Beautiful Killer

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No podía hacer ningún tipo de movimiento, levantó sus manos en señal de rendición. La oscuridad era cada vez más gruesa. La primera vez que se vieron no fue precisamente una grata situación, incluso antes de eso quizás ninguno de los dos hubiera imaginado encontrarse en una situación como esa.

Cuando por fin Ken estuvo con ambos pies en el suelo, el aire regresó a sus pulmones. Leo lo había salvado de que recibiera la paliza de su vida. 

No había ninguna razón para que confiara, pero se fue con él.

— ¿Te encuentras bien? — le preguntó Leo cuando estuvieron en una zona más iluminada.

— En este momento no puedo pensar, siento que mis pies se mueven primero — fue lo que le respondió.

Pensando en un sinfín de cosas y en nada al mismo tiempo. En el temblor de la oscuridad "mis ojos son la luz" fue lo que Ken pensaba, al ver bien el rostro de la persona que lo había salvado. Y sin previo aviso la lluvia comenzó a caer.

Inconscientemente se acercaron el uno al otro, escuchando el ruido de las gotas de lluvia como si fueran una gran alarma siendo apagada. Para cuando llegaron al primer toldo ambos estaban totalmente empapados.

— ¿Crees que algún taxi quiera llevarme? — Ken preguntó girando su rostro y deteniéndose a ver como las gotas de lluvia caían aun del cabello largo de Leo.

— ¿Con esta lluvia? no lo creo...Soy Leo por cierto — le dijo tendiéndole una mano presentándose.

— Ken...oye gracias por ayudarme, sino te hubieras aparecido no sé cómo hubiera acabado.

— Ya olvídalo. ¿Vives muy lejos de aquí?

— Si te refieres a que vivo justo del otro lado de la ciudad, supongo que sí.

— Bien, entonces no nos queda otra opción, vendrás conmigo a mi casa.

— ¿Qué?


* * *


Cuando estás seguro simplemente lo sabes, fue lo que sintió Ken al ver la sinceridad con la que el otro le había hablado. Ken siguió a Leo cerca de 10 minutos hasta un complejo de departamentos bastante lujoso.

En cuanto cruzaron el umbral de la puerta principal, el pensamiento de que Leo fuera en verdad un asesino serial, quedó descartado de la mente de Ken, en cuanto vio el interior de su departamento. Cualquiera diría a simple vista, que el que vivía ahí no era alguien muy dado a la limpieza, al menos el que fuera un obsesivo de la limpieza, como la mayoría de asesinos seriales según Ken, quedó fuera de radar.

Leo le dijo que podía tomar una ducha y le prestó algo de su ropa para que se cambiara. Tomó la ropa y fue a ducharse, mientras Leo preparaba algo de té caliente para que ambos entraran en calor.

Ken había pasado el susto de su vida, el mismo dia que encontró al amor de su vida. 


* * *


Desde aquel día ya habían transcurrido tres meses. Y ahora Ken sentado a un lado de Leo viendo una película en su sala de estar, recordaba el paso del tiempo en el mismo lugar. Leo se presionó un poco más a él. En definitiva Leo no era un asesino serial de verdad, pero ese día había apuntado al corazón de Ken, y él había caído rendido en su trampa.

Su sonrisa de tipo cuchilla cortaba su corazón, o al menos eso era lo que Ken siempre pensaba de la de Leo, la cual no siempre la mostraba  o eran muy escasas por su carácter serio, pero lo que siempre alegraba el corazón de Ken era que todas eran para él.

— Hermosa asesina — dijo Ken pensando en voz alta, sobre la sonrisa de Leo.

— ¿Qué? — le preguntó Leo algo confundido.

Ken solo sonrió, estaba grabando la belleza peligrosa de su pareja en lo más profundo de su corazón.

— ¿Esto es real o es un sueño? Lo único seguro es que tú estás aquí a solas conmigo — dijo Ken tomando de la mano a Leo y entrelazándola con la suya.

— ¿Te sientes bien? Dices incoherencias — le dijo Leo observándolo detenidamente.

— Tus ojos son tan hermosos.

Leo solo frunció el ceño, no era muy común que Ken se pusiera decir ese tipo de cosas, y estaba a punto de contrarrestar con algo ingenioso, pero justo a tiempo Ken se abalanzó a besarlo sin darle tregua a decir nada. Sólo había una opción para que el otro entendiera a qué se refería. Excavando en su corazón como la voz que lo llamaba, justo eso era lo que Ken sentía cuando estaba con Leo.

Después sin miedo Leo saltó hacía Ken, acomodándose encima de él en el sillón para tres plazas.

— Leo — dijo Ken entre risas.

— Creo que son mis instintos. Tú sabes — dijo y volvió a besarlo pero esta vez con mayor pasión.


* * *


Ambos cuerpos se movían sin procesar nada a través del cerebro. Todo era sensaciones transmitidas a través de caricias. Con los ojos cautivados por la escena que le mostraba Leo, Ken recibió un golpe fatal. Sintiendo mucho calor, el éxtasis llegó destructoramente para ambos después de un par de minutos.

Envolviendo ambas manos alrededor del cuello de Leo, Ken puso su frente en la del contrario.

— Eres un asesino, un día de estos vas a matarme de placer — le dijo entrecortadamente, mientras exhalaba cada palabra a la vez.

— Tú me haces volverme loco, y no tengo manera de detenerme.

— Entonces confiaré en tus manos.

Mostrándole una amplia sonrisa, Leo cerró sus ojos y depositó un par de pequeño besos en los labios de Ken.

— En este momento, tú eres mi última fantasía.

Na Saranghaji? [One Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora