Capítulo 27: Los problemas de afuera (pt. 4)

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Cuando el Pastor Evan Russo empieza a recobrar la compostura con la ayuda de Arabella y el General Vryzas, este último decide afrontarlo, confesando la identidad del grupo de jóvenes que están parados detrás de él, y siguiendo el protocolo establecido por los familiares del pastor, pasa de una nerviosa incredulidad, a un temeroso respeto fundamentado en sus creencias; sin embargo, Aaron cae en cuenta de que el pastor aún estaba en shock por lo sucedido, y que una afirmación así tampoco ayuda. De esta manera, decide tomar acciones; se le acerca a Alegra, la cual ya se encuentra calmada, y le dice:

—Señora Alegra, hay una cuestión que debo tratar con usted. ¿Podemos hablar un segundo? —pide con un tono educado y amable.

—Sí, por supuesto —acepta, mientras se levantaba de la camilla en la que estaba descansando. —¿Qué sucede?

—Bien. Como pudo observar, no fuimos enviados con un equipamiento dispuesto para acampar y alimentarnos, por lo que en estas circunstancias me veo en la obligación de implorar que nos proporcione lo necesario; como es la costumbre, todos los gastos que generemos serán cubiertos por las Fuerzas Armadas de Skochi-Venecia una vez completada la mis...

—De ninguna manera permitiré que seamos pagados por hospedar a los salvadores del mundo; no importa qué necesiten, solo tienen que pedir e intentaremos resolver a lo que les aqueja dentro de lo posible —argumenta, interrumpiendo a Aaron con indignación.

El General insiste un par de veces más por educación, sin embargo tampoco pretende molestar al Alegra, por lo que se resigna a aceptar el altruista ofrecimiento. Pasadas ya un par de horas, con el Pastor Evan diametralmente más estable, todos se preparan para la cena que hace Alegra en la cocina de la iglesia. Luego, Aaron y compañía, deciden bajar para sentarse junto con Evan y Arabella en un mesón rectangular.

—Pastor Evan... —comienza Aaron con frialdad, mientras se inclinaba hacia adelante—. Asumiendo que se encuentra en un mejor estado, me veo en la obligación de preguntarle... ¿Qué fue exactamente lo que pasó en el momento en que le obligaron a bajar?

—Realmente no puedo recordar mucho, solo sé que a partir del golpe que me dieron, todo fue muy difuso; sin embargo pude percatarme de un par de cosas. —Evan saca un collar el cual tiene una llave—. Pude sentir que empezaron a registrarme para buscar la llave, evidentemente la encontraron, luego supongo que entraron a robar la reserva de canales; lo normal en este caso, pero luego... —se detiene sin motivo, con una mirada perdida y melancólica—. Luego pasó algo, que me hizo dudar de si lo que vi fue real o no. —Evan observa la mirada de intriga de los jóvenes y la expresión de incredulidad de Aaron—. Permitan que les introduzca en el contexto: entraron cinco ladrones al templo, cuatro de ellos estaban vestidos como el típico ladrón promedio; pero el último de ellos estaba vestido con una enorme túnica negra, que a simple vista se notaba que era una prenda mucho más elaborada que la del resto de sus compañeros; el porte de ese hombre era el más aterrador de todos. Justo cuando ellos empezaron a robar las reservas de canales, tomando la mayoría de las bolsas las cuales pesaban mucho; se escucharon muchos gritos desde afuera, eso alertó a todos los que estábamos allí, menos a ese hombre; así que él empezó a calmar al resto para planear su huida

—Espere un segundo, Pastor —interrumpe Marco con sobresalto, para posteriormente recibir una mirada enfadada proveniente de Aaron, por su acto de mala educación—. El grupo era de cinco ladrones; dos de ellos se quedaron escoltando a los civiles, para después salir huyendo cuando notaron que las cosas se complicaron; así que quedaron tres en la cámara de la reserva, pero cuando salieron, solo había dos. A ellos yo los perseguía, y pude ver cómo se escaparon, pero nos sigue faltando alguien el cual nadie vio correr.

—¿Ustedes estaban arriesgándose para atrapar a los ladrones? Sin duda las escrituras eran ciertas —añade Arabella sorprendida y alegre, apenando a los jóvenes, porque Marco era el único que había intentado hacer algo por sobre el mando de Aaron.

—Justamente a eso iba —continúa Evan, haciendo caso omiso al comentario de su hija entusiasmada—. Por lo que pude entender, su plan de huida consistía en dejar a este misterioso hombre con los canales, y los demás huirían; aquí es donde todo deja de tener sentido para mí. Al quedarme solo con aquel hombre, pude ver que tomó todas la bolsas de canales que pudo cargar, se movió a una esquina oscura en la cual no le podía ver muy bien, luego simplemente desapareció con los canales en la oscuridad dejando una estela azul. Por eso es que dudo que haya estado completamente lúcido en ese momento... sin embargo, de todo lo que recuerdo, eso es lo que veo en mi mente con mayor claridad. —Aquel testimonio pasma a todos los presentes de diferentes maneras, pero sin dejar a alguno indiferente.

Tras unas cuantas conversaciones con Arabella y Evan, las cuales les son de mucha ayuda a todo el equipo, Aaron decide pasear por el templo una vez que todos han ido a dormir, llegando finalmente a la cámara en la cual ha ocurrido el hurto; una vez allí, se detiene con una pequeña lámpara de vela, para observar la escena y luego percatarse de la presencia de Joel, el cual le está siguiendo desde hace tiempo.

—¿Qué haces despierto? —pregunta Aaron con tono amenazante, antes de girarse para ver cara a cara al joven.

—Sufro de insomnio, General —responde Joel rápidamente—. Además, quería ver con mis propios ojos cómo era la cámara de la reserva          —Aaron se sonríe.

—Y... ¿qué es lo que ves? —dice, volteando de vuelta a observar la escena.

—Hay muchas bolsas con canales tirados en el suelo, lógicamente no se llevaron todo, por lo que eso concuerda con lo que nos dijo el Pastor Evan... Pero sigo sin creer que un hombre desaparezca así de la nada, es decir, es imposible, ¿no? —argumenta Joel con cierto nerviosismo.

—Hace diez años habría dicho lo mismo, pero desde entonces he visto demasiadas cosas raras como para descartar de lleno a personas que desaparecen... Puede que aún no lo tengas muy en cuenta, pero el mundo es más grande de lo que parece; conocemos mucho menos de él de lo que creemos.

—Supongo que tiene razón, también creo que tener siete meses en este mundo no me da derecho a dar algo por sentado —acepta Joel, ya con tranquilidad.

—En fin, espero que todas las respuestas que necesitemos, nos sean proporcionadas mañana; Sinaru-ie depende de que obtengamos de vuelta esos canales. —Aaron se gira seriamente—. Ahora, fuera de mi vista, recluta.

—Sí, señor.



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Este capítulo como podrás adivinar consta de varias partes, la siguente se publicará en el capítulo 28

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