La chica de la disco

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Libro. Se había quedado dormida sobre el libro que leía, no era una sorpresa, estaba cansada y la cabeza le punzaba como si se la hubiera golpeado. No era de extrañarse pues los problemas en su casa se habían adueñado de ella de nuevo, si hubiera sabido que todo eso se les venía desde el momento en que sus padres se habían decidido por la separación, hubiera optado por frenarlos. Hacía ya una semana desde eso y su madre no paraba de llorar, cosa que la ponía de malas, no solo porque había abandonado la casa, sus hijos y su vida, sino porque no ponía resistencia ante ese dolor y no se mostraba fuerte; jamás la había visto tan mal y no la justificaba, ese era el momento para que su madre se mostrara fuerte y aquello nunca pasó.

El dinero escaseaba pues Juan Esteban no había mandado nada de capital y por tanto les tocaba a Catleen y Ángel hacerse responsable de todo eso y aunado a esto, debían tratar de mantener su casa en orden pues mientras ellos recogían un cuarto, su madre ya estaba en otro arrojando platos, lámparas, cojines, ropa y un montón de cosas que se le ponían en frente.

Por otro lado, Chris no la buscaba más, la miraba desde su jardín y se limitaba a saludarla, desde que ella había mostrado un grado máximo de indiferencia hacia él, el muchacho se había rendido en su búsqueda por conquistarla. Si bien el chico se había alejado, en la escuela un grupo pequeño de chicos y chicas que la ubicaban porque era amiga de Camila y Serel y por ser hermana de Ángel, la llamaban "La chica sin compromisos" y ciertas habladurías se escuchaban en raras ocasiones, se decía que ella era una amargada, antisocial y grosera con los demás, cosas que no le importaban mucho.

Saraí seguía un tanto seria y en desacuerdo con sus ideas, pero se mostraba comprensiva ante su situación familiar; Javier por otro lado se había separado de ellas definitivamente, nadie preguntaba el por qué de su actitud, estaba claro.

Aquella, su tarde libre, estaba Catleen intentando concentrarse en su "Manual" cuando alguien entró en su dormitorio; Axel se introdujo tímidamente ante la mirada de duda de su hermana y de los tres perros que descansaban en la cama. Catleen le preguntó si le pasaba algo y el niño negó.

—Ángel pidió que te dijera que irá al cine con sus amigos, más tarde estará aquí con Julián para que sigan haciendo su tarea— Al escuchar a su hermanito, la chica suspiró como fastidiada —¿Te gusta Julián?— Y luego la pregunta hizo que abriera los ojos como nunca lo había hecho y le susurró a su hermano algo como que lo mataría si repetía eso, luego consultó su reloj y dio un brinco.

—¡Diablos! Tengo menos de una hora para arreglarme— Se tropezó con un mueble y maldijo en voz alta; sacó un pantalón de mezclilla y una blusa azul junto a unos zapatos de tacón azules y miró a su hermanito —¿Pasa algo?—

—No ¿también te irás hoy?—

—Sí, es cumpleaños de Serel y nos invitó a bailar un ratito, regresaré más tarde— Axel se encogió de hombros y salió de ahí arrastrando los pies. Catleen se susurró a sí misma que era la primera vez que asistían las cuatro a una discoteca, nunca lo habían hecho y si Serel sabía de eso era por su hermana mayor, Astrid. Se encontraba nerviosa, ansiosa y temerosa, aquellos lugares no eran de mucha confianza y aún así había chicas que iban tres días a la semana ¿entonces estaba mal en hacerlo? Si bien no estaba segura, se dijo mentalmente que debía intentarlo aunque fuera una vez, sino, se arrepentiría tarde o temprano de no haberlo hecho.

Así que guió sus piernas hasta la ducha donde seguía pensando en ello; cierta canción se escuchaba desde su celular que la motivaba pues decía algo como "es mi vida, es ahora o nunca, no viviré para siempre". Cuando salió se vistió con la ropa que ya había escogido y maquilló rápidamente; se miró en el espejo y se repitió un par de veces que se veía bonita pero no se creyó ninguna de las dos, una mueca se dibujó en su rostro y evitó volverlo a hacer, tomó una de sus bolsas favoritas (porque no tenía más) y bajó las escaleras de su casa hasta encontrarse con cierto carro frente a su jardín donde su amiga la rubia ya la esperaba. Le sonrió y abrió la puerta del copiloto donde tomó su lugar.

Un manual para disfrutar de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora