—¿Señor Collins?
Andy levantó la mano con algo de timidez al oír su apellido. La recepcionista le sonrió y le señaló la puerta de color azul.
—La doctora Davis le espera en su consultorio.
Soltó la revista que estaba leyendo en la sala de espera del consultorio y caminó hasta donde le indicaron. Abrió la puerta y entró algo nervioso.
—No suelo "morder" a mis pacientes... ¡Pase sin miedo y siéntese a gusto! —Le dijo la doctora sonriendo.
Andy sonrió con timidez y se sentó en un pequeño sofá que estaba en el lugar. La doctora Rebecca Davis tomó una silla y se sentó frente a él.
—¿No tienen ustedes una especie de sofá donde uno se acuesta y le cuenta su vida?
—¿Se refiere a un "diván"? No, lamento decepcionarle, eso lo usan por tradición los psiquiatras. Pero yo soy psicóloga, prefiero que conversemos de esta forma.
Andy observó a la doctora Davis mientras esta tomaba una especie de libreta y un bolígrafo y se preparaba para la sesión. Se ve que era una señora madura de más de cuarenta, era muy simpática, transmitía cierta aura de paz y era fácil sentirse a gusto con ella. Además siempre le llamaron la atención las mujeres que lucían sus canas de forma elegante, ella tenía el cabello corto y lucía muy profesional.
—Bien, su nombre es Andy Collins. ¿Puedo llamarle Andy?
—Sí, está bien.
—Lo primero que voy a decirte es que como profesional terapeuta puedes tener la plena confianza que lo que me comentes será tratado con la debida confidencialidad. Aunque tengo el criterio de que si considero de que tu vida o la de terceros está en riesgo por lo que puedas decirme, podría informa a las autoridades para que tomen cartas en el asunto. Me gusta aclarar este punto porque quiero que mis pacientes se sientan en confianza pero al mismo tiempo seguros. ¿Comprendes esto?
—Si, por supuesto.
—Bien, Andy, ¿qué te trae por aquí? Cuéntame...
—Yo, esteee... Bueno, no sé ni por dónde empezar, doctora.
—Pues, dime cómo era tu vida cuando no te sentías tan mal.
—Casi perfecta. Tengo un trabajo que me gusta y a veces gano un muy buen dinero, tengo a mi hermana y mis escandalosos sobrinos...
—¿Tienes pareja?
—No, soy soltero.
—Eres un hombre muy apuesto, Andy, ¡valga el cumplido! ¿Cómo es que ninguna chica te ha echado el guante?
—No es que no lo han intentado, es sólo que... No me gustan los compromisos.
La doctora Davis guardó silencio y anotó en su libreta:
«No se siente seguro en una relación estable, huye de los compromisos»
—¿Ajá? Háblame de tus padres, ¿Ellos viven? ¿Cómo te la llevas con ellos?
—No. Ellos ya fallecieron. Mi madre murió a causa de una enfermedad, cáncer de mama, yo tenía unos catorce. Me terminó de criar mi hermana y mi padre. Luego el murió hace tres años, tenía problemas y se lanzó al abandono, usted sabe...el alcohol y otras cosas. Murió de una cirrosis hepática.
La doctora Davis luego de escuchar eso, anotó en su libreta:
«Ha sufrido pérdidas de seres queridos desde muy joven. Teme aferrarse a las personas por temor a perderlas»
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EMBARAZADO Por Accidente
HumorAndy Collins tenía la vida perfecta: Un trabajo que le apasionaba y le hacia ganar muy buenas comisiones, una vida cómoda donde se disfrutaba todo tipo de lujos y caprichos, y además este chico se jactaba de ser uno de los solteros más codiciados d...