—Tranquilo, Agustín. Sólo le estaba recordando a Carolina que se alejara de Jorge —dijo Ruggero un poco molesto.
Agustín me miró de arriba a abajo rápidamente, como si estuviera percatándose que me encontrara bien en todos los sentidos.
—¿Y tenías que hablar con ella en el cuarto del conserje? —se volvió hacia a él, frunciendo el ceño.
—Necesitaba un lugar privado —se encogió de hombros.
—Que sea la última vez que te escondes para hablar con ella —le advirtió.
Ruggero rodó los ojos y suspiró.
—Como sea.
Agustín se volvió hacia a mí aún con su rostro enfurecido.
—Puedes irte —dijo fríamente.
Entrecerré los ojos, sorprendida por su cambio de humor. Resoplé y lo esquivé, golpeando intencionalmente su hombro con el mío.
Al momento en que entré a la cafetería, escuché la voz de Michael. Lo miré y me hizo un gesto con la mano para que me acercara. Rara vez nos hablábamos aquí, por lo que me desplacé hasta su mesa. Sus amigos me saludaron y retomaron su conversación entre ellos.
Michael se inclinó hacia a mí y frunció el ceño.
—¿Qué está pasando? —preguntó, dejándome sin habla por unos segundos. No sabía exactamente a qué se refería, pero tenía mis sospechas.
—Nada, ¿por qué?
—No soy estúpido, Caro. Saliste de la cafetería segundos después de que Ruggero te hiciera una seña hacia a los pasillos, ¿qué diablos tienes qué ver con él?
Cada músculo de mi cuerpo se tensó. Por un lado comenzaba a irritarme por tener que darle explicaciones, pero entendía su preocupación.
—Oh, es sólo que está interesado en Malena y pidió mi ayuda para acercarse a ella —las mentiras que salieron de mi boca me hicieron sentir la peor persona del mundo. Ruggero había dejado claro que no estaba interesado en ella, pero no podía encontrar otra respuesta más lógica que esa.
Dudó por un momento y pareció estar convencido porque asintió.
—De acuerdo, pero por favor no te veas con él a solas.
—Está bien.
Uno de sus amigos intervino, y luego Henry me recordó que estaba invitada en su fiesta del sábado. Le agradecí y regresé a mi mesa.
—Podemos ir en mi auto —dijo Valentina cuando les comenté sobre ello.
—Genial. Estoy ansiosa por el fin de semana —habló Malena, haciendo un baile extraño con los brazos.
Sonreí y miré a Jorge, quien había estado en silencio desde que volví.
—¿Irás? —pregunté, sintiendo la mirada anhelante de Valentina sobre él.
Hizo una mueca y negó con la cabeza.
—No sé si pueda.
—¿Por qué no? —los ojos de Valen demostraron decepción y tristeza.
Tardó unos segundos para responder, lo que me hizo sospechar que estaba pensando en algún pretexto.
—Tengo que visitar a unos viejos amigos —se limitó a decir, sin hacer contacto visual.
Valentina asintió, creyendo totalmente en sus palabras. Fruncí el ceño, confundida. En las clases anteriores, me había dicho que había visitado a sus amigos ayer por la tarde. Miré a Malena y me devolvió la mirada. Ella también lo había escuchado cuando contó que había tenido una partida de póquer con ellos.
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atracción mortal; aguslina
Подростковая литератураLas apariencias engañan. Historia Adaptada. Todos los derechos reservados a su autora original @kendymadness