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Y ahí estaba, en el hogar Hyuga, sentada a la derecha de Hiashi sintiendo todas las miradas perlas sobre ella, la única que no portaba ese par de ojos blancos.

Sus manos sudaban y juraba que había sido una muy mala idea haber ido a la mansión Hyuga, se sentía una completa intrusa en ese lugar dónde todos portaban unos ojos tan claros como las nubes y unos cabellos oscuros como la noche o como la caoba.

Una pequeño suspiro salió de sus labios, para luego regalarle la sonrisa más grande que poseía a los miembros del clan más importante de la aldea.

—Por las nuevas kunoichis.

Saki escuchó decir a su padrino, antes que todos comenzarán a comer de manera lenta y con gracia, digna de un Hyuga.

Habían cosas que Saki amaba de la mansión de su padrino, y una de ellas era la comida que servían en los banquetes dónde participaban aquélla familia de ojos perla, y en algunos casos aislados, invitados del patriarca.

Lo que estaba ingiriendo en ese momento le recordaba vagamente a las cenas que le daba su padre. Era su plato favorito y sin duda recuerdos algo oscuros surgían en su mente.

El solo recuerdo de ese hombre de ojos castaños y cabellos oscuros hizo que sus ojos se cristalizaran, e intentó no llorar, pero el suspiro lastimero que soltó fue suficiente para hacerle saber a los presentes que ella no se encontraba del todo bien.

—Creo que debo ir al baño.-Murmuró la pelirroja consiguiendo que su voz no sonara tan cortada como lo previó.

Ante el asentimiento de Hiashi se levantó, haciendo una pequeña reverencia, para luego salir casi trotando a dónde recordaba estaba el baño de invitados. Abrió la puerta corrediza y se quejó en voz alta al ver que se equivocó, había terminado en el campo de entrenamiento de la familia secundaria.

Después de tantos años de ser allegada al clan Hyuga no se podía responder porqué la gente de la rama secundaria tenía un lugar separado del de la rama primaria, pero tampoco podía hacer mucho más que callarse.

—Neji.

Saludó con un asentimiento de cabeza al chico que se encontraba entrenando en ese lugar, el castaño apenas y se volteó a devolverle el saludo antes de seguir golpeando una bolsa de entrenamiento con su puño suave.

—Si no te molesta, me quedaré, no me agrada estar con todos esos estirados.-Informó la de luceros cielo, haciendo lo que le indicó al mayor, se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, apreciando sus movimientos.

—Debe ser muy duro que hagan una celebración en tu nombre, Saki Uzumaki.-Ironizó el de mirada perla, haciendo que la menor lanzara una pequeña carcajada que frenó con su mano.

Escuchar el apellido de su madre en su propio nombre le fascinaba, no se arrepentía de haberle pedido al Tercer Hokage aquél cambio en su nombre completo.

—Lo es cuándo no perteneces al clan y sientes que la celebración tendría que ser para otra persona.-Saki sabía que los ojos ajenos eran característicos de apreciar todo, absolutamente todo, y no era tan lista como para engañarlos.

—Hinata es una fracasada, no merece que te sientas incómoda.

Esas palabras hicieron que la sangre de la más baja ardiera, Neji siempre le agradó, pero no dejaría que se metiese con la única persona que consideraba su amiga.

—¡Hinata es la mejor persona que conozco, y no dejaré que nadie diga lo contrario!.

Se levantó casi ofendida, viendo los ojos incrédulos de quién era considerado el genio de aquél clan, pero a su vista era un gran idiota.

Neji no entendía, quería hacerla sentir mejor, y sólo la hizo enojar muchísimo más, lo podía apreciar en la manera que movía su pecho por su rápida respiración y sus labios rosados que temblaban por la furia contenida.

Esa chica le interesaba, y no sabía porqué, quizá por su fuerza tanto moral como física, quizá por su forma de ver el mundo, quizá por su físico, quizá, su atracción hacia ella se basaba en un conjunto de "quizá" que nunca terminaban.

Quiso decir algo cuándo la vió salir hecha una furia, y él no le insistía a nadie, por esa razón la dejó estar, pero seguía teniendo un pequeño malestar por la manera de actuar de la niña.

Mientras tanto, aquella con apellido Uzumaki se encontraba furiosa, regresando a la gran mesa que anteriormente estaba compartiendo con los pertenecientes a la rama principal del clan.

—Lord Hiashi, sabios, señorita Hanabi, Hinata, me despido, no me siento muy bien y debo irme antes, discúlpenme, muchas gracias por la comida.

La pequeña no dejó que el mayor contestase, únicamente salió corriendo del salón principal de los Hyuga; no se sentía para nada bien desde que comenzó la cena.

Se sentía fuera de lugar entre esa gente, y la razón era que no lucia como ellos, ni tenía sus mismos principios, mucho menos sus mismas metas. Aunque realmente nunca se sintió bien en ningún lado, ni cuándo sus padre estaban vivos se sentía perteneciente a un clan o lugar.

Sabía muy bien que físicamente era muy obvio que su madre era perteneciente al clan Uzumaki, pero todo ese clan estaba extinto hace tanto tiempo y no tenía a nadie.

Y ni hablar del clan de su padre; el clan Uchiha fue masacrado hace unos cuántos años, pero aún cuándo no había ocurrido eso, ella no era muy aceptada por esa familia, sólo por no ser hija de una Uchiha.

Toda su vida fue así, intentando encajar donde no podía. Era como una pieza de un rompecabezas perdida que nunca tendría un lugar donde poder ser ella misma y brillar.

Ella no pertenecía a ningún lado, no tenía familia y mucho menos razón de ser.

Y eso, eso era peor que cualquier cosa.

Sky eyes; Neji Hyūga. [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora