*Narra Ticiano*
Era 7:20 de la mañana. Hoy era mi primer día de clase en la nueva escuela, como todos los años. Vivía con mi tío, hermano de papá. Vivía con él por el hecho de que mis padres habían muerto en un accidente en una autopista, por culpa de un maldito alcohólico. A mi tío, Leandro, todos los años los transfieren por su trabajo. Nunca hemos quedado fijo en un lugar durante mucho tiempo, a veces no llegamos ni a quedarnos medio año.
Era caótico.
Lo es, de hecho.
— Buen día — le digo, mientras bajo las escaleras
— Hey, te preparé el desayuno — dice y deja el café con unas tostadas en la mesa
— Gracias, tío.
— ¿Nervioso? — preguntó.
— No, en realidad — dije. — Empiezo a acostumbrarme — le doy una sonrisa de mitad de cara.
— Lamento que tengas que pasar por todo esto todos los años. Pero es m.. — lo interrumpo.
— No pasa nada, lo entiendo. Sé que es tu trabajo, y agradezco que estés haciéndote cargo de mí después de lo ocurrido. Sería el colmo que te reprochara — sonrió con nostalgia.
Supuse que aquella mueca fue por papá y mamá. Ellos eran muy unidos y se vió bastante afectado por su pérdida.
Me acerco hacia él y le doy un abrazo.
Fue raro ya que no somos de demostrar afecto.
— Tengo que irme — dije mientras iba por mí mochila.
— Claro, nos vemos después.
Camino al colegio veía como salían chicos de todos lados dirigiéndose al mismo lugar.
Desde recien salidos de la primaria, hasta chicos que ya estaban en su ultimo año. Todos con sus respectivos grupos de amigos. Eso no era algo por lo que podía llegar a ponerme "mal", no era como si me deprimiera no tener algún amigo. De todas maneras ya conocía a alguien de este colegio ya que unos años atrás habíamos asistido a la misma institución en otra ciudad. Igualmente, así no conociera a nadie, no tardaría mucho en acercarme a alguien.
Llegué justo al toque de timbre para entrar a clases cuando veo caer a un chico de rulos por el pasillo del instituto.
A un costado vi a Ian, el conocido que tenía en esta escuela. Y supuse que que eso era acto de él por su risa mientras miraba a quien estaba tendido en el piso.
— Te ayudo — le digo al chico de rulos que se encontraba tirado con el rostro rojo.
— Gra.. — no lo dejo terminar que lo suelto y comienzo a reirme contagiando a las demás personas que se encontraban en el pasillo del colegio.
Aquel chico se levanta de un disparo y sale corriendo en dirección contraria dónde se encontraban los salones.
Entraron todos a nuestras clases y cuando me vieron entrar, todos quedan mirándome.
— Usted debe de ser Dosso, estudiante nuevo — asiento y me acerco más a la profesora.
— Yo soy su profesora de Psicología. Puede pasar y tomar asiento — asiento de nuevo y me dirijo a uno de los bancos libres que se encontraban en el fondo del salón.
****
Ya estaba a punto de tocar el timbre para irnos cuando veo pasar a aquel chico a quien había hummilado. Reí por dentro, aunque la culpa comenzaba a asomarse en mí pecho por haber hecho tal estupidez. Pero seguí repitiendo esa imagen en mi cabeza, y su mirada tan dulce y tierna... Era algo gracioso de ver.
Guardo mis cosas en mi mochila y salgo a pasos agigantados de aquellas cuatro paredes para ver si puedo cruzarmelo, pero ya se había ido.
Mientras me dirigía a la salida veo venir a Ian
— Que onda — le digo mientras estrechamos las manos.
— Gran comienzo de clases — rió. — Ofrecerle ayuda para despues soltarlo, fue genial — comenzando a reír con ellos.
Empezamos a caminar hacia la casa de cada uno, ya que todos viviamos a unas cuadras del colegio. Ibamos hablando y diciendo tonterías, cosas incoherentes. Hasta que en un momento vemos venir al chico de rulos.
— Mira a quién nos venimos a encontrar — dijo Matías en un tono burlón.
Aquel chico reflejaba tantas cosas en esos ojos. Iba desde enojo, hasta tristeza y vergüenza. Esos sentimientos me hacían sentir culpable de algún modo, y me enojaba.
— Cuidado, Ticiano, que no te vaya a contagiar su homosexualidad — reí
— Me llega a tocar y se la corto — respondí logrando risas de los demás.
— Chau, Aaroncito — se burló Matías.
Una vez comenzamos nuestro camino nuevamente, al pasar por el lado de aquel chico, solo atinamos a golpearlo con nuestro cuerpo.
Mientras iba a casa, pensaba en ese nombre, en esos ojos, en esos rulos. No entendía que me pasaba, yo no soy gay. Y Aaron no me gusta. Seguramente sea culpa, no creo que sea la primera vez que me pasa.
Estaba tan adentro de mis pensamiento que no me di cuenta cuando estaba en la entrada de casa pero lo que llamó mí atencion a mí izquierda fue aquella figura.
Aaron me miraba y en esos ojos no había más que confusión, enojo, vergüenza y pánico.
Entra rápidamente a su casa dejándose escuchar el portazo.
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DEL ODIO AL AMOR.
RomanceDos chicos sumamente de polos opuestos, se enamoran. ¿Tendrá futuro? ¿Pueden llegar a ser lo que tanto desean? ¿O es solo un pasa tiempo de uno de los dos? ¿Se puede pasar del odio al amor?