Capítulo 43.

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Ariana nos esperaba en la mansión de Agustín, y lo que hice después de saludarla, fue darme una ducha. Descansé un poco mientras disfrutaba del agua tibia. Cerré los ojos e intenté relajarme. Minutos después, salí del cuarto de baño y me vestí.

Llegué a la sala y vi a Ruggero y Ariana conversando. Pregunté por Agustín, pero ella dijo que estaba terminando de ducharse. Estuvimos hablando sobre cosas que me distraían del problema en la me vería implicada en unos días para romper el hechizo. Agustín apareció y se unió a nosotros.

A las pocas horas me di cuenta había anochecido. Cuando Agustín estuvo por decir las habilidades que tenían los Hechiceros, sonó su teléfono. Se disculpó y se alejó, atendiendo la llamada.

—No te estreses, Caro. Cuando regreses a la universidad, todo volverá a la normalidad —habló Ariana cuando mencioné echaba de menos a mis amigas.

—Eso espero—traté de mostrar una sonrisa.

Ruggero, quien estaba a mi lado, me dio un codazo amistoso.

—Además, Malena y Valentina se sentirán afortunadas de tener una amiga con poderes.

Una pequeña risa brotó de mis labios. Sinceramente esperaba que no se desconcertaran con la noticia cuando me vieran de nuevo.

Ariana gruñó y se acurrucó en el sofá.

—¿No tienen frío? Porque yo sí.

Cuando quise contestar, una repentina ráfaga de fuego salió de sus manos y la lanzó contra el hueco de la chimenea. Observé cómo las llamas consumían la madera. Arqueé las cejas, pensando que tardaría en acostumbrarme a eso.

Agustín entró a la sala y por la expresión de su rostro, supe que tenía algo qué decirme.

—Era Julián —suspiró y guardó el teléfono en su bolsillo—. Encontró a Michael.

Sus palabras eran cautelosas, casi tratando que no me sintiera mal. Sin embargo, me puse rígida y cada músculo adolorido se tensó.

—¿Lo llevará a la Asociación? —exigió Ruggero, poniéndose de pie.

—¿Asociación? —fruncí el ceño.

—Es un lugar en importante que está en Zélat. Ahí se encargarán de condenarlo —dijo Ariana.

—¿Dónde está ahora?

—Julián lo está trasladando a la comunidad de Hechiceros. Usó la hipnosis en él para facilitar las cosas.

Sentí una opresión en el pecho, pero tenía que dejar de pensar con el corazón y ser menos sensible. Él me había hecho daño y debía estar aliviada por saber que recibiría su merecido. Pero era todo un reto para mí.

—No hay ningún problema si quieres ir a verlo, Caro. Pero siendo sincero, no creo que eso sea bueno por ahora —dijo Agustín, sentándose a mi lado.

Una gran parte de mí, quería ir hablarle. Pero sabía que recordaría la decepción y el dolor que me causó desde un principio. Creo que debía darme mi tiempo antes de encontrarme con Michael.

—No, lo haré cuando esté lista —levanté la vista de mi regazo y los miré—. ¿Qué pasará con él?

Ariana suspiró, lo cual no me dio muy buena señal. Hubo un silencio y por unos segundos, sólo el ruido de las brasas de la chimenea se escuchaba en la sala.

—¿De verdad quieres saberlo? —susurró Ruggero. Su mirada reflejaba compasión.

Asentí, arriesgándome a formular las maneras crueles en la que sería sometido.

atracción mortal; aguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora