Capítulo 45.

3.3K 244 28
                                    

Jorge rápidamente se levantó del sofá y salió de ahí.

—Maldita, perra. Sabía que me estabas engañando —Santiago me miró furioso.

Con la adrenalina en mi interior, tomé la espada y lo amenacé que no se moviera. Rió y sacudió la cabeza incrédulamente. Lo que él no sabía, es que estaba distrayéndolo. Tenía que ganar tiempo para que los demás subieran hasta aquí y así, podría manifestar mis habilidades en su contra.

—Carolina, ¿de verdad piensas que me tienes? —sonrió y me abstuve a golpearlo—. Fui considerado dándote la poción, pero como te dije, no soy estúpido.

—Lo sé, la poción es falsa ¿no es cierto? —estaba preparada para eso, sin embargo, me sorprendí cuando negó la cabeza.

—Claro que no. Por un pequeño instante te creí, puedes quedártela. Vivirás, pero tus amigas no.

Mi cuerpo se congeló y la sangre me llegó a los oídos.

—¿De qué estás hablando? —exigí, presintiendo lo que iba a contestar.

—Jorge las estuvo vigilando. Pensamos que tal vez te comunicarías con ellas, pero no lo hiciste —dio un paso hacia a mí y le apunté con el filo de la espada—. Así que para asegurarme que no estabas tendiéndome una trampa, lo cual fue cierto, las tengo. Están en las habitaciones contiguas.

—Estás mintiendo —dije, entredientes.

—Jorge, ¿estoy mintiendo? —miró por encima de mi hombro y me estremecí.

Me volví y el corazón me latió dolorosamente. Jorge sujetaba a Malena y Valentina con cada brazo. Ellas trataban de zafarse, pero se veían tan frágiles y exhaustas que sus intentos no tenían éxito. El terror me desgarró y las lágrimas quemaron los ojos. Habían sido retenidas por mi culpa. La ira y la impotencia se apoderó de mí.

—¡Suéltalas! —quise romperle la cara a Jorge, pero en ese desenfoque, Santiago me tomó por detrás y me quitó la espada. Lo empujé, pero fue más rápido. Llevó mi espalda contra su pecho y mantuvo el filo en el pulso frenético de mi garganta.

—¿Creíste que te ibas a salir con la tuya? —su voz resonó en mi oído y jadeé con un gruñido.

—¿Caro? —pudo decir Valentina mientras se retorcía débilmente en el brazo de Jorge.

—Oh por Dios —Malena me miró, sus ojos bañados en rímel y lágrimas.

—Déjalas en paz —mi voz se quebró.

Estaba consciente del confrontamiento que estaba ocurriendo abajo, pero lo único en lo que podía concentrarme, era en mis dos mejores amigas.

—¿Recuerdas que en una de tus pesadillas, alguien te degollaba? ¿Adivina quién era? —el filo de la espada comenzó a abrir mi piel sensible. Sentí el líquido caliente de mi sangre y gemí de dolor—. Tu pesadilla se hará realidad.

En ese instante, Agustín entró con el rostro endurecido. Ruggero y Julián venían detrás y se detuvieron cuando notaron la abrumadora situación.

—Oh, tenemos compañía. ¿Qué tal hermanito? —dijo Santiago, y su risa escalofriante vibró en su pecho.

La mirada de Agustín se encontró con la mía y apretó la mandíbula.

—Le estás haciendo daño —su respiración era pesada e incontrolable.

—No me digas —apretó la espada y protesté con un sonido sordo—. ¿Qué harás? ¿Utilizar tus inútiles poderes?

Sus puños temblaron y lo miró.

atracción mortal; aguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora