El chico de la cafetería

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Esmalte. Catleen estaba tumbada en el sillón de la sala mientras Aba le cubría las uñas de los dedos de los pies con esmalte blanco. En su mano tenía la servilleta que le había dado Orión y la observaba detenidamente. Justo frente a ellas estaba su madre tecleando en la computadora portátil. Catleen dejó el papelito en la mesa y Liliana lo observó.

—¿Orión?—. Preguntó y Caty se estiró para tomar la servilleta y meterla en la bolsa de su chamarra.

—Sí, un chico que intentó conseguir una cita conmigo. No veo porque no, era guapo, bastante, debo decir—.

—Entonces deberías salir con él—. Le dijo Liliana y la chica le sonrió, había guardado el número del chico en su teléfono, así que pudo observar, desde su whats app, sus movimientos, se dio cuenta que él había hecho lo mismo pues él veía todos los estados que ella publicaba. —Tu padre no fue hoy a ver a Axel, llamó y dijo que tenía un asunto importante, así que lo visitó tu tía Mónica. —La chica suspiró y asintió. —Por lo tanto, nos toca ir a las 8 de la noche a recibir información—.

—Bien, tengo ganas de verlo, ahora que ya reaccionó ¿Cómo está?—.

—Mejorando, los doctores dicen que probablemente es cuestión de una semana más, así que pronto podrá volver a la escuela—.

—Ya me encargué de pedir a los trillizos sus apuntes y son tan amables que casi se ofrecen a hacer las tareas por él—. Contó Aba y su hija sonrió. —¿Dónde diantres se metió Angelito? —.

—En casa de Saraí y Camila, ellas le están ayudando con el diseño de un edificio, bueno, fue a ver si le podía ayudar Camila, por aquello de las matemáticas., además es un reconocimiento a la mujer, así que fue a pedirles consejo—. Dijo Liliana y entonces volvieron a sus actividades.

. . .

Por la noche, ambas castañas estaban en el hospital cuando Juan Esteban apareció por ahí. Catleen sintió un retortijón al verlo, pero eso no hizo que evitara saludarlo, aunque sí provocó que fuera la primera en entrar a ver a su hermanito. Al ingresar lo vio conectado a varios tubos y con un vendaje en la cabeza, el niño tenía la televisión encendida frente a él y un par de libros en un costado.

—Hola Axel ¿Cómo estás?—.

—Muy mal, Caty, todo me da vueltas aún y mi cabeza me duele mucho—. El adolescente recorrió sus pies para que su hermana se sentara en el borde de la cama. —¿Papá está fuera?—.

—Sí, está fuera ¿Ha venido a verte?—.

—Una vez desde que reaccioné, sé que no puedo juzgarlo así que he optado por no decir nada y platicar poco con él—. La chica sonrió y besó a mano de su hermano.

—Es lo mejor que puedes hacer ¿Has acabado ya esos libros?—. Su hermano asintió mientras ella los observaba. —Genial, tengo otros dos para ti y la nueva edición de Readings en exclusiva para ti—.

—¡Gracias! Así no es tan aburrido estar aquí—. Axel los tomó sonriendo y comenzó a revisarlos. De pronto entró Liliana en la habitación donde había un par de personas más hospitalizadas. El adolescente rodó los ojos y cambió de actitud. —¿Puedes dejar los libros ahí, Caty?—. Le dijo a su hermana. —¿Cuándo voy a poder salir de aquí? —. Preguntó a su madre en tono soberbio.

—Hola Axel ¿Cómo estás? Yo bien, hoy sí me dejaron salir temprano del trabajo para venir a visitarte y que bueno que te dé mucho gusto verme—. Dijo Liliana y su hijo se recargó fuertemente en la almohada, claramente insatisfecho. —No sabemos cuándo sales de aquí—.

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