Venecia. Luego de un largo recorrido, Venecia era su destino. Habían ido al Vaticano, vieron la capilla sixtina, la Plaza de San Pedro y las obras de Miguel Ángel, pero tuvieron que volver a recoger sus maletas y comer un poco. Dejaron el hotel y los cuartos con los pocos recuerdos ahí, con un sabor amargo llegaron a Venecia a un hotel pequeño donde tenían reservación, por suerte estaba cerca del canal.
—Esta ciudad sí que es para enamorarse, lástima que solo podemos ver el canal—. Dijo Serel en tono sarcástico.
—Sí, pero podemos ir a leer a algún lugar tranquilo, quiero que descanses después de toda la semana de ajetreo y mañana es tu cumpleaños—.
—Ya... mañana veremos—.
—Está bien, vayamos a dormir—. No habían querido desempacar pues eso tomaría más tiempo, así que obtuvieron sus pijamas y cada quien se acostó en su respectiva cama. Pero justo a la hora, Catleen se levantó sin hacer ruido, llamó un par de veces a su amiga sin obtener respuesta y salió de la habitación, sin embargo, por sus movimientos meticulosos, no se percató que al salir iba pasando un muchacho, se estrelló con él y casi lo hizo caer, mientras el papeleo que él llevaba en mano, salía despedido por todos lados. —Oh Dios, lo siento ¿Estás bien? —. Le preguntó en inglés, pues fue el primer idioma en el que pensó. El chico la miró a los ojos y sonrió.
—Sí ¿Tú? —. Respondió él en un perfecto inglés británico.
—Sí, disculpa ¿Eres italiano? —. Él sonrió un poco.
—No, en realidad soy inglés... británico... bueno, de Inglaterra—. Dijo el chico de ojos azules, cabello castaño rizado y nariz pequeña, su piel era del color de la leche, lo que sorprendió a la chica, el muchacho era muy peculiar pues solo media unos 10 centímetros más que ella.
—¿En verdad? Italia es como la torre de Babel, he encontrado de todos los idiomas—. Al decir esto se puso en cuclillas a recoger los papeles mientras él la imitaba.
—Europa es una torre de Babel—. Bromeó él. —Tú no eres de aquí ¿Cierto? —.
—No, yo... estoy de visita, supongo que tú también—.
—Negocios... mi mejor amigo tiene una empresa y yo me encargo de las relaciones públicas—.
—Genial ¿Empresa de qué?-.
—Traficamos flores—. Dijo y ella sonrió al tiempo que se levantaban y Caty le entregaba las hojas. —Es mentira, las vendemos, bueno la compañía—.
—Genial, compraré algunas, mañana es cumpleaños de mi amiga—.
—Perfecto, aunque aún no llegan nuestras flores, conozco muy bien esta ciudad, si quieres te puedo ayudar—.
—Bien, muchas gracias—. Y el chico la acompañó hasta unos locales cerca de ahí que vendían las más hermosas flores y le ayudó a escoger un presente para Serel.
. . .
A otro día, Catleen estaba frente a la cama de Serel sosteniendo un pastelito, cuando la rubia despertó, la vio y sonrió ampliamente.
—¡Feliz cumpleaños! —. Le dijo y se acercó a ella. El cuarto estaba lleno de globos y al lado de la cama descansaba un hermoso ramo de flores.
—Oh Dios, Caty, muchas gracias—. Ambas se abrazaron y dieron un beso en la mejilla.
—Si yo fuera tú, me ponía mi regalo enseguida y bajaba a desayunar porque te llevaré a los mejores lugares cerca del canal—. Le dijo y Serel asintió aún muy emocionada y comenzó a tomar fotos. Caty iba saliendo cuando le señaló el tocador donde descansaba una caja color amarillo.
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Un manual para disfrutar de la vida
Teen FictionCatleen es una chica "normal" de 19 años, su vida parece estar en orden y vive cosas que viven las adolescentes normales: crisis familiares, vida amorosa casi aplastada, un trío de amigas que suelen acompañarla siempre, un trío de cachorros que roba...