Capítulo 17.

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Llegamos a la universidad justo antes de que el timbre sonara. Aún estaba abrumada por lo que había sucedido en el sueño. El hecho de que Agustín haya demostrado que se preocupaba por mí, me tenía confundida y nerviosa.

También estaba un poco desconcertada por su advertencia de alejarme de Jorge. No tenía por qué acceder a su consejo. Dijo que era por mi seguridad, pero ¿por qué confiar en Agustín? No lo conocía del todo, y menos aun cuando confesó que tenía habilidades, que hasta ahora, no sabía cuáles eran. Aunque aparecer en mis sueños debía ser una de ellas.

Las primeras clases surgieron con lentitud, de hecho, estuve a punto de quedarme dormida encima de la mesa del laboratorio, pero Lionel me interrumpió, diciendo que el profesor iba revisar nuestros apuntes.

En la hora de descanso, pasé por Malena al aula de literatura. Cuando la vi, la noté nerviosa. Estuve a punto de preguntarle qué le pasaba, pero lo supe cuando Ruggero salió del salón. Debió haber sido incómodo compartir clase con él después de lo que había sucedido entre ellos.

Nos dirigimos a la cafetería, y nos acercamos a nuestra mesa en donde Valentina ya estaba ahí, hablando con Jorge, riendo a carcajadas. Sonreí y me convencí que él no era peligroso.

—Por fin llegan chicas, Jorge estaba por contarme sobre sus aventuras de su antigua escuela —dijo Valentina con alegría.

—Bueno, no es tan interesante —comentó él, encogiéndose de hombros.

—Oh vamos, Jor. Dinos —lo animó Malena con una amigable sonrisa.

Me miró y lo alenté con un asentimiento. Comenzó hablar, pero en realidad no lo escuchaba. Estaba pensando en lo equivocado que podría estar Agustín. ¿Jorge no era una buena persona? No podía creer eso. Era agradable pasar el tiempo con él, y mis amigas estarían de acuerdo con eso. No encontraba algún indicio para alejarlo.

Despejé las dudas y me centré en su plática, pero al cabo de unos instantes, miré sobre su hombro. Cerca de la puerta de la cafetería, Ruggero estaba observándome fijamente. Se dio cuenta que lo miraba y luego inclinó la cabeza, señalando la puerta de la cafetería. Salió a los pasillos y fruncí el ceño. ¿De qué quería hablar conmigo que no fuera aquí?

Busqué a Agustín en su mesa, pero no estaba. Unas carcajadas me sobresaltaron y me volví hacia Malena y Valentina, quienes reían con furor. Me sentí culpable por haberme perdido la conversación. Sentí la mirada de Jorge y cuando me volví hacia a él, tenía los ojos entrecerrados. Seguramente preguntándose por qué yo no reía. Me enfoqué en el sándwich y le di un pequeño mordisco, queriendo pasar por desapercibida.

—No puedo creer que te haya dicho eso —comentó Valentina entre risas.

—Debiste ser el más sorprendido —dijo Malena.

—¿No te pareció gracioso? —escuché decir a Jorge y me tensé. Me miraba con atención, y pude notar que su rostro se había endurecido por un momento.

—Lo siento, tengo que ir a buscar al profesor Matteo. Necesito preguntarle una duda sobre la asignatura —logré decir mientras me levantaba de mi lugar.

—Y de mi parte, le dices que se rasure el bigote porque ya obstruyó toda su boca —bromeó Malena.

Valentina rió, y rodeé los ojos.

—Nos vemos luego —me giré hacia a Jorge. Seguía en silencio, pero asintió con una sonrisa que pareció una mueca.

Salí de la cafetería y miré a los costados.

—Por aquí —logré ver a Ruggero doblando la esquina del pasillo.

Lo seguí y cuando lo alcancé, vi que entró al área de mantenimiento. Fruncí el ceño y me acerqué. Abrí la puerta metálica de un movimiento y respingué cuando lo encontré frente a mí.

—Perdón, no quería asustarte —dijo con una sonrisa traviesa.

Evadí su comentario y la puerta se cerró detrás de mí.

—¿Para qué querías verme? —pregunté.

«¿Y por qué teníamos que conversar en el aula del conserje?»

Su sonrisa desvaneció, y su rostro cambió hasta ponerse serio.

—Estoy enterado que Agustín habló contigo.

—Sí, me dijo que me alejara de Jorge, pero no me dio una razón. Sólo dijo que no era una buena persona, y que era por mi seguridad.

Asintió y luego colocó una mano en la puerta, a lado de mi cabeza.

—Y no hiciste caso.

—Yo puedo juntarme con quien quiera —dije a la defensiva.

Arqueó las cejas, sorprendido por la brusquedad de mis palabras. Su mano libre viajó al otro lado de mi cabeza, dejándome encerrada entre él y la puerta.

—Te recomiendo que sigas nuestras advertencias antes de que salgas perjudicada —su aliento a menta me golpeó en el rostro.

—Lo siento, pero creo que dudaría más de ustedes que de Jorge.

Rió en seco y luego me miró. Sus ojos eran de un marrón oscuro, pero había un brillo espectacular en ellos.

—No lo entiendes, no tienes ni idea... —murmuró.

—Así que, ¿besaste a Malena? —no pude resistirme a preguntarlo. Quería cambiar el tema y fue lo primero que se me ocurrió.

Al instante en que la mencioné, bajó los brazos y gruñó.

—Ella no debió hacer eso —dijo, controlando la amargura en su voz.

—¿Por qué no le correspondiste? Quiero decir, ella es linda y obviamente le gustas —una parte de mí quería saber la razón. Malena era una chica con una belleza envidiable ¿qué chico se perdería de la oportunidad de besarla?

—Porque no me siento atraído por ella —dijo luego de una pausa.

—Oh.

—Prefiero las chicas con curvas, cabello castaño oscuro y ojos marrones con un toque de verde —agregó mientras tomaba un mechón de mi cabello entre sus dedos.

Pasé saliva, y mi cuerpo se estremeció.

—Será mejor que me vaya, está por sonar el timbre —me excusé.

Sonrió, y abrió la puerta para mí. Volvimos a los pasillos y solté el aire que estaba conteniendo.

—¿Y Agustín? —pregunté con indiferencia mientras Ruggero cerraba la puerta detrás de él.

Me miró y con la barbilla, señaló por encima de mí.

—Allí viene.

Sentí las piernas débiles y giré sobre mis talones. Agustín venía hacia a nosotros con una expresión intimidante.

—¿Qué estaban haciendo allá dentro? —exigió, mirando a Ruggero con impotencia.

atracción mortal; aguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora