La chica de los cuentos

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Enorme. La primera palabra que se le vino a la cabeza fue enorme, así era la casa. No hizo falta que alguien la motivara a entrar pues cuando reaccionó ya estaba abriendo la puerta, detrás de ella se escuchaban los pasos de Julián y Ángel. Apenas miró las escaleras sonrió, eran tal como las había dibujado años atrás, incluso justo a un lado de ellas estaba el pequeño cuarto que estaría destinado a su estudio lleno de libros. A un lado del recibidor estaba la sala y al otro la cocina, hacia la parte trasera había una puerta deslizable y supuso que cruzándola se encontraba el lugar que pidió para plantar algunos árboles de frutas y dónde podría sentirse en contacto con la naturaleza. No había otra palabra para describirla, era perfecta.

—Chicos, es la cosa más maravillosa del universo— Exclamó y se giró, su hermano le extendió los brazos y ella corrió a rodearle el cuello y besarle la mejilla.

—Eso es porque la diseñaste tú— Caty volvió a mirar el lugar, esta vez dirigiendo su vista al segundo piso. —Pero bueno, todo esto fue gracias a Julián, quien con sus excelente dotes de redactor, hizo un ensayo que nos hizo ganadores del capital para éste proyecto, pudo haber sido cualquier otro pero... mi mejor amigo se empeñó en hacer éste— Catleen miró a Julián quien estaba claramente sonrojado e incómodo.

—Es hermosa, en verdad... ¿Y qué harán? ¿La venderán o qué?—

—Claro que no... esto es el prototipo, así que... la casa es completamente tuya; y todo esto porque... la reunión de la que te hablé no es por los cincuenta años de la empresa sino para celebrar que una compañía de bienes raíces quiere que Ángel y yo seamos los encargados de construir cien casas como esta en una zona que acaba de vender el gobierno federal— Explicó Julián y Catleen se quedó congelada mientras asimilaba la noticia; un remolino de felicidad la embriagó y le recorrió del estómago a los ojos provocando su llanto, de pronto saltó y gritó.

—¡Su primer contrato!— Los tres rieron y ella los llenó de besos mojados por las lágrimas —No tienen idea de lo orgullosa que estoy de ustedes ¡felicidades!— Comenzó a morderse las uñas y no podía parar de brincar.

—Gracias Isa, no lo podíamos creer cuando nos dijeron aquello, la casa solo era parte de la carrera, la construcción la íbamos a pagar nosotros con un préstamo del banco, sin embargo cuando se nos dio esta oportunidad, decidimos que debíamos intentarlo— Dijo su hermano quien estaba demasiado feliz e irradiando luz por su sonrisa.

—Oh Dios, estoy tan emocionada, están triunfando... siempre supe que ustedes llegarían muy lejos, tenía, tengo y siempre tendré fe en ustedes ¿Me escuchan?—

—Gracias Caty, tú fuiste esa persona que nos dio inspiración y fortaleza, también te lo debemos, por eso queremos que te quedes con ésta casa— La chica asintió feliz y abrazó a su novio por la cintura —¿Por qué no vamos arriba para que conozcas lo demás?— Ella volvió a asentir y tomando la mano de su chico comenzó a ascender —Hay tres recamaras acomodadas justo como pediste, y el baño, hay una cuarta habitación pues sobraba demasiado espacio así que esa puedes ocuparla como cuarto de televisión o yo qué sé...—

—Es enorme...—

—Hay una habitación principal que es la tuya— Le explicó su hermano mientras abría la puerta del final del pasillo y Caty abría la boca, era muy grande y tenía una gran ventana donde la luz del sol se filtraba con gran intensidad. —Y hay otras dos a los lados que... bueno... pueden ser las de sus hijos— Ángel señaló a la pareja que se tomaba de las manos y fue entonces cuando ella se dio cuenta de todo, el comentario no le agradó ni un poquito y soltó la mano de su novio.

—¿Así que ese era el plan desde el principio?— Preguntó llevándose una mano a la frente y comenzando a pensar en la forma de contestarle lo peor posible a Julián.

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