Capítulo 32: Pláticas laborales

31 4 9
                                    


El día en Ragondora se desarrolla tranquilo y apacible, con todos trabajando por igual en las diferentes tareas del viñedo. Cerca de la puerta principal, y de Hyaku, en una de las divisiones de la plantación, están Katherina y Meghan laborando como de costumbre; a lo lejos, las chicas logran reconocer una figura levemente alta, de rostro perfilado con una cicatriz en la ceja derecha. Es Joel, el cual alcanza a verlas, para luego saludar con la mano desde la lejanía; el joven entra a Ragondora con cierta confusión.

—Hola, chicas —saluda en un intento de formalidad—. ¿Saben si está Ady por aquí?, no estaba en la tienda, así que pensé que estaría aquí.

—Qué deducción más tonta, la ciudad es bastante grande como para que una mujer esté solo en dos sitios —susurra Meghan a Katherina, esta se ríe.

—¿Perdona? —replica Joel, sin entender realmente lo que murmuraron.

—Nada. Ella llegó hace unas horas, debe estar en Hyaku aun —explica Katherina, con una amabilidad fingida pero sin ánimos de ser antipática.

—Vale, gracias. —Katherina observa el falso vendaje de Joel y se nota extrañada.

—¡Joel! —exclama para llamar su atención—. ¿Te hiciste daño en la muñeca durante la misión? —interroga con dejos de preocupación.

—¿Esto? No es nada... —Joel tira un poco de la tela, dejando ver su ectagrama en pleno funcionamiento.

—Ah, claro. Olvidaba que eres zurdo —alega Katherina con despreocupación.

—Lo mismo digo —añade Joel amigable antes irse, sin embargo Katherina se muestra molesta sin razón alguna.

—Es un idiota —comenta Katherina antes de seguir trabajando; Meghan se sonríe.

—En su defensa, puedo decir que era más imbécil en nuestro mundo. Ese cambio le sentó bien —bromea Meghan, haciendo reír a su amiga.

—¿Cómo los conocimos? —pregunta Katherina un tanto confundida—. O sea, no nosotros, sino los demás.

—¿Cómo así?

—Bueno, con "nosotros", me refiero a Will, Mike, Abe, tú y yo... Con los "demás", me refiero a los otros que conocíamos antes del incidente.    —Meghan le mira con curiosidad.

— Ahora que lo mencionas, solo recuerdo el momento preciso en el que coincidimos por primera vez... Podría decir que fue culpa principalmente de Mike, que nos invitó a la fiesta de un amigo de su infancia; nos dijo que podíamos invitar a quienes quisiéramos. Nosotras no invitamos a nadie, nos daba bastante igual; sin embargo, tanto Will como Abe invitaron a mucha gente. Como adivinarás, allí estaban los que hoy conviven con nosotros.

—Ya veo. —Katherina lleva su mano a su cabeza, porque se siente un poco mareada, de cualquier manera se esfueza para disimularlo y no alarmar a su amiga—. ¿Pero quién se relaciona con quién?

—¿De verdad no lo recuerdas? —cuestiona Meghan extrañada—. Abe es amigo de Arianna, Nataly y Vanessa; Arianna le preguntó que si podía invitar a Ady; Nataly, por su parte, le preguntó que si podía invitar a Joel y a Amber, en ambos casos aceptó. Por otro lado, William invitó a Malcolm y a George, a los dos le dijo que invitarán a quienes quisieran... Lo más curioso de todo es que ellos invitaron a mucha más gente, y aun así, solo nos presentó a quienes ahora están con nosotros.              —Katherina quita su mano de su nuca, sube la cabeza, y sonríe.

—Esa fiesta fue increíble, recuerdo que fue en un lugar enorme              —comenta Katherina, con una tranquilidad nostálgica.

—Ni que lo digas, todos estuvimos hablando y bebiendo toda la noche. Recuerdo que antes del amanecer, todos nos fuimos de la fiesta para caminar por las calles en la madrugada; todos andábamos un poco pasados de copas, por lo que terminamos jugando en un parque de niños mientras discutíamos cosas de la vida... Después de eso, lo único que tengo son recuerdos muy borrosos. Supongo que después de esa fiesta, las veces en las que coincidimos eran mayores.

—Hacía más de tres meses que no recordaba ni hablaba nada sobre nuestro mundo —dice Katherina entristecida, pero con voz cansada.

—Sí, supongo que ha pasando mucho tiempo, y muchos se están acostumbrando a este mundo; sinceramente no creo que ahora mismo todos estemos dispuestos a dejar todo lo que estamos logrando aquí, por poco que sea. Pero... ¿Kath?

Cuando Meghan se gira, se percata de que Katherina está sangrando por la nariz, y que se está tambaleando; la joven de piel caucásica, la atrapa antes de que caiga, y posteriormente vuelve en sí. Meghan alarmada, va corriendo a Hyaku para tratarla. Nataly y Vanessa van de paso, cuando se percatan del espectáculo que Meghan está haciendo, se acercan; no pasa mucho tiempo, Katherina se siente bien, solo quiere descansar. No necesita a todas esas personas ayudándole, por lo que el aglomerado se disipa.

Por su parte, Vanessa se despide de Nataly y continúa caminando decidida por el viñedo, para terminar pasando por una pequeña casa, en la cual vive Madeleine. Vanessa abre la puerta y entra, notificando a la mujer de su llegada.

—¡Hola! —exclama alegre por estar allí—. ¿Hay alguien en casa?

—Siempre la hay —responde Madeleine desde lo lejos—. Pasa, querida —Vanessa entra de lleno a la modesta casa, y conociéndola ya con anterioridad, gira al primer cuarto a la derecha; allí se encuentra directamente con Madeleine, que está pintando un paisaje del viñedo; no sorprende a Vanessa, dado que ya sabe que este es un pasatiempo de la mujer.

—Te está quedando muy bonito... pero ¿no te parece que está un poco vacío?

—Esa es la gracia del paisaje, la sencillez —Madeleine se gira y le mira—. ¿Qué te trae por aquí, Vanessa?

—Lo de siempre, quería venir a saludar, y saber si tienes algún trabajo con el cual te pueda ayudar.

—Ya terminaste todo tu trabajo, ¿no es así?

—Como de costumbre.

—¿No te cansas de ser tan eficiente? —Madeleine sonríe—. En mi escritorio hay algunos papeles con la lista de reproducción de vino; si quieres hacer algo más, puedes revisar eso.

—Ahora mismo, Sra. Madeleine.

—Ven a verme en la tarde, y te daré la paga por este "trabajo extra".      —Vanessa le mira extrañada y levemente indignada.

—No hace falta, hago esto porque quiero. —La mujer suelta una profunda carcajada.

—Cómo me gusta tener a una chica como tú trabajando aquí.                 —Madeleine vuelve a su lienzo—. ¿Sucedió algo en Hyaku? Parecía agitado cerca de allí —camba de tema con confianza.

—Llegué un poco tarde a la casa, pero por lo que pude ver, a Katherina le empezó a sangrar la nariz como si nada. —Madeleine se muestra preocupada.

—¿Está bien?

—Sí, ella dijo que solo se mareó un poco, eso es todo. —La mujer deja sus pinturas en el suelo, y se levanta para ver a Vanessa a los ojos con severidad.

—¿Qué estaba haciendo ella antes de que le pasara?

—No lo sé, creo que simplemente estaba hablando con Meghan            —responde con miedo, notando la seriedad de su voz.

—Tienes que irte, Vanessa —Madeleine empieza a arreglarse con prisa, mientras intenta echar a su pupilo—. Voy cerrar totalmente la casa, y no me gustaría que te quedases adentro sola.

—Pero... ¿qué vas a hacer? —pregunta la chica atónita por la situación, mientras acaban de salir.

—Tengo que ir a ver a alguien, es muy importante que vaya ahora.         —Vanessa le mira entristecida—. Te prometo que cuando llegue el momento, te explicaré todo lo que estoy haciendo, pero ahora tengo que irme. —La chica no tiene tiempo de despedirse con calma, dado que Madeleine sale de la escena con rapidez.



-----------------------------------------

Vota y comparte el libro para que más gente lo lea.

Sígueme para saber cuando subo un nuevo capítulo.

Los 300Donde viven las historias. Descúbrelo ahora