Todos los caminos conducen a los Welst

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Sus labios estaban a punto de tocar los míos. La pared se me clavaba en la columna, y sus manos en mi cintura me tiraban todavía más contra ella. Mi cabeza estaba demasiado abrumada para recordar cómo habíamos llegado a esa posición. Sentía su aliento, respiraba agitadamente, al igual que yo. Cuando tomó la iniciativa para acercarse a mis labios, y ambos contuvimos el aliento, sonó su celular. Suspiramos.

-Atenderé.- Asentí, el chico tenía la voz ronca.

-Creo que debería irme, se hace tarde.- Recogí mi campera y mi análisis.

Estaba por abrir la puerta cuando me di cuenta de que el mío estaba arrugado un poco más. Así que quité los papeles del sobre para mirarlos, decía "Monroe". Seguí leyendo, sólo para asegurarme. Entendí a la perfección por qué confundieron nuestros papeles. Para comprobarlo, tomé el mío. Sí, tenía razón. Oh, cuando Alan se entere de eso. Estaba eufórica. La puerta de su habitación se abrió y apareció un Alan de mirada fría, sus ojos parecían hielo.

-Fuera de aquí.- Me dijo. ¿Por qué? ¿Qué había cambiado? Me dejó sin habla.- Que te vayas.

-Pe-pero, Alan...- Le señalé los papeles, pero él les dio un manotón y los arrojó al otro lado de la habitación. Las lágrimas comenzaron a caer. Sentí miedo de que me golpeara como Carl solía hacer. No quería volver a sentir ese dolor, ni ningún otro, pero no me podía ir sin que Alan se enterase de que...- ¡Alan, no puedes! ¡Eres...!- Me interrumpió.

-¡He dicho que te fueras! ¡Ahora vete o te saco yo!- No quería rogar, no iba a rogar, no iba a... Agarré con fuerza mi abrigo mientras mordía mi labio para no rogar. Salí de allí hecha un manojo de tristeza.

Caminé hasta mi departamento, donde, en el piso, ya se encontraban millones de cartas sobre la renta. Estaba enojada, extrañaba el lugar donde me había sentido querida, quería volver a sentir el amor. También corría la rabia por mis venas, no podía creer que Alan me hubiera echado de su casa sin siquiera dejarme hablar. Impotencia, eso también lo sentía. Y lo sintió mi ropa al arrojarla con fuerza en las maletas.

Aún de noche, logré atrapar un colectivo. Uno de los pocos que seguían a esas horas y que conectaban los pueblos. Casi no había colectivos allí. Me subí con todas mis valijas, que eran menos que cuando habían llegado. Atrás, la renta y Alan, adelante, la casa de los Welst. Si todo fuera más fácil, los caminos no me conducirían siempre hacia allí.

Viajé tanto como la primera vez, incluso creo que más. Tardé como trece horas en viajar hasta allí, cuando antes sólo había tardado once. Dos horas más no hicieron la diferencia, necesitaba pensar, tranquilizarme y planear cómo haría para volver a la casa a la que le había quitado un habitante, uno que en un momento fue mi hermano. Me quedé dormida, estaba realmente cansada.

-¿Señorita?- Alguien me sacudía el hombro. Abrí los ojos para encontrarme con el chofer.- Hemos llegado al último destino, ¿qué usted no venía aquí?- Me levanté, esperaba que el último destino fuera mi ciudad natal. Efectivamente, sí lo era. Di gracias al chofer y bajé con mis cosas.

Caminé hasta la casa en la que había vivido un buen tiempo. La que había cambiado tanto mi vida. Sonreí. Metí la mano para sacar la llave que había conservado, me temblaba. Estaba contenta, pero también asustada por cómo pudieran reaccionar los demás. Metí la llave en la cerradura y abrí la puerta. Creo que una sorpresa más grande no me podría haber llevado.

Tony estaba, sin camisa, acorralando a una rubia disfrazada de policía contra el sillón. Se estaban comiendo entre sí como si trataran de tragarse   entera a la otra persona. La puerta de la cocina estaba abierta y se veía a Stella cocinar o lavar los platos. Estaba muy despeinada, con una bata de vieja que debía abrigar bien y pantuflas rosas, a juego con el desabillé. Jay no se veía por ningún lado, pero estaba claro que nadie se había percatado de mi presencia.

La mano de Tony comenzó a quitarle el cinturón a la policía. En él había un arma, tal vez no fuera un disfraz. No sabía si Tony lo sabía o no, pero no estaba de más asegurar el arma. Me agaché y gatee en silencio hasta detrás del sillón, donde no podían ver. Extendí la mano para tomar la pistola y la escondí debajo del sillón, con un poco de fuerza, porque no había mucho espacio entre éste y el suelo. Además, el volado que tenía ocultaba a la perfección la pistola, fingiendo que detrás de éste seguía el sillón, sin ningún hueco de por medio.

Escuché un jadeo y la blusa de la policía salió volando. Supuse que ya era momento de interrumpir, pero no fue necesario.

-Tony, espera. No creo que esto esté bien. Soy la policía encargada de tu caso, y eres el único sospechoso ubicable. Removerán mi placa y creerán que esto ha sido para sabotear.

-¿Que nunca disfrutas el momento? Después arreglamos lo demás.- La voz de Tony se fue apagando y el ruido de besos volvió. Hora de intervenir. Me aclaré la garganta, ya levantada y de vuelta con mis cosas. Ambas cabezas sobresalieron desde el sillón, congelándose.

-¿Hola?- Era una situación muy incómoda, la verdad. Me froté el codo.- ¿Cómo están?

La policía cambió su cara de... por una seria. Como si no le faltara la blusa y se estuviera colocando un sweater. Se colocó el cinturón, pero cuando fue a hablar, se calló. Su mano había descubierto que faltaba la pistola.

-Mi pistola.- Lo primero que hizo fue mirar a Tony con una mirada que lanzaba dagas. Él levantó las manos, en señal de inocencia.

-No he hecho nada, estaba contigo, ¿recuerdas?- Lo dijo casi en forma de burla, ambos se pusieron a buscar.

-Los ayudaré a...-Me interrumpió una voz ronca.

-¿Celene?- Mis ojos se fueron hacia la escalera. Sentí lo mismo que había sentido la primera vez al verlo. Incluso sonreí, no podía estar más contenta. Sin embargo, Jay no parecía igual. Sus ojos estaban abiertos como platos, llenos de miedo. No me importó.

-¡Jay!- Corrí escaleras arriba para abrazarlo. No pude evitar que las lágrimas salieran, cómo lo había extrañado.

Jay no parecía querer abrazarme al principio, luego me apretó contra su pecho con mucha fuerza. No podía dejar de llorar, ni explicar lo que sentí en ese momento. Era como volver a estar en casa, volver a sentirse querida.

-No des un paso más.- Una voz interrumpió nuestro abrazo y algo puntiagudo se clavó apenas en mi espalda. Me separé de Jay, volteándome. Era la chica disfrazada de policía. Al parecer, no era un disfraz.- Queda bajo arresto por el asesinato de Carl Attempt.- Me dio vuelta con brusquedad y me colocó, bien apretadas si cabe decir, las esposas. Qué recibida.

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Hola! ¿Cómo están mis lectores favoritos? Espero que les haya gustado el capítulo (desquitarse en los comentarios, por favor) Les de dico este capítulo a Matu y Joaco. :* Los quiero.

Gracias por haber leído mi historia, ya ha llegado a 1k! Les agradezco a todos, esto es de veras importante para mí. COMENTEN Y VOTEN, festejen conmigo.

Abrachas y Abrachos para todos! Hasta el próximo capítulo!

Just Forget Me {Español}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora