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*Narra Ticiano*

Desde aquel día que me dijo que tenía la sensación de que me conocía de algún lado como yo a él, no pude dejar de pensar y ponerme a hacer memoria para recordar; pero nada. Al final pensé que tan solo se trataba de algún parecido a alguien que conozco o conocí. Asi que dejé de darle importancia.

Estas últimas semanas pasaron muchas cosas, como el beso con Aaron por ejemplo, lo cual me comía la culpa de haber hecho lo que hice. Y no por haberlo besado, sino por las cosas que me había hecho sentir; cosas que no había sentido antes. Por haber sentido su tacto con el mío y comenzara a arderme todo el cuerpo como si lo hubieran prendido fuego, y mi latido empezara a acelerarse. Sus brazos me arropaban y no quería sentir la sensación de que me soltaba. Me hacía sentir bien y feliz estar con él, haber estado tan juntos. No quería sentirme de esa manera, menos por un chico o eso es lo que quiero creer.
A Aaron, cada vez que lo veo quiero ir hasta donde está él y besarlo con tantas ganas y pasión como pasó aquella noche en su casa. Quiero abrazarlo, decirle que nos vayamos juntos a donde sea y no volvamos nunca. Tengo el deseo de que sea mío para siempre. Y ese sentimiento me hace sentir culpa, me hace querer golpear a quién se me cruce y si es él mejor. Por eso lo he estado pegando cada vez que se me cruzaba en el colegio.
Siempre que lo hacía, después reaccionaba y quería pegarme tantas veces y el doble de las veces que le pegue a él para sentir el dolor. Pero por qué me arrepentía de hacerlo a estas alturas, cuando toda mi vida siempre he ido pegando a quién se me cruzaba cuando no tenía un buen día y no causaba nada en mí, ni el más minimo dolor que me hace sentir Aaron. ¿Lo quiero? ¿Es eso?

******

Suena el timbre y era Micaela, una de las chicas más populares de la escuela. Le mandé un mensaje para que viniera y, supuestamente, me sacara el aburrimiento. Cuando sabía perfectamente que todo esto lo hacía por Aaron porque no me lo podía sacar de la cabeza. Cada vez que pensaba en él, la llamaba a ella. No valía la pena ya que de todos modos seguía pensando en él, en el beso, en sus manos tocando mi espalda.
Todo era Aaron en mi vida y molestaba.
Molestaba la sensación de saber que empezaba a querer a alguien cuando jamás sentí amor por nadie. Excepto por mis padres.
No quería saber nada si se trataba de amor. Porque sé, muy en el fondo, que en algún momento todo se va a terminar y se va a ir por donde un día vino. Como mis padres. Y se que una cosa no tiene nada que ver con la otra, pero se asemejan. A mis padres lo quería, los quiero aún así ya no estén conmigo y de un día para el otro ya no los tenía más. Lo mismo pasa en una relación así trates de cuidarla y regarla como si fuera una plata. Las relaciones se deterioran con el paso del tiempo. Y si, quizás tenía miedo de enamorarme, de querer y entregar amor. Quizás tenía miedo de que jueguen conmigo por yo haber jugado tantas veces con muchas gente. Quizás le tenía miedo a la vuelta de mis acciones.
Cuando terminamos de tener sexo con Micaela, ella se fue a su casa y yo entre a bañarme porque tenía que ir a casa de Aaron por un trabajo que nos habían dejado.
Salgo del baño, y me dirijo hacia la casa de Aaron.
Toco el timbre, me abre y quedó boquiabierto. Al parecer no me esperaba, lo cual es raro porque su amiga, que no me soporta por cierto, me había dicho que nos juntabamos a hacer ese trabajo que arruinaba mis vacaciones

- ¿Qué haces acá? -me dijo con un tono desesperado

- Hola, ¿cómo estás?. Bien, gracias. Y ¿tú?. Bien. Me alegro -le dije sarcástico.
Le expliqué que su amiga me había dicho que hoy nos juntabamos a hacer lo de Química y me dejó pasar.
Después de que su mamá viniera y me presentara con ella, Amanda le envió un mensaje diciéndole que no iba a poder venir. Pero cuando me lo quiso decir yo me había ido a la cocina porque tenía la intención de acorralarlo en la mesada que tenía en medio, para disimular agarre un vaso con agua e hice que lo estaba tomando. Pero al verme a mí ahí y no haberle pedido yo mismo agua, hizo que se molestara un poco. Pero logré lo que quería, estaba a punto de darle un beso cuando saltó con que lo iba a empezar a pegar. Seguía con eso después de pedirle perdón un millón de veces. Hasta que empezamos a pelear por la homosexualidad y heterosexualidad. Sabía bien que no era lo mismo ser heterosexual, homosexual, bisexual, pansexual o la orientación cualquier que uno eligiera ser. Pero por la única razón que le dije lo contrario fue para convencerme a mí de que así era. Odiaba sentirme un raro, no sé qué me pasaba. ¿Desde cuándo tenía tantas inseguridades?
Cuando me fui de su casa, me dirigí a una plaza que estaba a una manzana de mi casa. Me senté en unos bancos que había cerca de los toboganes. Me puse a pensar y sabía que estaba mal lo que había hecho, pero también sabía que no todo se solucionaba con un perdón y una sonrisa. Tenía que hacer algo que le demostrara que en serio lamentaba todo lo que le hice. Pero seguía con miedo.
Tengo miedo de seguir avanzando y que el cariño que le tengo siga creciendo. Tengo miedo de enamorarme. Tengo miedo de cambiar, si es que ya no lo estoy haciendo. Tengo miedo de salir lastimado. Pero también tengo miedo por él, por no ser lo que él espera. Miedo a lastimarlo y que termine llorando por mí sabiendo que él se merece todo lo bueno del mundo por lo magnifica persona que es con todos los que lo rodean. Él es mucho más de lo que yo puedo llegar a merecer en toda mi vida. Pero si no lo intentaba, qué iba a saber.
Me dirigí de nuevo a su casa. Al llegar toco timbre unas cuanta veces hasta que por fin abre y empezó a llover como si se acabara el mundo

- Si vienes para seguir peleando, mejor quédate fuera en la lluvia -terminó de decir y lo besé

- Volví para decirte que sé que estuve mal todas estas semanas. Sé que te estuve lastimando por cosas que me pasaban conmigo. El problema no eras tú, era yo. No aceptaba que me gustaras, que me gustaran tus besos y quisiera más de ello todos los días. No aceptaba que te estaba empezando a querer, hasta hace unos minutos atrás. Desde que entramos en vacaciones no hice más que pensar en ti, en tus brazos, tus ojos, tus rulos. En ti. En cuánto te quería y cuánto quería estar contigo haciendo cualquier cosa. Eres tan hermoso y delicado que no puedo creer que exista un ser tan perfecto. -cuando terminé de hablar él me miro unos segundo y me besó con la misma pasión que el primer día. Pero esta vez no duro tanto como esa vez. Fue más tierno, más lento y más dulce.
Nos separamos luego de escuchar mi celular sonar, era mi tío

- Tío

- Tano, ¿tienes la llave de casa? Las mías las olvide dentro y yo ya estoy fuera

-Estoy en la casa de al lado. Ya te la alcanzo

Salí, y seguía lloviendo. Salude a mi tío, le di la llave y volví con Aaron.
Cuando entré tenía una mirada de confusión

- ¿Qué pasa? -le pregunté

- ¿Cómo te llamó tu tío? -preguntó nervioso

- ¿Por qué? ¿Qué pasa?

- Contestame la pregunta

- Me llamó Tano, es la abreviación de Ticiano, ¿qué pasa con eso? -le dije y me quedó mirando fijamente a los ojos - Aaron, me estás asustando. Puedes, por favor, decirme qué pasa.

- Creo saber por qué teníamos esa sensación de conocernos de antes -dijo y sus ojos le brillaban tanto como su sonrisa

- ¿Qué? ¿Cómo?

- Tienes los ojos del mismo color, el apodo. Y tu pelo es del mismo tono que lo tenías cuando eras niño

- Aaron, por favor. Dejemos la calesita para las plazas y dime de qué estás hablando.

- Anoche soñé que estaba en la playa con mi familia y en un momento, un niño tiro su barrilete encima mío. Él se acerco a pedirme disculpas. En ese entonces estaba rapado, y sus ojos eran grises. Y esta noche también soñé. Estaba en la primaria. El primer día me saludó un chico que no sabía quién era. Pero despues se juntó el recuerdo de la playa, cuando el nene me habia golpeado con su barrilete y con el recuerdo de la escuela. Entonces supe que eran los mismo, cosa que eso no había pasado en la vida real. Después aparecí en mitad de año, chocandome al mismo chico y me dijo "parece que siempre nos vamos a hablar gracias a algun golpe. Me llamo Tano" y él preguntó cómo me llamaba yo, pero no le pude contestar ya que había tocado el timbre para él entrar y yo estaba al final del pasillo así que tuve que irme corriendo. Y ahora que veo tus ojos, ese apodo y tu pelo, casi todo encaja. Ahora, para que la ultima pieza encaje en este rompe cabeza, quiero hacerte una pregunta

- ¿Qué pregunta?

- ¿A que colegio ibas en primaria a los 9 o 10 años?

- Creo que a uno que se llamaba Divino Niño

- Entonces, misterio resuelto

- ¿De qué color era el barrilete que te habia caído en la cabeza?

- Amarillo con rayas negras y blancas si mal no recuerdo -contestó y lo besé. Subimos a su habitación, nos tiramos en su cama y miré detenidamente el techo. Esas estrellas, iluminaban de alguna manera ese cuarto y te relajaba.

Nos seguimos besando hasta que nuestros labios quedaron hinchados, Aaron se acomodó, abrazándome y acariciando mi cara. Mientras yo le acariciaba la cabeza y tocaba su pelo. Por último le di un beso delicado en su frente y nos terminamos por dormir los dos.

DEL ODIO AL AMOR.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora