No pude dormir bien el resto de la noche. Estuve despertando a cada rato hasta que el sol comenzó a salir. Michael apareció en la casa al mediodía. Me puse nerviosa cuando preguntó si había pasado una buena velada. Aparenté que todo había estado bien con una sonrisa. Afortunadamente no sospechó nada.
Me sentía demasiado desequilibrada mentalmente. Necesitaba desahogarme, hablar con alguien sobre eso y liberar la tensión. Recordé las palabras de Agustín en donde decía que no se lo contara a nadie, pero no podía guardar esto sólo para mí.
Male llegó a casa por la tarde como habíamos quedado. Estábamos en la sala mientras organizábamos las cosas para la clase. Los libros de Bioquímica estaban esparcidos en la mesa de centro y cada una tenía su cuaderno de apuntes en el regazo. Inicié con explicarle las dudas que tenía en la asignatura, pero cuando Mike salió a comer con Karol, aproveché su ausencia para contarle lo que había ocurrido anoche, omitiendo completamente la pesadilla del ritual.
—Déjame procesar todo —frunció el ceño, sumida en sus pensamientos—, dices que entraron a tu habitación por la ventana y te escondieron en el armario.
—Porque alguien entró a mi habitación segundos después —aclaré, probando el helado de vainilla que habíamos comprado.
—Eso es extraño. —Se tocó la barbilla con el dedo, pensativamente—. ¿Y si todo fue planeado?
Fue mi turno de fruncir el ceño.
— ¿Intentas decirme que estaban de acuerdo con la persona que estaba en mi habitación?
Malena se encogió de hombros y continuó: —A lo mejor tenían la intención de robarte algo, y dado que los conoces, decidieron involucrar a otra persona para que no sospecharas de ellos.
—No lo creo. —Bajé la vista a la copa de helado mientras recordaba que el teléfono y la caja de ahorros no habían sido robados.
—Tal vez pensaron que tenías un baúl de oro o algo así —bromeó con una sonrisa.
Reí por un instante, pero luego pensé con seriedad. Necesitaba una explicación. Una que fuera lógica y razonable. No quería vivir con la incertidumbre de que en cualquier momento Agustín o Ruggero aparecerían en mi habitación por la ventana. Me llevaría un buen susto.
— ¿Y si hablo con él? —susurré, considerando la idea.
— ¿Hablar con quién? —preguntó mi amiga confundida.
Con un suspiro, me levanté del sofá y dejé la copa de helado en la mesa de centro.
—Con Agustín, él puede darme una explicación.
Hizo una mueca.
—Caro, te advirtió que no le dijeras a nadie sobre lo que sucedió. ¿Crees que te dará una respuesta?
—Puedo intentarlo. —No perdía nada hablar con él. Podía utilizar métodos para presionarlo, como por ejemplo, podía amenazarlo con la policía.
—No creo que te diga. —Sacudió la cabeza y luego me miró—. Pero si es tu decisión para estar tranquila, hazlo.
Era lunes. El fin de semana transcurrió como por arte de magia. No volví a tener pesadillas durante la noche del sábado y domingo. Nada extraño ocurrió en esos días. Solamente tuve que soportar los gritos de los amigos de Mike de nuevo.
En la cafetería Male se encargó de decirle a Valen sobre lo que me había pasado. Al parecer, la pequeña historia era algo interesante para contar. Ella, al igual que Male, se sorprendió y se quedó sin palabras. Cuando recuperó la voz, me aconsejó que me alejara de él y olvidara todo
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atracción mortal; aguslina
أدب المراهقينLas apariencias engañan. Historia Adaptada. Todos los derechos reservados a su autora original @kendymadness