Capítulo 45: Punto de quiebre

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El sol se esconde y vuelve a salir acompañado de la salida de los chicos de la ciudad; en este caso, el equipo se transporta en los caballos que les fueron entregados. William equipado con una espada ropera con punta y filo, junto a Mike, el cual al igual que Joel, George y Amber está equipado con una espada bastarda, ambos montando a Sr. Caballo; tomando las riendas de Annie se encuentran George y Malcolm, éste último está equipado con una alabarda, la cual está ceñida con fuerza a su espalda; en el último caballo compartido, Merlin, se encuentran Víctor con un espadón y Marco con una espada corta y un escudo redondo; los jinetes individuales transportan los suministros y el equipamiento principal de la misión, por lo que los caballos Gitanna y Geryon movilizan a Joel y a Amber respectivamente; por último, liderando la caballería, se encuentra Aaron, el cual está equipado con una espada larga en su cintura, y un escudo amplio en su espalda, vistiendo una armadura de acero pulido prácticamente intacta.

El trayecto termina siendo un galope suave por los bosques y localidades que se encuentran al sur de Skochi-Venecia, no obstante, por el ritmo del viaje y por la distancia del mismo, al equipo le toma unas cuantas horas llegar al destino. Ya aproximándose al punto de encuentro, Aaron le hace una señal a los chicos, indicándoles que están a punto de apartarse del camino para entrar de lleno a las profundidades del bosque. Mientras avanzan, la intriga aumenta en los jóvenes.

—General Vryzas, no creo ser el único que tenga curiosidad... ¿iremos a buscar el fragmento directamente?, ¿o estamos haciendo alguna especie de rodeo?—pregunta Mike con intriga. Los chicos comparten miradas para reafirmar la duda en el ambiente.

—Nos dirigimos hacia el campamento de uno de los escuadrones de soldados que enviamos en la búsqueda de los fragmentos; llevan semanas en su búsqueda, y andan justos de suministros, por eso no vamos tan ligeros de equipaje—responde el hombre con calma.

—Yo pensaba que nosotros buscaríamos los fragmentos. ¿Entonces en qué consiste la misión exactamente?—pregunta también George observando con atención el bosque por el que se mueven.

—Como ya explicamos, nuestra labor es interceptar al equipo que nos facilitó las cosas, reponerlos de suministros y luego tomar control sobre el objetivo, en este caso, el fragmento  —explica Aaron didáctico y, para sorpresa de los chicos, con cierto buen humor—. Una vez completados todos los objetivos, regresaremos a la ciudad junto al primer equipo.

—¿Y para eso nos dieron las armas con filo y todo ese entrenamiento extra? —replica Malcolm sujetando con fuerza las riendas con las que maneja al caballo. El comentario decepciona un poco a Aaron.

—En una misión, por muy básica que sea, nunca debes bajar la guardia, nunca sabes cuándo las cosas se pueden tornar un tu contra; últimamente los bosques suelen dar pie a situaciones comprometidas —alega el soldado frívolo refiriéndose a lo ocurrido en la misión anterior—. Que eso me recuerda, Willian, tu pierna... ¿hace cuánto que dejaste las muletas? —Willian se muestra levemente sorprendido por la pregunta.

—Hace unos cuatro días, siendo sincero, no creo estar en condiciones de pelear, al menos no al 100 %, pero se supone que esta misión ha de ser sin riesgos, ¿no? —dice Willian con cierta calma en su voz.

—Seguramente —confirma Aaron sobrio—. Sobre todo porque la parte más difícil y aparatosa, la cual es concretar la ubicación, ya está hecha. —Luego de eso, el silencio vuelve a tomar control por el resto del trayecto.

Galopando un par de horas más, la caballería logra ser ubicada y recibida por el campamento aliado. Las cálidas recepciones no se hicieron esperar; no obstante, al ser un ambiente militar, la leve rigidez del momento incomoda un poco a los chicos, a esto se suma  la idea de que ellos sean el único equipo completamente conformado por reclutas. Unas horas después, el equipo de Los 300 se encuentra arrinconado en uno de los costados del campamento, esperando la llegada de Aaron, el cual decide irse a hacer planes junto con el líder del campamento; casualmente, los jóvenes notan que el hombre se acerca tranquilo con una bolsa de tela en su mano, el mismo mantiene una mirada levemente extrañada sobre ellos.

—¿Qué hacen aquí?, ¿acaso los soldados los tomaron como rehenes y les dijeron que no se movieran? —pregunta burlón, sin mostrar una leve sonrisa. Los chicos se mantienen expectantes—. Escuchen, hablé con el líder del campamento, y ya está al tanto de cuál va a ser el plan... Tomen —Aaron lanza la bolsa al suelo—, gracias a que les suministramos recursos pude conseguir algo de equipamiento extra.    —Malcolm se agacha para registrar superficialmente la bolsa.

—No creo que le demos mucha utilidad a esto ahora mismo                    —argumenta el joven con respeto, mientras saca de la bolsa un estilete muy elegante envainado.

—Yo tampoco lo creo, pero el punto es que este equipamiento es suyo, al contrario de todo lo que llevan puesto —replica Aaron calmado. Joel se fija particularmente en un arco recurvo que sobresale bastante de la bolsa, entre otras cosas—. Eso lo escogí pensando particularmente en tus habilidades Joel, podrías llevarlo contigo en cuanto salgamos; al menos para que te acostumbres a llevar un carcaj en la espalda. —El joven se muestra levemente sorprendido—. Tengo que aclarar que en esa bolsa, como algunos ya habrán notado, no hay armamento nuevo para todos, pero sí hay armas que son útiles para todos en cuanto a sus capacidades en combate, por eso dije que es equipamiento nuevo para todo el equipo. —El hombre se empieza a marchar y empieza a hablar dándoles la espalda—. Dejen todo cerca de los caballos de un solo jinete, pónganse de acuerdo en cuanto a quién llevará qué cosa. En cuanto vuelva, partimos.

Dicho y hecho, tras quince minutos de espera, el equipo empieza a cabalgar siguiendo a Aaron hacia la localización del fragmento.

—General Vryzas, ¿cómo se supone que vamos a proceder? —pregunta Marco mientras cabalgan a paso adelantado.

—Iremos hasta la ubicación del fragmento, lo capturaremos, o lo que sea que se haga con esa cosa, y nos largamos —explica con tranquilidad sin hacer contacto visual—. Por cierto, cuando hablé con el líder del campamento por su búsqueda, me dijo que tuvo unos cuantos encuentros desafortunados con algunos bandidos, por lo que les recomiendo que no bajen la guardia... A todo esto, ¿tomaron algo de la bolsa? —pregunta con interés genuino.

—Yo tomé el arco —responde Joel con el arma ceñida a su torso junto con el carcaj—. Es un poco incómodo llevar tantas cosas encima, pero supongo que es cuestión de acostumbrarse.

—¿Y el resto? —vuelve a preguntar Aaron con sosiego.

—Marco tomó la espada corta, la que tiene adornos y es muy ligera, George tomó la daga, y yo me decidí por el estilete —agrega Amber con cierto orgullo

—Bueno, al menos se equiparon un poco.

—Por cierto ¿qué pasa con estas armas? ¿por qué son tan livianas?          —pregunta George con mucha curiosidad.

—Porque están hechas de acero colonial, tal vez no sea un acero especialmente resistente, pero por la forma en la que es trabajado, es de los aceros más filosos y ligeros que existen —explica Aaron mientras se gira para mirar la distribución del equipamiento de los chicos. El hombre se sorprende levemente—. Curiosamente la daga y el estilete tienen una empuñadura con madera de Nogal, una herejía si le preguntas a algún herrero, y está mal puesta, seguramente porque la empuñadura original se rompió o algo así. Pero la espada curiosamente está hecha de acero en su totalidad, incluso la empuñadura, supongo que la querían hacer con el menor peso posible... —Aaron se queda pensativo, con una expresión de desconfianza. Sus subordinados lo notan.

—General, ¿sucede algo? —pregunta Amber extrañado.

—No realmente, solo estaba pensando en lo raro que es que en el campamento tengan disponibles ese tipo de armas, sobretodo porque aparentemente consiguieron todo eso durante la expedición —La tensión en el General aumenta por momentos—. No lo sé, espero equivocarme, pero hay algo de todo esto que no me cuadra —dice con desconfianza. Frunce el ceño y vuelve su mirada hacia adelante—. Apresuremos el paso y manténganse alerta, solo por si acaso.






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