La chica que ha crecido

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Accedió. Por supuesto que Julián accedió a llevarla hasta aquella casa en compañía de sus perros, aún más porque ella se escuchaba bastante alterada. Catleen había escuchado un sí de su parte y un: No te preocupes, todo saldrá bien, e inmediatamente había tomado las correas de los perros; sus mascotas comenzaron a correr al observar eso hasta que ella misma los persiguió. La chica inmoral metió otras dos mudas de ropa en una mochila evitando llevarse ropa que su madre le había regalado hasta que observó una cobija que había obtenido de brazos de Abos, la sostuvo y metió en la mochila, miró su cuarto por última vez y se sentó en la cama. Miró a los perros y los acarició.

—Julián llegará en cualquier momento, deberíamos irnos—. Les susurró y abrió la puerta tomando la gran mochila. Inmediatamente Ángel salió a su encuentro y sonriendo le ayudó con las mascotas.

—¿Irás donde creo que irás?—. Preguntó el chico y ella asintió.— ¿Cómo?—.

—Llamé a Julián, le deberé esto toda mi vida—. Ángel asintió más tranquilo y luego vieron salir a Axel por la puerta de la habitación.

—¿Te irás hoy? Te dieron tres días—. Dijo algo triste.

—No tengo nada más que llevarme, Axel. Prométanme que estarán bien y nunca harán lo que yo hago, jamás se les ocurra ¿Bien?—. Ambos hicieron una mueca y la abrazaron.

—Creí o quería creer que el día que salieras de aquí, sería porque te escaparías con mi mejor amigo y yo estaría muy enojado por eso—. Le dijo Ángel.

—¿Escaparme con Julián?—.

—Era lo más radical, la otra opción era vestida de blanco con un anillo de compromiso que compramos mi mejor amigo y yo, porque él no conoce tus gustos como yo—. Ella soltó una leve risita.

—Ten el consuelo de que sí me voy con tu mejor amigo—. Suspiró. —Pero todos sabemos que ese no es mi destino, mejor acompáñenme a la puerta—. Pidió y los tres bajaron por las escaleras, detrás de los perros. Sus padres los miraron bajar y se acercaron a las escaleras.

—¿Qué estás haciendo?—. Preguntó Aba mientras salía de la cocina.

—Me voy, no quiero llevarme nada de ese cuarto, nada es mío y lo que lo sea, tendrá que costarme—.

—Catleen, cuidado con el orgullo—. Le dijo su padre.

—No puede ser que no puedas dejar esas actitudes a un lado—. Exclamó Liliana.

—¿Qué?—. La chica no podía creer que estuvieran más preocupados por su orgullo que por el lugar donde viviría si se iba en ese momento.

—¿Y dónde irás?—. Le preguntó Abo con un gesto de preocupación y justo cuando ella estaba abriendo la boca para responder, sonó un pitido de automóvil fuera de la casa. Catleen miró a Ángel, quien claramente estaba esperando una seña de su hermana para llevar la mochila fuera.

—Julián me está esperando—. Dijo y sintió la mano de Axel en la suya.

—¿Julián? ¿Qué no habían terminado?—. Preguntó Abo.

—Sí, solo me está haciendo un favor—. La chica se acercó a sus abuelos y les besó las mejillas, luego las de sus padres y se encaminó a la puerta principal, así, salió de ahí sin mirar atrás. Cruzó el jardín y se encontró cara a cara con su ex novio, quien le abrió la puerta del copiloto, no sin antes saludar a su mejor amigo. —Gracias por venir, no sabía a quién llamar—. Y le besó la mejilla.

—No hay de qué, sabes que siempre puedes contar conmigo y prefiero ser yo quien te lleve—. Entre Axel y Ángel acomodaron a los perros en los asientos traseros del auto y colocaron la maleta de la chica en el cofre del auto. Catleen miró a Julián, el chico le daba un abrazo a Ángel en seña de despedida y mientras su hermano hablaba, su ex novio daba una caricia a Axel en la venda de la cabeza.

Un manual para disfrutar de la vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora