Ya instalada, todo cambia

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Tres meses después, ya me había acostumbrado a caminar cinco kilómetros todas las mañanas. Me levantaba bien temprano para llegar primera, abrir el comedor con las llaves que había ganado por mi esfuerzo, y comenzar a trabajar. Preparaba los paquetes para llevar, hacía las primeras tostadas, los platos más elaborados. Una hora después comenzaban a llegar los clientes junto con Marta, la señora mayor. Dicho sea de paso, esa señora era una luz.

Una vez que no faltaba nada, que la cocina ya tenía a sus cocineros, me encargaba de las mesas. Atendía a los clientes, recogía la propina y limpiaba las mesas. Día a día cumplía la promesa que le había hecho a Marta el primer día de trabajo, esforzarme.

-Buenos días, ¿qué va a pedir hoy?- Marta todavía no había llegado y ya había un cliente. A menudo sucedía, no era nada extraño. El hombre tenía una gorra de los Gigants que cubría su cara, pero dejaba mechones de su cabello marrón chocolate sueltos. Levantó la vista, permitiéndome ver sus ojos celestes. Eran tan lindos, me transportaban a otros tiempos.

-¿Qué tal a ti en un plato?- Blanquee los ojos.

Con respecto a este tipo de chicos, les respondía con dureza, no dejaba que ninguno se acercara a mí. La cabeza siempre alta, nunca parecer débil. Lugo se iban solos. A ese le golpee la cabeza con un anotador.

-Ubíquese, por favor. No soy su novia.- Su expresión arrogante había sido reemplazada por una de diversión.

-Tranquila tigre. Quiero una milanesa con patatas fritas.- Tomé nota de todo.- Y cerveza.

-Señorita para usted, le repito, no soy su hermana.

-Habías dicho...- Su frase quedó al aire al darme vuelta para traer su pedido. Más tarde, cuando terminó, fui a cobrarle.- Tom asiento, tigresita.- Levanté una ceja, evaluando si sería peligroso sentarme junto a un extraño en un comedor vacío. Al estar éste en medio de la ruta, la gente que andaba por allí era extraña. Ya había aprendido a no meterme mucho con ellos.- No te haré nada, lo prometo.

Suspiré y me senté, deseando no haber cometido un error. El chico me sonreía de lado, mientras yo lo veía, cruzada de brazos.

-No quiero repetirte que no soy tu hermana, ni tu novia, ni tu amiga. No quiero que me llames tigre, ni tigresita.- A veces, los límites eran necesarios.

-Todavía.- Me entregó la botella de cerveza, negué con la cabeza.- ¿No tomas, tigresita?- Volví a negar, no después de las malas experiencias. Bufé, esto era exasperante. Me incliné hacia él con los codos apoyados en la mesa.

-No lo volveré a repetir, no eres ni mi novio ni mi hermano. Tan pronto como me vuelvas a llamar tigresita...- Me interrumpió.

-¿Qué?- Sonreí, sólo para causar algo de miedo, no sabía qué sucedería.

-No quieres saberlo.- Y no volvió a abrir la boca. Eso sí, su sonrisa se ensanchó. Sentía como si me estuviera estudiando. Terminó su vaso.- Muy hermoso todo, volveré mañana.- Se levantó luego de dejar dinero bajo su vaso.

Me dispuse a recoger la mesa cuando, al agarrar el dinero, noté que eso no era lo único que había dejado. También había un pequeño papel con un par de números garabateados. Blanquee los ojos, guardando el papel en el delantal, luego lo tiraría.

Al final del día, me cambié para regresar a mi casa, completamente exhausta. Agradecía que ese trabajo me diera lo suficiente para mantener el hostal. Por cierto, debí haber pagado el depósito el día anterior. Bueno, un día no cambiaría nada. Me dormí en seguida.

-Buenos días, Celene, esto es para ti.- Tomé una carta. Sí, me las dejaban en el trabajo. La abrí.

-Marta,- La señora levantó la cabeza, dejando de contar los billetes de la caja.- mañana tendré que ir a sacarme sangre, olvidé decírtelo.- Levanté la carta, diciendo que eso me lo había recordado.- A las cinco.

-Pues tendrás que trabajar un poco más hoy, querida.- Asentí. Manos a la obra. El chico del día anterior estaba esperando ser atendido. Esta vez, ni me dirigió la palabra, tal vez porque Marta se encontraba allí.

Al acercarme para atenderlo, una barbie se me adelantó. Bufé, si ella estaba allí, yo no quería quedarme. Jamás había conocido a alguien tan... insoportable, falsa, operada, despreciable. Era una lista infinita. Su pasatiempo era sacarme los clientes con la estrategia de mostrar todo lo que el escote dejaba, lo cual era mucho.

Me enfurecí, la sangre incluso se me heló. Traté de ignorarla. Entré  la cocina, por lo menos terminaría las cosas de allí. Al salir, el chico se había ido. Sin pedir absolutamente nada. Sonreí, esta vez no le había resultado la seducción.

-Toma esa.- Mascullé. Marta me escuchó y giró la cabeza, conteniendo la risa. Le sonreí, avergonzada.- Era mi cliente.

-Pues la próxima atiéndelo tú, parece ser que le tiene miedo a la barbie.- Se escuchó un chillido. La barbie nos había escuchado.

-Al menos estoy mejor que tú, vieja.- Todavía no entendía por qué no la despedían. No era la primera vez que le contestaba de esa manera a la dueña de todo aquello. Cuando entró en la cocina, Marta y yo nos echamos a reír.

-Hasta mañana, Marta.- Había cubierto tantas horas como faltaría al día siguiente. Desde las nueve hasta las once, trabajando. Dejé el delantal en su lugar y salí del comedor. Alguien me sostuvo la puerta.- Gracias.- Mascullé distraída.

-De nada tigresita.- Su voz me hizo voltear. Era el chico al que había atendido. Me sorprendió que se hubiera quedado hasta tan tarde. Sacó un cigarrillo de su bolsillo y se lo llevó a los labios. Se lo quité y me lo metí en el bolsillo trasero de los jeans.- ¿Qué haces?

-¿Nadie te ha dicho que fumar causa cáncer?- No voltee, seguí caminando. Ya era de noche, si mantenía el cigarrillo en mis jeans cinco kilómetros no tendría que volver sola a casa.

-Devuélvelo, es mi último.- Negué con la cabeza.- Soy capaz de ir a buscarlo.- Me reí, sin creerle una palabra.- No me obligues.- Me encogí de   hombros. Ese chico no sería capaz de... el hilo de mis pensamientos se cortó cuando sentí su mano deslizarse por el bolsillo de mis apretados jeans. 

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Hola! Si yo fuera Celene le reventaría la cara. Aunque tampoco creo que le habría quitado el cigarrillo. Bueno, ¿qué opinan? ¿Cambiarían algo? Dejen sus votos y por favor comenten lo que opinan. 

Bechos y Bechas... no, ya está muy usado. Abrazos y Abrazas, nos leemos en el próximo capítulo.

Just Forget Me {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora