Capítulo 25: Los problemas de afuera (pt.2)

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Al escuchar aquel alarido, Marco sale del pequeño shock en el que había quedado por perder la pista de los ladrones que estaba persiguiendo. Cuando se gira, se percata de que la persona que le ha llamado es Víctor, desde la salida de aquellos pasillos tan estrechos; Marco se le acerca.

—¿Qué pasó allí?, ¿los lograste atrapar? —pregunta Víctor con intriga, mirando por los alrededores.

—No, escaparon en unos caballos hacia esa dirección —contesta, mientras señalaba la arboleda por donde los vio la última vez.

—Entonces, supongo que nos metimos en un buen lío —comenta Víctor para sí—. Ven, el General Vryzas me ordenó que te trajera.

Cuando ambos llegan a la iglesia, se encuentran con una gran multitud de personas, con rostros de gratificación e intriga; acercándose más hacia donde están sus compañeros, Víctor y Marco observan que el resto de su equipo está intentando calmar al conglomerado. Unos segundos después, Aaron se da cuenta de la llegada de Marco; se le acerca y le dice.

—¿Qué pasó con los ladrones? —pregunta Aaron con seriedad, intimidando a Marco.

—Escaparon hacia una arboleda, general.

—Así que no solo hiciste caso omiso a mis órdenes, sino que además lo hiciste en vano... ¿No tienes nada para excusar tu error?

—Lo único que pude encontrar fue esto —dice Marco extendiendo su brazo, para mostrarle la insignia que le había arrancado a uno de los dos ladrones; Aaron se muestra sorprendido, abriendo los ojos como platos.

—Dame eso —exige, quitándoselo de la mano; luego de verlo por unos segundos se calma, y guarda la insignia en sus bolsillos—. Como sea, lo que hiciste tendrá repercusiones, créeme; pero de momento tenemos que encontrar un lugar donde sentar cabeza. —Marco se muestra extrañado al escuchar aquello. Aaron, sin prestarle importancia a la expresión de Marco, se vuelve a acercar al centro de la multitud para encontrar a la mujer, la cual había empezado todo el alboroto; no le toma mucho tiempo, sobretodo porque es la que está más alterada y confundida de entre todas las personas.

—Señora, cálmese —pide Aaron, sujetando su hombro a la mujer de melena negra levemente despeinada.

—¿Cómo es capaz de decirme eso en esta situación? —reclama, quitándole la mano de su hombro con desprecio.

—Por favor, en esta situación es de vital importancia que mantenga la calma. Es la única manera en la que podemos llegar a ayudarla             —explica Aaron, en un intento de tranquilizarla; al ver que no parece tan preocupada como antes, decide hacerles una seña a Amber y Joel para llamarlos, y les dice—. Dispersen a todos, ya. —Al dar aquella orden, el soldado se centra en continuar tranquilizando a la histérica mujer, acercándose hacia el carruaje en el que habían llegado—. Bien... Para empezar, necesitamos saber cómo se llama, qué estaba haciendo, cómo ocurrió, qué se hurtó; necesitamos saber todos los detalles.

—Entiendo... —acepta con una respiración agitada, para posteriormente, tomar un poco de aire y empezar a hablar claramente—. Soy Alegra Russo, esposa y secretaria del Pastor Evan Russo. Evan estaba predicando las nuevas escrituras, con su sermón como de costumbre, cuando de repente, de entre la feligresía, se levantaron unos cinco hombres no muy altos; no pude identificarlos porque tenían la cara cubierta. Dos de ellos llevaban arcos, y se posicionaron en la puerta principal para no dejarnos salir; los otros tres se encargaron de amenazarnos de muerte, y de tomar todas las reservas de canales que teníamos; tenían que entrar en la bóveda de la iglesia, y como Evan es el único que sabe dónde está la llave que la abre, intentaron amenazarle; sin embargo él se negó, por lo que decidieron someterlo golpeándole. Luego lo cargaron, y bajaron hacia la bóveda. En ese momento, fue cuando pude ver su carruaje con el escudo de Skochi-Venecia, por lo que me escabullí de entre los ladrones y empecé a gritar; a partir de allí solo me pude percatar de que salieron corriendo tres de los cinco ladrones, con todos los canales y así fue como casi me tiró al suelo con su carruaje. —Aaron al escuchar la historia, con mucha calma, se levanta, mira con detenimiento la insignia que Marco había conseguido, y se prepara para hablar.

—Hm... supongo que encaja con la descripción. Señora Russo, mi nombre es Aaron Vryzas, General en brigada de la División de Reconocimiento de Skochi-Venecia, y actual representante del primer equipo de reconocimiento, conformado en su totalidad por una fracción de jóvenes portadores del ectagrama... Los salvadores de este mundo. —Al escuchar aquello, Alegra ampliamente sorprendida, se levanta del suelo en el que estaba reposando, y alejándose lentamente del grupo que la rodea, se empieza a mostrar alegre por el nuevo fruto de su creencia.




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Este capítulo como podrás adivinar consta de varias partes, la siguente se publicará en el capítulo 26

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