Invierno. El frío iba en aumento conforme el invierno se acercaba, Catleen tenía en mente seguir al repartidor de tulipanes y hacerlo hablar para saber quién enviaba los ramos, todo estaba listo y el día siguiente era el ideal para hacerlo, había salido temprano de la oficina, pues era viernes de publicación y estaba sentada en la sala de su casa terminando el segundo capítulo de su tesis mientras Saraí apretaba los botones de la televisión, Abo y Axel habían ido al centro a comprar algunas cosas para el cumpleaños de su padre, que era al día siguiente. Camila y Ángel estaban sentados en la mesita de la sala compartiendo bebidas y snacks.
—¿De verdad te puedes acostumbrar a verlos juntos? —. Preguntó Caty a Sara y ella negó.
—A veces creo que jamás lo lograré, pero cambiemos de tema, ayer hablé con mi papá, es decir, Cami y yo hablamos con él y afortunadamente entendió todo, nos dijo que único que no quiere es perdernos, que no podría con otra pérdida así—.
—Lo entiendo, además, tampoco fui lo que todos los padres quieren como amiga para sus hijas—.
—No, no lo eres, pero así te queremos y él no puede impedirlo—. Saraí sonrió y Caty negó con la cabeza. — Es broma, siempre has sido la indicada, no importa lo que hagas, siempre serás mi mejor amiga, aunque tu no lo quieras así—. Se tomaron las manos y luego Saraí abrió el ejemplar de Readings del día para buscar la columna de su mejor amiga, Caty esperó a que terminara de leer y la miró. —¿Otra vez muerte y amor no correspondido? —. Preguntó Sara.
—Todos los días se muere gente y hay corazones rotos, Sara—.
—Sí, pero esta es la segunda vez—.
—Quizá la que intenta salir de eso es ella—. Dijo Ángel mirando a la pelinegra, Cami sonrió y también la miró. Pero Saraí solo se encogió de hombros. —¿Seguirás sin hablarme? Sara, soy como tu cuñado—. Al escuchar a su hermano, Catleen miró a Saraí, quien hizo un gesto de nausea. Camila le dio un golpecito y Ángel se mordió un labio. Entonces, para alivio de todos, se escuchó el timbre sonar y Catleen se levantó mientras se acomodaba la falda justa que le llegaba hasta los tobillos y corrió a abrir la puerta, no muy sorprendida vio a Mariano.
—Hola Caty—.
—Hola mariposa—. Él le besó la mejilla y entró en la casa como buscando algo.
—Gracias al que inventó el preservativo que te encuentro risitas, ven conmigo—. Pidió el muchacho y ella se levantó rápidamente mientras lo miraba. —Sí, hoy iré por ellos y necesito que estés conmigo—.
—¿Y si me explican? —. Pidió la escritora un tanto confundida.
—Habrá tiempo para eso, ahora debemos irnos—. Le dijo Mariano y se llevó a Saraí, Catleen miró a Camila quien estaba igual de confundida.
—Bueno, no quería saber ni ir con ellos, de todas maneras debo ir al cementerio a ver a Serel y Aba ¿Los veo luego? —. Preguntó a su hermano y mejor amiga quienes asintieron. —No hagan travesuras—. Dijo sonriendo, Camila y Ángel hicieron un puchero y luego rieron.
La castaña se colocó un gorro y una chamarra que hacía juego con sus zapatos y salió de su casa mientras escuchaba su álbum favorito de American Authors, eso le hizo recordar a Guillermo, a quien no había ido a buscar al aeropuerto, se había decidido y nada la haría cambiar de opinión. En el autobús, varios muchachos le coqueteaban e incluso habían querido propasarse, pero ella se alejó de todos e hizo caso omiso, ya no quería experiencias así y luego de todo, ya no necesitaba tanto el sexo casual, así que miraba por la ventana y se entretenía con las letras de las canciones.
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Un manual para disfrutar de la vida
JugendliteraturCatleen es una chica "normal" de 19 años, su vida parece estar en orden y vive cosas que viven las adolescentes normales: crisis familiares, vida amorosa casi aplastada, un trío de amigas que suelen acompañarla siempre, un trío de cachorros que roba...