Me sentía diferente, no de la forma en la que notabas una nueva imperfección en tu rostro, sino de un tipo de energía que te hacía sentir un poco mejor a pesar de las circunstancias.
Al día siguiente, me di la libertad de organizar mi mente y enfocarme el objetivo, que era aprender acerca del mundo de la magia y ponerlo en práctica. Luego de una larga ducha, y un desayuno extraño pero delicioso que Ariana había preparado, Agustín me llevó a su mansión. Julián había dicho que era el momento de cultivarme sobre la hechicería ahora que teníamos un plan por delante.
Ruggero, Julián y Ariana intentarían comunicarse con Michael para averiguar las razones de lo que hizo. Me estremecí al escuchar su nombre, aún no podía igualar que se trataba de mi hermano. No creía soportar estar frente a él sin recordar el cariño que pretendió tenerme.
Llegamos a las habitaciones del segundo piso. Era antiguo, pero no dejaba de ser lujoso como el resto de la mansión. Había demasiados objetos aquí. Una gran mesa fabricada de madera en color oscuro cubría la mayor parte del lugar. Varios estantes estaban alineados perfectamente en la pared y había una variedad de frascos con diferentes contenidos que según Agustín, eran "primordiales" en su especie.
La habitación me recordaba a un laboratorio, pero se trataba de uno impecable y elegante. Me imaginaba un lugar tenebroso y escalofriante, un ambiente que mi mente inventó tras pensar que todo lo relacionado con la magia era horrible.
—¿Me darás clases de hechicería o algo así? —pregunté, tomando asiento en un pequeño sofá.
Riendo brevemente, Agustín se volvió hacia a mí y me miró desde su escritorio.
—Caro, esto no es Harry Potter. No utilizamos varitas mágicas si eso pensabas.
Fruncí el ceño, un poco decepcionada. Pensé que me entregaría una varita y así podía aparecer cosas o lanzar hechizos de la nada. Supongo que estaba equivocada.
—¿Entonces? —estaba impaciente por aprender.
—Bien, hay varias cosas que debes saber ¿de acuerdo? La mayoría de las personas creen saber sobre nosotros, pero realmente no lo hacen. Somos muy distintos en ciertos aspectos. Como por ejemplo, no volamos con escobas o este tipo de tonterías —hizo una pausa y recargó su cadera en el escritorio, cruzándose de brazos—. Los Hechiceros provienen de generaciones, una persona normal no puede convertirse en uno de nosotros a menos que alguno de sus ancestros lo haya sido. Ruggero es uno de ellos, me correspondía unirlo a nuestra comunidad.
—Oh, entiendo —asentí, hasta ahora parecía simple.
—Otra cosa importante es que somos mortales. Algunas personas piensan que somos invencibles por el hecho de tener habilidades, pero no es así —recordé la herida de Ruggero que aún necesitaba sanarse—. Somos humanos, omitiendo el aspecto de los poderes. Pero fuera de eso, somos capaces de sentir dolor, podemos hacer las cosas que una persona común hace, e incluso podemos enamorarnos.
Su mirada me encontró y me sonrojé.
—Es bueno saberlo.
—¿Algo que quieras saber antes de continuar?
Medité una de mis dudas.
—¿Por qué hay rivalidad entre purasangres y Hechiceros?
No le veía la importancia estar enemistado entre ellos. Quiero decir, eran completamente diferentes, podían simplemente ignorarse.
—Es una larga historia. Hemos sido rivales desde hace mucho tiempo, podía llegar a compararlo con la mala relación que hay entre vampiros y licántropos, es casi similar.
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atracción mortal; aguslina
Teen FictionLas apariencias engañan. Historia Adaptada. Todos los derechos reservados a su autora original @kendymadness