Los Recuerdos Tienen Vida Propia

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-¿Entonces a qué vienes?- No me dio tiempo ni de abrir la boca para responder cuando apareció mi salvación.

-Tony, ¿Quién…?- Tony… seguramente se llamaba Anthony, sí, así se debía llamar. Cuando Stella me vio, su boca formó una perfecta O y sus ojos se abrieron como platos. Tardó unos segundos en reaccionar.- ¿Qué haces ahí? Pasa, te congelarás.- Me rodeó con sus brazos y me condujo a un sillón que había frente a un plasma en la pared.

La casa era pintoresca y tenía las mismas distribuciones de las habitaciones que mi casa, pero ahí se acababa el parecido. Mientras que mi casa estaba llena de botellas vacías, platos sucios, siempre con las cortinas bajas, un olor horrible y completamente sucia, esta casa era acogedora, estaba limpia y te invitaba a quedarte para siempre. Tenía ese aire amistoso y familiar que la mía necesitaba urgente. Por más que no era muy grande, me pareció el castillo más hermoso que jamás hubiera visto. A pesar de que también me sentía incómoda están allí, como si invadiera el territorio de Stella. Y me parecía mal porque ella nunca había invadido el mío. Por su suerte.

-Tony, prepara una taza de café, debe de estar muerta de frío.- Quise replicar que ya había tomado uno antes de venir, pero me interrumpió.- Yo voy a por mantas.- Y ambos desaparecieron de la habitación.

Segundos después, Tony volvió a entrar con una taza de café, que acepté gustosa. Puse mis manos alrededor de la taza para que me diera calor mientras le iba dando cortos sorbos. Apoyó un brazo en el respaldo, a mis espaldas. Miré la mesita bajita que había frente al sillón y dejé mi taza de café ahí.

-Y… ¿Cómo conoces a mi hermana?

-Somos vecinas.- Me limité a decir. Me erguí, era yo o de pronto estaba muy cerca de mí. Mis alarmas comenzaron a advertirme. Tony apoyó los pies en la mesita y me sonrió de lado.

-¿Y te vas a quedar a dormir? Vas un poco rápido, ¿no crees?- Me miró con picardía.

-Si entras en mi habitación date por muerto.- Lo amenacé mirándolo fijamente. Tony silbó.

-Tranquila gatita, no voy a hacerte nada- Hizo una pausa.- que no quieras. Pero vas a ver que dentro de unos días vas a arrastrarte para pedírmelo. – Rodé los ojos. No me gustó la confianza que tenía de entrada, además de que me dijera “gatita”. Me recordaba a los apodos que yo le ponía a Clara.

-No me llames gatita.- Dije entre dientes.- Y si no quieres perder tu mano espero que la saques de ahí.- Tony rio, pero no se movió.

-Gatita, millones de chicas pagarían por esto.- Se señaló.- Pero vos lo podés tener gratis.

-No deben saber que tienes el ego como el Empire States. Seguramente son ciegas.- Me acerqué y olfateé el aire, solo para molestarlo.- Y sin olfato.- Me tapé la nariz e hice un gesto con la mano, indicando feo olor. Solo lo hacía para que me dejara tranquila, porque, a decir verdad, olía realmente bien. No dudaba que había millones de chicas tras él, pero ¿por qué me elegía a mí? Tal vez simplemente porque soy la única acá.- Y te dije que no me dijeras gatita.- Se rio.

-Vamos, gatita, sé que una parte tuya se mueres por probarme. Solo la tengo que encontrar.- Escuché un puerta cerrarse pero ni le presté atención.

-Pues esa parte debe estar muy escondida. Porque ni yo la encuentro.

-No te hagas la difícil, que cuando me tengas no me vas a querer dejar ir.- Bufé.

-En tus sueños.- Blanquee los ojos y desvié la mirada, queriendo terminar con la estúpida disputa.

-Estás en todos mis sueños, gatita.- Me guiñó un ojo.

-Mejor deja de llamarme así. Y aleja tu brazo de mi o lo perderás para siempre.- Empujé su brazo, y él lo dejó caer sobre su regazo. Escuchamos una risa detrás de nosotros y nos giramos para encontrarnos con un chico de pelo negro y ojos verdes penetrantes. Se parecía mucho a Tony y estaba empapado. Me quedé petrificada ¿quién era éste Dios? Se pasó una mano por el pelo y me sonrió. Me sonrió… creí que el corazón se me iba a salir del pecho. Traté de sonreír, pero ni eso me salía. Tony me susurró algo en el oído.

Just Forget Me {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora