Maze

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Hyuk había estado enamorado de la misma persona durante casi dos años. Pero para su desgracia, su amor platónico solo no era gay, sino que además ni siquiera sabía de su existencia. El trabajar en la misma corporación multinacional no era más que un lugar en común, porque ni siquiera trabajaban en el mismo piso del inmenso edificio, aunque eso no evitaba que de vez en cuando y en la ocasión en que solía tener suerte, se topaba con Bin dentro del elevador, un chico que trabaja como contador en el quinto piso.

— Gracias — dijo gentilmente Bin, cuando Hyuk sostuvo el mecanismo de cerrado de las puertas para darle tiempo para que el otro entrara.

Hyuk lo vio acercarse al tablero y oprimir el número cinco, él lo hubiera hecho sin ningún problema sino fuera porque las palabras simplemente no salían de su garganta cada que solía encontrarse con Bin. El pobre de Hyuk se sentía como si estuviera dentro de un laberinto, corriendo y corriendo volviéndose loco de amor.



* * *



Cerca de un mes había pasado y no se había encontrado con Bin, incluso llegó a pensar que posiblemente ya no estaba trabajando en el mismo lugar, pero sus dudas quedaron disipadas cuando el fin de semana del segundo mes llegó y tanto Hyuk, como alguno otros compañeros de trabajo, asistieron a un evento organizado por la empresa, y ahí tuvo la oportunidad de verlo otra vez.

«Hoy luce incluso más guapo, definitivamente el uniforme no te hace justicia», pensó Hyuk al ver a Bin conversando animadamente con la que estaba seguro era su novia, una porque la tenía abrazada de la cintura y dos, ella de vez en cuando dejaba uno que otro beso en sus labios.

— ¿A qué sabrán tus labios?

— ¿Ah?... ¿Dijiste algo Hyuk? — le preguntó uno de sus amigos.

— No... nada — respondió algo avergonzado de ser descubierto hablando en voz alta lo que había pensado.

La reunión continuó y Hyuk de vez en cuando se daba el lujo de ver hacia donde Bin se rodeaba de sus compañeros de trabajo, esta era una ocasión especial y tenía que aprovechar todo el tiempo disponible para verlo.

Pasadas algunas horas y muchas copas de champagne, la cordura de Hyuk estaba casi perdida por completo, no estaba seguro si era por el alcohol en su sangre o porque de verdad ya comenzaba a volverse loco, pero sentía que a donde mirara veía a Bin por todas partes. Incluso llegó a pellizcarse las mejillas, como si estuviera tratando de despertar de lo que él creía era un extraño sueño.

— No hay salidas en ninguna parte...Corro y corro, pero siempre termino en el mismo lugar. Eres como un cofre del tesoro sin llave, de todas las que tengo ninguna encaja. Mi amor es un loco y mortal laberinto corriendo, corriendo en un laberinto, corriendo y corriendo — repetía sin cesar Hyuk en el espejo del servicio del lugar.

Ya no se sentía con la fuerza suficiente para seguir en ese lugar, lo que menos quería ver había ocurrido frente a sus narices. Había salido un momento a la terraza del lugar quedándose viendo la hermosa vista nocturna, cuando una pareja muy acaramelada le hizo compañía. Por respecto no volteó a ver de quienes se trataba, pero aun podía escuchar. Una gran maceta de palmera enana lo camuflajeaba a la perfección, pero cuando alguno gemidos surgieron de una voz femenina, con la repetición repentina de "Bin aquí no", su corazón se hizo pedazos.

Aunque buscó en todos los rincones oscuros que lo rodeaban, al final ningún camino tenía salida, no al menos sin ser descubierto, así que haciendo uso de toda su fuerza interior trato de ignorar lo que sabía pasaba a tan solo unos cuantos metros de distancia.

— ¿Por qué no? — dijo Bin.

— Porque alguien podría vernos.

— Y no te excita, ¿eso sería...?

— Claro que no depravado — le respondió la chica — tú trabajas aquí yo no.

— Esta bien, entonces vámonos.

Soltando el aire contenido y un par de lágrimas, Hyuk pudo ver como Bin se llevaba a su novia de nuevo a la fiesta, lo siguió con la mirada hasta verlo salir por completo del salón.



* * *



Había pasado tanto tiempo que Hyuk había memorizado todo, continuamente vagando y vagando en ese sueño, del que simplemente no podía despertar, se sentía cansado de estar cansado, sin conseguir llegar a ninguna parte. Era más que obvio que Bin nunca sería suyo por mucho que lo deseara.

Incluso se había acostumbrado a esa idea, hasta que un día sin razón aparente una nueva luz apareció en toda su oscuridad.

— ¡Oye! — una voz masculina lo llamó justo cuando estaba por entrar al edificio donde se encontraba su casa — Disculpa que te moleste, pero es que este lugar parece un laberinto sin fin, que en todas partes es igual, siempre es igual, por siempre un enorme laberinto.

El rostro de Hyuk reflejaba confusión y una gran sorpresa, porque justo saliendo del trabajo vio a Bin subirse a un auto vestido con su usual uniforme, pero apenas y hacían 15 minutos de eso. Y ahora un chico exactamente igual, pero con el cabello más largo le estaba hablando.

— ¿Todo bien? — decía el Bin número dos, moviendo su mano en frente de los ojos de Hyuk.

— ¿Ah? Si, si disculpa... ¿Qué me decías? — dijo Hyuk regresando a la realidad después de sacudir su cabeza un par de veces, al creer ver una aparición.

— Acabo de mudarme a este edificio, pero para serte sincero me parece todo un laberinto, todo se ve igual — dijo encogiéndose de hombros, mostrando una sonrisa con un par de bellos hoyuelos.

— Te entiendo, igual me paso a mí al principio, pero tenemos que agradecérselo al administrador.

— ¿Por qué? — preguntó curioso.

— Políticas del edificio, "no poner adornos llamativos".

Hyuk dijo lo último haciendo comillas con sus manos, provocando la risa del chico al frente suyo.

— Soy Hyuk, por cierto — dijo presentándose por fin.

— Hongbin, Lee Hongbin.

— Hongbin, ¿tienes de casualidad alguno hermano gemelo o algo así?

— Eso sería genial, pero no, yo solo tengo un hermano que se llama JaeHwan, aunque es un par de años mayor que yo y vive en la costa.

Como si de un laberinto del que no podía salir, Hyuk se sintió esperanzado después de tanto tiempo al conocer a Hongbin su nuevo vecino, que además de parecerse mucho a Bin, era divertido, guapo y sobre todo por lo que pudo darse cuenta, también le gustaban los hombres como a él.

Na Saranghaji? [One Shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora