Capítulo 26: Los problemas de afuera (pt. 3)

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—Por los dioses... ¿Eso significa que nos van a ayudar? —pregunta Alegra, con la mirada iluminada.

—Exactamente, por eso es que estamos aquí —afirma Aaron con presencia y amabilidad—. Había mencionado que su marido recibió unas cuantas heridas, ¿podemos ir a ver cómo está?

—Por supuesto, aunque no parecían ser más que heridas superficiales; de todos modos tengo que presentarlos, estoy segura de que eso lo alegrará.

Todos se apresuran a entrar a la imponente estructura, a sabiendas de que está completamente vacía, a excepción de dos personas: un hombre revestido de túnica blanca; cabello castaño bastante corto; parece alguien bastante adulto físicamente; también tiene una herida abierta en la sien y la cara un poco golpeada. Inmediatamente, los chicos se dan cuenta de que es el Pastor Evan Russo; a su lado, asistiéndole, una chica adolescente. Está arrodillada, pero no parece muy alta, sin embargo, su largo cabello castaño oscuro, junto con sus facciones delicadas e inocentes, deslumbran a los jóvenes de sobremanera; cuando Aaron se percata de que su equipo se ha quedado completamente idiotizado por la belleza de la presente, decide avanzar para examinar la herida del presunto Pastor.

—¿Cuál es el estado del herido? —le pregunta Aaron a la chica, tomando la cara del Pastor para ver con más detenimiento la rotura.

—Espere... ¿Quién es usted? —cuestiona la joven castaña, dejando claro que está a la defensiva.

—Soy Aaron Vryzas. Mi equipo y yo venimos de Skochi-Venecia; queremos ayudarlos —responde observándola fijamente, como desafiando a creerle.

—Entonces, ¿son de la ciudad? —expresa para sí, con cierto miedo, luego de girar la cabeza y percatarse de la presencia del resto de los chicos, los cuales aún están contemplando la belleza de la joven.

—Aún no ha respondido a mi pregunta, ¿es este hombre el Pastor Evan Russo?

—Sí... —responde apenada con el caballero—. Creo que se encuentra bien, solo necesita descansar.

—Entiendo, ¿hay algún lugar al que podamos movilizarlo para que descanse? —añade, mientras se yergue para seguir contemplando la iglesia.

—Si, por supuesto... ¿me puede ayudar a llevarlo? Es que queda un poco lejos —le pide la chica, con la mayor amabilidad posible.

—Lo trasladaré yo, tú adelántate para guiarme... Señora Alegra, opino que lo mejor es que venga con nosotros; usted también tiene que descansar —ofrece Aaron, con un aire imponente.

—Está bien —acepta la mujer.

—A todo esto señorita, ¿quién es usted? —pregunta Aaron con curiosidad, refiriéndose a la joven.

—¿Yo? —recalca ladeando la cabeza—. Me llamo Arabella Russo, soy la hija del Pastor Evan Russo. —Al escuchar aquello, Aaron se mantiene de manera completamente inexpresiva, a diferencia del resto de su equipo, los cuales se muestran ampliamente sorprendidos ante la respuesta de la chica.

—Ya veo, supongo que la familia Russo tiene que enterarse de varias cosas —argumenta en voz baja, mientras empezaba a llevar en su espalda a un muy desorientado Pastor; luego, con una actitud demandante se les acerca a los ocho espectadores—. Escuchen bien, necesito que revisen cada recoveco de esta iglesia, hay algunas cosas que no tienen sentido entre sí de todo esto.

—Sí, entendemos que hay incongruencias... pero General, ¿de verdad desconfía tan fácilmente del testimonio de la señora Russo? —objeta William con educación.

—No es cuestión de confiar o no; la historia que ella nos contó, no encaja con las pocas piezas que tenemos, así que debemos hallar algo de utilidad; lo que sea que encuentren, si es extraño, háganmelo saber. Yo estaré ayudando al Pastor Evan a recuperarse, es posible que nos dé algo más de información; pero, hay algo que me da muy mala espina... Cuando lleguemos al lugar, le pediré a la señorita Arabella que regrese, y le enseñe a alguno de ustedes mi ubicación; así que por favor, no le den más grima a la chica de la que ya les tiene... Bien, ya pueden empezar. Es una orden.

Aaron, acompañado de la familia Russo al completo, emprenden un corto viaje hacia el pabellón de medicina, el cual posee la iglesia en una zona subterránea.

—Déjelo aquí, sólo tenemos que dejarlo descansar hasta que se pueda levantar por sí mismo —sugiere Arabella, señalando una camilla.

—Está bien, señorita...

—Dígame Arabella, por favor; no estoy acostumbrada a que me llamen señorita —le interrumpe

—Ajá —continúa con una expresión irónica y decepcionada en su rostro—. Arabella, tenemos muchas preguntas y ustedes tienen gran parte de las respuestas, por lo que necesitamos que no solo toda la familia Russo, sino que cada uno de sus integrantes de manera individual colabore; para ello, creo que será de ayuda si les explico a cada uno de ustedes, quiénes son los jóvenes que están allá afuera —Procediendo posteriormente a explicarle a la joven la verdadera identidad de los reclutas, la expresión de Arabella cambia por completo, pasando a estar ampliamente apenada por su anterior comportamiento; sin embargo, este momento de euforia y felicidad no dura mucho más tiempo, al ser interrumpidos por los jadeos de un Pastor intentando levantarse.

En ese preciso momento, Aaron se da cuenta de que lo último que desearía contemplar el Pastor Evan, nada más levantarse tiempo después de un hurto, es a un hombre en una armadura haciéndole preguntas; por lo que en vez de enviar a Arabella a buscar a los chicos, le pide a la joven que se encargue de su adolorido padre, mientras él busca a su equipo.

Con todos en camino, y con las manos vacías por no haber encontrado nada más que flechas y un par de espadas, llegan al pabellón de medicina para encontrarse que el hombre malherido, está recobrando la compostura; Aaron se le acerca frívolo y le dice.

—Pastor Evan Russo, tenemos muchas preguntas que hacerle. Espero que nos proporcione toda la ayuda que necesitamos de usted...




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Este capítulo como podrás adivinar consta de varias partes, la siguente se publicará en el capítulo 27

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