10.

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El pecho algo desarrollado subía y bajaba de manera irregular por el movimiento que su respirar concretaba, el culpable de ello era el castaño delante de ella, que se paraba de manera casi arrogante en su distintiva posición de lucha, encarandola.

Una sonrisa irónica salieron de los carnosos labios que portaba la pelirroja, cerrando un instante sus rojizos ojos para respirar profundamente, estabilizando sus sentidos.

-¿Ya te rindes?.-Preguntó el mayor, haciendo que las pelirrojas cejas de Saki se crisparan, pero sin dejar ir la mueca que plasmaba en los labios.

-Eso nunca, Hyuga.-Terminó por exclamar orgullosamente, abriendo esos luceros carmín con aspas azabache tan dignos del clan de su padre.

Arremetió por última vez contra el de ojos perleados, la prueba era derribarlo, debía de hacerlo para terminar por ese día, quería descansar.

Era la décima vez en el día que fallaba y eso la frustraba demasiado.

-¡Demasiado lenta!.-Exclamó el de cabello largo, esquivando su ataque, tomando el puño de la menor, otro puñetazo intentó estampar su rostro, pero fue persuadido por el genio.

Fue una patada bastante potente de la pelirroja lo que logró finalmente derribarlo, debía agradecerle a Gai por ello luego.

Quedó sobre el mayor, sus piernas a ambos lados de Neji y su kunai justo en el inicio de su cuello, ese blanquecino cuello que parecía porcelana.

-Creo que gané, pequeño.-Picó, lanzando una suave y sonora carcajada, ganando un pequeño sonrojo de las mejillas ajenas.

-No me digas así, soy mayor que tú.-La voz del castaño sonaba molesta, pero la expresión en su rostro no denotaba la misma molestia que intentaba demostrar.

Carcajeó nuevamente ántes de levantarse, extendiendole su mano derecha al que todavía se encontraba en el suelo, mano que Neji no aceptó y se levantó solo, negando la ayuda de ella, ántes de suspirar sonoramente.

-Terminamos con esto.-Declaró finalmente, dando por acabado el entrenamiento al que la menor se había sometido desde que sus ojos rojizos despertaron.

-Debo dejarte con tu equipo.-Señaló la pelirroja fijándose su mirada en un moreno de grandes cejas y una castaña de chonguitos adorables, ambos venían a su dirección y sabía muy bien que eran compañeros del mayor.

-Está bien, cuídate, mocosa.-Una mueca parecida a una sonrisa fue lo que ella vió ántes de guiñarle un ojo y salir corriendo lejos del campo de entrenamiento.

Hizo que su sharingan se fuera, por suerte, en tan pocas semanas logró aprenderlo a usar y a controlarlo un poco, tenía esperanzas en que esos ojos la ayudarán a mejorar como ninja.

Con ese pensamiento regresó a su hogar, con una gran sonrisa danzando en sus labios, estaba ansiosa por el regreso de su equipo; un par de días llevaban fuera y sabía que en la brevedad vería a su grupo.

Un trago amargo pasó por ru garganta, pensando en el rubio de su grupo, no quería verlo, la herida estaba abierta actualmente y no quería hacerle más daño, pero estaba tan dolida que sabía lo que ocurriría si ellos se veían otra vez.

Se tiró al suelo de manera escandalosa, pero a ella no le dolió en lo más mínimo, estaba demasiado cansada como para sentir el dolor del frío suelo contra su maltratada espalda.

Cerró los ojos aspirando con fuerza y por fin dejó salir su voz casi como un susurro ahogado.

-¿Quién está ahí?.- Preguntó aún sin abrir sus ojos, sentía la presencia de alguien desde que entró a su hogar y no tenía ganas de pelear con algún ladrón estúpido.

-Lo siento, Saki, solo quería esperarte hasta que llegaras.- La dulce voz de Hinata logró que sus hombros dejaran se estar tensos y se entregaran al placer de sentir aquella superficie fría.

-Agradecería que me avisaras ántes de entrar a mi hogar, pero me alegra verte, pequeña.

-Lo siento, pero padre me dijo que te atendiera cuando vinieses, sabe que entrenamiento estás llevando a cabo.-Murmuró la menor con varios tartamudeos de por medio, pero era normal en la pequeña Hyuga.

Saki asintió levemente, aún sin abrir los ojos, el perfume de las sales de baño que se escapaba por todo el departamento la envolvió y tuvo que inhalar varias veces para percatarse que era cierto.

-Oh, te preparé la bañera, si quieres ir ahora ya está todo listo.-Volvió a soltar la de cabellos azulados, su voz era tan dulce que a la pelirroja le relajaba escucharla.

-Muchas gracias, Hinata, en serio siento que tu padre te obligue a ser prácticamente mi sirvienta.-Soltó la de ojos azules, levantándose de un salto, para ver a la mirada perlada que se encontraba frente a ella.

-No te disculpes, siempre fue así, y en parte lo hago porque quiero, eres alguien muy especial para mi y no me molesta hacer estas cosas.-Tartamudeó la heredera jugando con sus dedos y en ningún momento levantó la mirada para ver a su mejor amiga.

-Linda, vete, no hagas más nada y descansa, te lastimaste en tu entrenamiento.-Indicó la mayor al ver como las manos ajenas se encontraban algo dañadas; Hinata se quiso negar, pero no mucha gente le ganaba a Saki.

Minutos después el departamento se hallaba completamente vacío, salvo con la presencia de una pelirroja que se había quedado en su hogar e inmediatamente fue al baño.

Se quitó la ropa con lentitud, haciendo que la tela acaricie su cuerpo al ser extraída, para terminar en el suelo de su blanquecino baño; tomó su largo cabello y lo ató en un simple chonguito.

Suspiró escandalosamente ántes de ingresar a la bañera, pudo sentir como sus músculos se relajaban ante la acción y una sonrisa cruzó sus labios, era bueno relajarse después de un entrenamiento tan intenso.

-Neji está muy raro.-Dijo en voz alta, aunque, obviamente, sabía que nadie iba a responderle esa observación.

Ella sentía que el mayor había cambiado bastante desde que ocurrió lo de sus ojos, no sabía exactamente porqué, pero algo en sus ojos había cambiado.

Sus ojos se habían suavizado y le regalaban sonrisas a la pelirroja, aunque su rostro muestre una mueca distinta, esos ojos la miraban casi con dulzura. Lanzó la cabeza hacia atrás e intentó dejar de pensar en Neji.

Aspiró nuevamente y sintió el perfume de chocolate que tenían las sales, sonriendo con complicidad por la comparación que había hecho su cabeza.

En ese momento pensó que los cabellos de Neji caían como gotas de chocolate en su espalda.

Sky eyes; Neji Hyūga. [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora