi seis meses, Leo llegó puntual, y dejando atrás su ya usual semblante de tristeza entró a la habitación. El sentirse aterrado y totalmente desconsolado eran dos de los sentimientos que más prevalecían en su interior, pero siempre mostrándose firme. Se acercó al sillón al lado de la cama en la que el cuerpo de Ken descansaba, dormido.

— Hola... hoy te ves... bien, aunque tú siempre luces bien — dijo a modo de saludo.

Mientras lograba ordenar las palabras que necesitaba decir, un pequeño suspiro salió de entre sus labios. Tomando una de las manos de Ken, para acariciarla con cariño; se fijó a detalle en todo lo que lo rodeaba, aunque conocía el espacio a la perfección, eso siempre lograba calmarlo de cierta forma. Así que fijándose en la mesita a su lado, pudo notar que las flores habían sido cambiadas, que el libro que había dejado un día antes aún seguía en el mismo lugar, y que el deshumidificador seguía haciendo su trabajo de forma pausada sin hacer ningún ruido. Al menos esas eran las partes que menos odiaba de la habitación de Ken; porque en el momento que miraba hacia el otro lado, el duro golpe de la realidad lo dejaba noqueado. Máquinas con infinidad de cables, asociadas a monitores que mostraban el poco avance de Ken en los últimos cinco meses, le confirmaban que el tiempo se extinguía con cada minuto que pasaba.

Apretó la mano de Ken y acercándola un poco más a él, depositó un pequeño y dulce beso en el dorso muy silenciosamente. Recorrió el perfil del bello durmiente, marcando cada parte de su rostro, de modo que quedara grabada en su memoria para la posteridad. Lo necesitaba.

—... Incluso si no soy bueno hablando, por favor entiéndeme ¿sí?... Te diré todo lo que he estado guardando sinceramente ¿Recuerdas el día que nos conocimos? Ese día tus hermosos labios me sonrieron...



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Leo acababa de salir de una librería totalmente entusiasmado, por fin su autor favorito se había animado a hacer una precuela de su tercera historia, y Leo como muchos aficionados a la ciencia ficción, estaba muy contento por ese suceso. Pero por lo distraído que iba al hojear su nuevo libro, no se fijó y golpeó a la persona que estaba a punto de entrar al mismo lugar.

— Lo siento, no me fije — dijo Leo disculpándose.

— Pierde cuidado, yo estaba viendo el celular... ¡Espera! ¿Esa es la nueva novela de XYZ?

— Así es — dijo con cierto orgullo Leo.

— ¡Dios! Yo amo sus historia — respondió Ken sonriendo muy gustoso de haber encontrado a otro aficionado a los libros que él tanto adoraba.

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—... Después de ese día, yo estaba decidido a nunca soltarte de mis brazos y seguir hasta el final. Pero las cosas no siempre salen como uno las planea ¿verdad?

Su siguiente encuentro fue bastante predecible, la misma librería fue testigo de un amor que comenzó como una amistad, cimentada en la gran devoción que tenían ambos por la lectura. Y con el paso del tiempo otros gustos fueron añadidos sin darse cuenta.

— Decir ❝te amo❞ con palabras podría no ser suficiente, pero aun así quiero confesártelo... Quiero estar contigo, siempre un paso atrás ti — confesó con la voz un tanto quebrada y sintiendo un gran nudo en la garganta formarse cada vez más rápido.

Sin ser realmente consciente, algunas lágrimas comenzaron a surgir de sus ojos, las cuales se volvieron cada vez más prominentes, cuando a su mente llegaron los recuerdos que involucraban a Ken, en tantas formas diferentes. Aunque la imagen que más se repetía era la de un Ken riendo, haciendo muchas caras graciosas para que él, también se divirtiera.

— No olvides que hay una persona que te protegerá... sabes que después de conocerte, encontré algo que hacer...


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— Voy hacerte sonreír cada día ¡Todos los días! — dijo gustoso Ken al ver como finalmente Leo reía, pero no de la forma en la que siempre lo hacía, esta vez era desde el fondo de su corazón.

— Estás loco, ¿lo sabías?

— Puede ser, pero te estás riendo con este loco — comentó Ken haciendo una reverencia en frente de Leo, ocasionando la extensión de la risa de Leo, y que está fuera aún más fuerte — aunque también puede haber momentos en los que realmente esté ocupado, pero en mi mente solo habrá pensamientos sobre ti y alguna estrategia para que vuelvas a reír.

«Cuando me dices cosas para que me sienta mejor, cuando tus ojos me miran... Esas cosas hacen que me sienta vivo» — pensó Leo mirando a Ken con dulzura, ya que en verdad se estaba metiendo bajo su piel.

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— No tengo más palabras que decir, solo que... te amo.




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Ken salió de su casa dispuesto a decirle a Leo que lo quería, y que estaba enamorado de él. Lo había meditado durante toda la noche y, por más que había tratado de convencerse de que no era así por el bien de su amistad, siempre llegaba a la misma conclusión. Así que reuniendo todo el valor que pudo, subió a su auto y en menos de dos minutos ya estaba en la carretera, sintiendo la adrenalina recorrer todo su cuerpo.

Repasando mentalmente lo que le diría y la forma en la que lo abordaría paró en un cruce, pero un conductor al no respetar la señal de tránsito en la esquina contraria, se impactó con el auto de Ken de una forma tan estrepitosa que en el instante, el conductor murió  dejando con heridas graves a Ken, quien después de ser llevado al hospital y que le practicaran varias cirugías, entró en coma.


— Te amo, te necesito — dijo Leo siendo un completo mar de llanto.

Los doctores encargados del caso de Ken entraron a la habitación junto a los padres de este, quienes con los rostros destrozados, vieron el cuerpo de su hijo postrado en esa cama de la cual al parecer nunca despertaría. Uno de los monitores comenzó a mostrar un sonido desigual, y entonces todo se volvió órdenes, gritos y sufrimiento... pero sobre todo, mucho dolor.



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— Te agradezco mucho por esperarme hasta el final... Por mirarme sin ningún temor.

— Solo tienes que apoyarte en mí, y cree en mi amor — respondió Leo tomando de la mano a Ken.

— Estas diciendo que ¿estaremos juntos para siempre y por siempre?

— Seré solo tuyo. Y si te quedas a mi lado, yo te consolaré... Nuestro amor no terminara incluso si el mundo se acaba.

— Te amo, gracias por ser como eres — respondió Ken envolviendo el cuello de Leo dispuesto a besarlo.

Na Saranghaji? [One Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora