Borracha hasta en Recuerdos

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-¡STELLA, CIERRA LA PUERTA!- Stella reaccionó, dándose cuenta de que yo estaba en ropa interior frente a tres chicos. Dos de ellos no eran mis hermanos. Antes de que cerrara la puerta, pude escuchar a mi hermano diciendo “Wow” mientras miraba a Stella con una cara de baboso. No podía creerlo, ¡de verdad estaba enamorado! Había creído que era un gusto pasajero, ¡pero no! ¡Qué dulce! Ya quiero que sea su boda y…

-¿Celene? Vuelve a la realidad, por favor.- Sacudí la cabeza y, por accidente, dejé caer el vestido al suelo.

-Lo siento, ya estoy aquí.- Recogí el vestido y me lo puse rapidísimo, temiendo que la puerta volviera a abrirse.

-Estás preciosa, cariño.- Sentí la mirada de Stella sobre mí y, al verla, me transmitió más amor y calidez de lo que me había transmitido mi madre en diecisiete años recién cumplidos.- Ven aquí, ahora te peinaremos y luego buscaremos unos zapatos que te combinen…- Desconecté por un momento, dándole rienda suelta a mi imaginación.

Me imaginaba bajando por las escaleras con ese hermoso vestido… idiota. Era verdad que tenía una vida más normal, pero no para tanto. Mi vida se limitaba a no tener milagros, eso ya había ocurrido. Me había escapado de Carl. Por fin, nadie me golpeaba ni maltrataba. Con eso me conformaba.

-Ya estás lista. Ve bajando, yo ya voy.- Le hice caso a mi amiga y salí eufórica hacia abajo. Estaba emocionada por que los chicos me vieran así.

Desde lo alto de la escalera, los vi muy concentrados mirando la televisión, ni siquiera aclarándome la garganta logré que me vieran. Blanquee los ojos, no podían ser tan brutos.

-¡Chicos! ¡Hola!- Los tres giraron la cabeza al mismo tiempo, así como también quedaron boquiabiertos.

-Sabía que eras bonita, pero no que dabas ganas de tirarse encima de ti.- Sonreí y me sonrojé por el cumplido. Tony rio cuando Dany le dio un golpe en la nuca a su hermano.

-Controla tus manos, es mi hermana.- Luego se dirigió a mí.- ¿Y Stella?- Sus ojos brillaron al pronunciar su nombre.

-Arriba, dijo que ya bajaría.- Dany asintió, algo decepcionado, y le devolvió su atención a la televisión.

-Dile que se apure, ya hemos estado esperando suficiente, me van a dar ganas de dormirme.- Giré la cabeza para ver a una hermosa chica bajando por las escaleras.

-Señores y señoritos, les presento a Stella Welst.- Debería haber filmado la expresión de mi hermano en ese momento. Fue para morirse de la risa allí. Su boca y ojos bien abiertos, inspeccionando cada parte de Stella. Ella lo notó, al igual que sus mejillas.

-Estás preciosa.- Entonces, le tomó la mano cariñosamente a Stella mientras se daba vuelta con una enorme sonrisa estampada en su rostro.- ¿Nos vamos?- Cada uno de nosotros tres estaba aguantando la risa, nada disimulados. Los tres asentimos y nos subimos al auto de Dany, que en realidad era mío, pero como yo no lo usaba era de él.

Stella y Dany iban adelante, los demás debimos sentarnos en el asiento de atrás, yo en el medio. En eso, por la radio pasó una canción que, al parecer, sabíamos todos, y nos pusimos a cantarla a todo volumen. Ninguno pudo evitar reírse o siquiera sonreír. Me di cuenta de lo que realmente eran los “grandes placeres de la vida” –porque para mí “pequeños” no eran. Sino grandes. –cantar con tus amigos como desafinados, no que tu padre no se hubiera emborrachado esa noche. Comer helado de noche en una plaza, no que esta vez ese hombre te hubiera dejado sin moretones. También me di cuenta de que la gente cambia y se adapta, depende de lo que la rodee. Y lo sabía muy bien, porque yo había cambiado.

-¿Y dónde es la fiesta?

-En la casa de una amiga.- Dijo Jay. Algo dentro de mí se movió, pero no supe saber qué. Sí sé que no me gustó la manera en que dijo “amiga”.

Just Forget Me {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora