Un día como cualquier otro

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Un día como cualquier otro

Jeans negros ajustados, listo. Botas negras de tacón hasta la canilla, listo. Abrigo verde viejo ajustado en la cintura, listo. Tomé mi mochila, me puse mis anteojos oscuros, até mi cabello en una cola alta desarreglada y salí del infierno también conocido como "mi casa". No digo hogar, porque ya hace siglos que ese no es un lugar en el que quisiera estar.

Mi nombre era Celene Monroe, y digo era porque ya no sé quién soy, ni a dónde ir. Pero la historia es larga, así que comenzaré por el principio. Tengo ojos celestes, cabellos marrones con varias ondas y piel blanca como porcelana. Seguramente debido a que nunca salgo y no tomo nada de sol.

Me subí a mi auto, seguida de mi hermano. Tiene el pelo negro y ojos azules, aunque otro azul, con más vida, mucho más diferente al profundo azul de mis ojos. Como si escondieran una profunda tristeza que ni siquiera se esfuma cuando rio, las pocas veces que lo hago. Es un poco menos de un año más chico que yo, por lo que vamos juntos en el curso. Su sonrisa automáticamente me puso de mejor humor. Si había alguien con quien pudiera ser yo misma y pasarla por lo menos un poco bien era él. Lo envidiaba, envidiaba la forma en la que podía sonreír siempre. Tenía esa manera de crearse una burbuja en la que nada entraba, por lo tanto, nada lo afectaba. Siempre con su "sexy media sonrisa", como le decían todas las chicas del instituto. Era claro que él había sacado la belleza.

Comencé nuestro trayecto hacia el instituto. Cada vez que empezaba ese camino, sentía cómo mis músculos se destensaban un poco. Amaba ese lugar, y no por lo que consistía, sino porque me alejaba de casa, eso era lo que más me gustaba. Era mi salida a todos mis problemas, que curiosamente provenían de mi casa. Claro, no se podía esperar nada más de un padre golpeador y una madre que usa su cuerpo como su herramienta de "trabajo". Ambos drogadictos, con ámbitos nocturnos por los horarios de trabajo de Clara (no pienso llamarla madre, no se lo merece) y mientras tanto el otro con el trasero anclado a la silla frente al televisor. Vergonzoso.

Por más que odiara estar rodeada de personas, cuando estaba en el instituto lo soportaba. Primero porque la genta sabía que no tenía que acercarse a mí, que de mí no iba a sacar nada y seguramente me debían tener miedo. Como sea, pasar por las puertas del instituto me relajaba, pero seguía sin poder soportar tanta gente. No me gustaba que me tocaran, que me miraran a los ojos, nada. Prefería ser invisible. Sobre todo con el contacto físico. Mi cuerpo era pura y exclusivamente mío, nadie lo tocaba.

Por eso deseaba la burbuja de mi hermano, para aislarme de mis problemas, para sonreír como si nada pasara. Pero no, yo siempre con mi amistosa expresión de "te acercas y mueres". Supongo que por eso no tengo amigos. O tal vez porque no tengo tiempo, o simplemente porque no quiero. No lo sé, se me ocurren muchas razones.

Aparqué mi Audi con vidrios polarizados en el mismo lugar de siempre. Mi hermano me dio un beso en la frente y me dedicó la misma sonrisa de todos los días. Esa sonrisa que prometía cosas que yo daba por mentiras, como "todo va a estar bien", pero que también me decía "suerte y sé fuerte". Él me quería y protegía por sobre todo, pero había algunas cosas que ni él, ni yo, ni Dios podíamos impedir.

Sus amigos se le acercaron de inmediato, ignorando por completo mi presencia. Le dediqué una última sonrisa a Danny antes de alejarme a mi clase. Me senté, como siempre, al fondo y sola. Así me gustaba, nadie me molestaba. Abrí mi cuaderno y comencé a garabatear cualquier cosa mientras la sala se iba llenando. El timbre sonó y el profesor entró, cerrando la puerta tras él.

-Bueno alumnos, hoy comenzaremos...- El chirrido de la puerta al abrirse lo interrumpió. Un alumno entró por ella con una sonrisa de disculpa. Estaba tan al margen de lo que pasa en el instituto que no sean los estudios que no supe decir si era nuevo o no. Así de aislada y antisocial era.- Una hora de detención, tome asiento.- El chico asintió y se acercó a mí. Por Dios, no. Elije otro lugar.

-¿Puedo?

Just Forget Me {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora