Será un Gran Amor Hasta el Final

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Terminé de teclear la última palabra y puse un punto final. Las lágrimas me caían por el rostro, no podía creer que se hubiera ido, no quería creer. Tomé su diario, el cual se encontraba al lado del teclado, y lo arrojé contra la pared, furioso. El estruendo causó que Tony asomara la cabeza por la puerta, estudiara la habitación, viera el diario y me lo devolviera.

-Es lo único que queda de ella. Cuídalo, por favor.- Me rogó mi hermano con los ojos vidriosos.

El diario de Celene, eso era lo que tenía en mis manos en aquellos momentos. Lo habíamos encontrado poco después de que nos anunciaran de su muerte. Nadie había tenido el valor para regalar y vender sus cosas, así que las metimos en cajas y las pusimos en el ático. A Stella no le afectó nada de lo que sucedió con Celene, y volvió luego de un mes de que la hubieran metido a la cárcel. Tony y yo encontramos el cuadernito debajo de la ropa holgada que usó en el último tiempo, y decidí hacerlo un libro. NO para publicarlo ni para ganar dinero, sino para desahogarme.

El diario no estaba completo, Celene había dejado de escribir justo después del choque del autobús, al volver de casa de su hermano el día de su cumpleaños. Por lo que tuvimos que reconstruir lo que había sucedido, y al ponerlo en palabras, nos habíamos quitado un peso de encima. Al principio me fue fácil poner mis sentimientos en papel, luego no lo soporté más y dejé de escribir desde mi punto de vista. La extrañaba.

Por cierto, el diario no sólo me había ayudado a desahogarme, sino que me había devuelto mis recuerdos de antes del coma. Ya no tenían la misma importancia que habían tenido cuando me desperté, pero me ayudó recordar todo. El choque causado por Carl para llevarme a la fábrica, lo que sucedió allí, Celene... todo.

-Gracias por ayudarme con la última parte.

-Gracias por dejarme poner mi punto de vista.- Asentí y sonreí.

-No hay de qué, después de todo, esto era para desahogarnos.- Asintió.

-La extraño.- Suspiré.

-No eres el único.

-¡Chicos! ¡Llegaremos tarde a la fiesta!- Nos levantamos de donde estábamos sentados, Tony en la cama, yo en la silla giratoria del escritorio, y bajaos las escaleras.- Ya quiero ver la cara de Roberta cuando...- Stella casi se cae de espaldas al abrir la puerta. Había una niña de ojos verdes y cabello marrón. Debía tener como dos o tres años. Era muy tierna con su equipaje a los lados. Tony fue quien reaccionó y la tomó en brazos.

-Ustedes vayan a la fiesta, yo me encargaré de ella.

-Tony, deberíamos llevarla a la policía, alguien debe estar buscándola...

-No, apareció en nuestra puerta por una razón. No la dejaré.- Me encogí de hombros y acepté a irme con Stella.

Ya me había enterado de todo. Tony me explicó lo que había sucedido durante el año en el que Celene parecía enferma. No cambié nunca lo que sentía o pensaba por Celene. Me arrepiento de no haberme dado cuenta antes, pero Tony me ha hablado muy bien, mejor de lo que jamás lo creí capaz. Por eso le debo las gracias a Celene. Mi hermano me dijo que no me culpara, que la aprovechara. Mientras tanto, él se había dado por vencido con las relaciones serias y había vuelto a ser el mismo mujeriego de siempre. Yo no, sólo amaba a una chica, y así sería.

-Es un hermoso dibujo, pequeña.- Le dije a mi hija. Dios, qué hermoso era decir eso, y cómo la quería. Ahora, el cuarto de Celene era el de ella, lo habíamos perfeccionado. Tocaron el timbre.- Bajaré a abrir.- Pero, al bajar, se me habían adelantado.

-Nunca estuviste aquí, no puedes venir ahora así como así. Vete.- Escuché susurrar a Tony.

-¿Y tú quién eres?- Pregunté al llegar a la puerta.

-El hermano de Celene. El tío de Sky.

FIN

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Antes de despedirme de ustedes tengo dos cosas que decirles. Primero, los títulos de este capítulo y el anterior están basados en una canción de Floricienta. Sí, chic@s, Floricienta, mi infancia y la de muchos de ustedes.

No me olviden.

Ahora sí, un enorme gigante mega extra gran beso para todos, espero que me sigan leyendo. Adiós!

Just Forget Me {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora